Sempiterno. Saga: Palabras hermosas 1

Capítulo 6

La mitad de su belleza era su extraña manera de pensar”. 

ANONIMO

 

La antipatía y rencor que Selene sentía hacia Duncan Bonet estaban bien infundadas.

—Las mujeres solo sirven para una cosa, lady Eversley —dijo con suficiencia haciendo que ella lo mirara con una ceja levantada.

—¿Y qué es eso según usted lord Duncan?

—Calentar la cama de un hombre y darle herederos. Usted debería aceptarlo, solo será un adorno que calentara la cama del imbécil que se le ocurra… —sus palabras murieron ahí porque el contenido de la copa de Selene mojó su petulante rostro. 

—Es un patán despreciable. —la furia brillaba en sus ojos azules. Selene supo que a Duncan Bonet nada le remordería la conciencia si la golpeaba. 

—Vas a pagar esta humillación. —ella no retrocedió aunque por dentro temblara un poco por lo sombría que sonó esa amenaza. Él se marchó y cuando estuvo fuera del saloncito ella exhaló el aire que no sabía que estaba reteniendo.  

 

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HARRISON.

No podía concentrarme, todo lo que venía a mi mente eran unos increíbles ojos que parecían azules y labios rosados que me encantaría averiguar si eran tan suaves como se veían o si cuando los besara sería tan perfecto como me lo imaginada. 

—Otra partida que pierdes Harrison —se regodeó Duncan mientras bebía otra copa de coñac. 

Nos encontrábamos en un saloncito del club de caballeros, jugando a las cartas. Estaba tan distraído que mi amigo ya me ha ganado más veces de las necesarias. Maldición, todo es culpa de Selene Eversley y sus tentadores labios.

—No sé qué es lo que te perturba, pero sea lo que sea espero que siga así por un buen rato. ¡Me encanta ganarte!

—Mi problema tiene nombre y apellido. No sé qué es lo que me pasa, pienso en ella a todas horas. 

—¿Y quién es la afortuna McDougall? —preguntó divertido.

—Selene Eversley. 

—Oh, la bruja de lengua afilada —fruncí mi ceño. 

—No vuelvas a decirle así, Duncan —espeté con severidad y él hizo una mueca.

—Al parecer ya te hechizó, no ha usado esa lengua venenosa en tu contra. 

—Tal vez solo la usa contra quien cree que es merecido —entre los dos se había creado un ambiente de tensión, Duncan me sonrió de forma falsa. 

—Es sorprendente como la belleza de una mujer puede hacer cambiar a los hombres. 

—La mitad de la belleza de una mujer está en su extraña forma de pensar, eso la hace distinguir entre las demás. 

—¿Y Selene Eversley se distingue de las demás? —preguntó con un tono jocoso. 

—Aun no lo sé pero llegaré a descubrirlo de eso no tengas dudas. 

—Suerte con eso.

—No necesito suerte. 

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—¡Selene arréglate! —reclamó su madre cuando la encontró en la sala tirada en la costosa alfombra jugando con Alexander Hugo, la muchacha tomó al animalito y lo puso en su regazo. 

—¿Y eso por qué? Hoy no saldremos. —refunfuñó. 

—Recibiremos la visita de un importante socio de tu padre, debes estar presentable y por favor deja Al perro en tu dormitorio. 

—¿Por qué todos le tiene tan mala maña a Alex? ¡Si es adorable y muy lindo!

—Está gordo. 

—Ya le estoy quitando su privilegio de bocadillos y por eso lo saco de su jaula a que haga ejercicio. —su madre solo bufó. 

—Haz lo que te he ordenado, ya son las cinco y el socio de tu padre vendrá a la seis. Apresúrate. 

—Sí, si ya voy —la muchacha se levantó del suelo, cargando al perro entre sus brazos y fue corriendo a su habitación. 

La señorita Wesley no se encontraba hoy en la casa para ayudarle, había ido a visitar a una pariente y no regresaría hasta mañana así que tendría que apañármelas yo sola. Después de lavarme, buscaba en mi armario un vestido adecuado para la cena de esta noche. Su padre ya se había posicionado muy rápido en los negocios de la minería, exportación de telas y otros artilugios. 

El lord Eversley tenía inteligencia, carisma y había logrado hacerse amigos influyentes y que contribuían en hacer crecer el patrimonio que pagaba todas las excentricidades y viajes de las que disfrutaban la familia.

Selene se tomó su tiempo para arreglarse, escogió un hermoso vestido color oliva que resaltaba por lo pálido de su piel. Hasta sus ojos parecían más brillantes con aquella prenda, echó un poco de rubor en sus mejillas para darle color y luego peinó su cabello dejándolo suelto en la parte de atrás. Se veía preciosa. La muchacha volteó a ver a su mascota.

—¿Cómo me veo Alex? ¿Te parezco linda? —preguntó divertida, ella sabía que el animal no le respondería pero le gustaba pensar que la entendía y respondía con acciones. —Siempre hay que dar buenas impresiones a los que pagan nuestro sustento. 

Tocaron a su puerta en ese momento. 

—¿Selene estas lista?

—Si madre. —se levantó de la silla del tocador y abrió la puerta, su madre al mirarle se mostró satisfecha con su aspecto. 

—Ese color te queda hermoso hija —felicitó lady Vanessa. 

—Gracias, ¿llegó el nuevo socio?

—Así es, acaba de llegar y está en la sala con tu padre. —juntas bajaron a la planta baja y fueron hacia la sala. Apenas entró vio a su padre y de espaldas estaba otro hombre, que se le hizo muy conocido. 

 —Lord McDougall —el hombre volteó y Selene estaba estupefacta al tener a Harrison ahí. —Hija ya debes recordarlo. 

—Si, como olvidar a tan hermosa compañera de baile —Harrison la observó de pies a cabeza, se veía preciosa con aquél vestido y le divertida verla tan desconcertada por encontrarlo en su casa. 

Selene casi sentía como si no pudiera moverse.  

—No sabía que usted y mi padre hacían negocios —dijo Selene recuperando su voz. 

—Todo es muy reciente —respondió su padre. —Lord McDougall es dueño de un viñedo y apenas nos estamos poniendo de acuerdo en hacernos socios para la fabricación de coñac.




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