Sempiterno. Saga: Palabras hermosas 1

Capítulo 4

“Hábleme de ti, déjame saber si tu corazón aún está libre para mí”.

 

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SELENE

—Buena suerte Selene, la necesitarás. —replicó Gideon a mi lado montando su purasangre muy impresionante que se veía ágil, rápido y fuerte.

—Te noto muy confiado Norwing, pero ambos sabes que al final del día terminarás pagando. —me burlé para molestarlo. 

Mi atención pasa a centrarse en el apuesto lord McDougall, montado en una yegua blanca. Él me sonrió y yo le devolvió la sonrisa. 

 "Deja de mirarlo y concéntrate en la carrera Selene” –replico mi conciencia. 

Volví a desviar la mirada de él, sujeté las riendas de mi caballo y todos los jinetes salimos en una intrépida carrera y en mi distracción Gideon comenzó a tomar la delantera. 

“Si piensas que no vas a pagarme estas muy equivocado Gideon Norwing, no me ganarás esta vez”-pensé decidida. 

Los dos estamos a la par y de repente el Lord McDougall salió de la nada en su yegua y se nos empieza adelantar. Dejé a Gideon atrás para lograr alcanzar al Lord McDougall estando los ambos, par a par en esta carrera. Ambos nos miramos y él me sonreía, enfoque mi vista al frente y la meta estaba tan cerca. 

“¡No voy a perder contra él!”.

 Mi atención está en llegar a esa meta y al cruzarla dejé de contener mi respiración.

—¡Es un empate! —anunció lord Hansel, el juez de la carrera.

—¡No puede ser empate! ¡Yo gané! —reclamé furiosa, desmontando de mi caballo todos los demás jinetes ya habían cruzado también.

—Por lo que visto no le gusta perder de ninguna manera lady Eversley. —dijo Harrison y voltee a mirarlo. 

—Mis felicitaciones lord McDougall pero le aseguro que para la próxima no habrá empate alguno. 

—Con gusto acepto su desafío, Selene —respondió alejándose de mí. Vi a Gideon reírse mientras se acercaba.

—¿Y tú de que te ríes? De todas maneras de te gané y te tocará pagar la apuesta. —él ni siquiera borró su sonrisita.

—Por fin apareció alguien que puede vencerte en una carrera, ese me hace muy feliz.

—Fue un empate.

—Puede que hoy pero la próxima McDougall te ganará Selene…

 

Luego de eso todos pasamos a la casa para la comida que sería servida en el gran comedor. Gideon se sentó a mi izquierda y la señorita Wesley, quien se había mantenido muy distante con todos.

— Gideon, tu madre con cada cena que organiza no para de sorprenderme por su hermosa decoración en la mesa—le susurré a impresionada.

—Ella es perfeccionista en el ámbito de mantener las apariencias —susurra mientras él me habla, me encuentro con la fuerte mirada perteneciente a Harrison McDougall quien se encontraba frente a mío.

—Su excelencia, lord Gideon —mi amigo y yo miramos a lady Hayden, una mujer que ya estaba entrando en la treintena pero que seguía siendo muy hermosa —¿Está en sus planes casarse esta temporada?

Gideon por poco y se atraganta con su bebida llamando la atención de todos en la mesa y como una buena amiga le doy golpecitos en la espalda aguantando las ganas de reírme de él.  

—Es... muy… ¡cof! No, miladi aún no está en mis planes contraer nupcias esta temporada —responde mi amigo, intentando calmar su tos.

—Oh, es una lástima excelencia. Usted es un hombre tan guapo, ¿por qué no casarse ya? ¿Qué opina usted lady Eversley? —pronto todas las miradas en comedor pasaron a estar sobre mi persona.

Es un secreto a voces que desde hace meses todos hablan de una posible relación entre Gideon y yo.

—Lady Selene no es necesario que hable —espeta Gideon —Lady Hayden, no estoy interesado en apresurar un matrimonio.

—Querido, lady Hayden tiene razón. —intervino la duquesa viuda —Eres guapo, joven y yo pienso que ya es hora de que te comprometas con una buena muchacha.

A este punto Gideon mira molesto a su progenitora.

—Entiendo su preocupación bellas damas pero me casaré cuando yo lo decida y no porque ya sea la “hora” —responde con un tono demasiado brusco dando por terminada la conversación. 

La cena continuo sin más conversaciones del tipo casamentera. Ya se estaba haciendo muy tarde y estaba cansada de tanta cháchara, incluso la señorita Wesley que aunque no me lo dijera notaba en su expresión que deseaba irse así que me acerqué a la duquesa viuda. 

—Lo lamento lady Romina pero ya debo retirarme. 

—¡Oh, pero quédate un poco más cariño! —pidió, a lo que yo me negué. 

—Ya es tarde y mis padres debieron haber regresado, me tengo que retirar lo siento pero fue un placer acompañarla hoy. —la mujer me sonrió con ternura. 

—Igualmente cariño. 

Después de despedirme de lady Romina y los demás invitados, la señorita Wesley parecía agradecida de que ya nos marcháramos. Gideon me acompaño hacia la salida.

—Ordenaré que te preparen un carruaje. —dice mi amigo.

—Me ayudaría mucho, vinimos en uno de alquiler. 

—Miladi —vimos al lord McDougall a punto de cruzar el umbral de la puerta. —Yo las podría llevar en el mío, yo también iba de salida.

Gideon estaba por decir alguna replica pero yo le interrumpí.

—Muchas gracias por su ofrecimiento Lord McDougall, aceptaremos encantadas —mi amigo me miró sorprendido, mientras que Harrison sonreía satisfecho. 

—¡¿Qué estás haciendo? —murmuró Gideon con un tono molesto. 

—Acepto la amable oferta del caballero. 

—Selene…

—Quiero ir con él porque me agrada. —afuera ya estaba el carruaje de lord Harrison esperándonos. 

—No me gusta que vayas con ese hombre. 

—No me pasará nada, sé defenderme. Que pases buenas noches, mi amigo. —me despedí de Gideon, subí al carruaje junto con la señorita Wesley y el lord McDougall. El hombre en el que no dejaba de pensar, el carruaje comenzó alejarse de la gran residencia del duque Lancaster.

 

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