Sempiterno. Saga: Palabras hermosas 1

Capítulo 10

Días después.

HARRISON 

Habia decidido reunirme con Duncan en l club e cballere.s mientras am os tomabamos coña, dije la nticia que me habia tenido emocionodo desde hace días. 

—pienso en formalizar mi comprimico selene everlys. —le dije a Duncan y su copa de coñac cayo de su mano. 

—que inesperado, creo que te subestime Harrison, ¿y ella en serio te acepto? —preguntoo con una expresión que me desmotraba que no estaba del todo feliz, levaante una ceja. 

—por supuesto, parece que al que quien no lo acepta es a ti lo que me hace preguntarme por que. 

—ppr favor, no la conoces lo suficnete. Tal vez se canse jugar a ser prometidos y rompan después.

—y? 

—de verdad vas hacerla tu esposa?

—si ella quiere seguir con el compromiso por supuesto. —entee los dos se hizo un profundo silencio y la tensión estaba muy presnete.

—les deseo la mejor de la suserte —dijo con una sonrisa que no era sincera y se levanto de la silla para luego abandonar el estudio. 

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SELENE.

Mi madre cumplió su promesa, no dijo ni una palabra a mi padre acerca de mi escapada de anoche, lo cual agradecí, no quería tener que enfrentarme con mi padre, aunque él igual fue halar conmigo por un tema diferente. En el momento que el entra a mi dormitorio, yo estaba frente al tocador aplicándome un poco de polvo de rubor.

—¿Qué pasa padre?

—No hay que hacer tanto esfuerzo hija, aun con un costal eres la niña más guapa de todo Londres. 

—Padre ya no soy una niña, pero gracias por decir que soy la más guapa de toda la ciudad. —respondí con un tono divertido, terminando de arreglarme.  

—Puede ser que ya sepas que Harrison McDougall vino a verte —me emociono aunque trato de no demostrarlo, la sonrisa me delataba. Había esperado que Harri viniera a verme.  

—No todo debe ser por un hombre a mí me gusta estar presentable. —dije con fingida indiferencia. 

—Me sorprende que estés aceptando a McDougall de tan buen grado, después de que rechazaste a media población masculina en Londres.

—Tú mismo dijiste que ya era hora de que me comportará como una mujer y eso estoy haciendo. ¿Hay algún problema con el lord McDougall?

—Ninguno, a menos que tú de verdad no quieras estar con este hombre. 

—Así que es eso. Si quiero, me gusta y yo le gusto a él. —la seguridad en mi voz calma todas sus dudas.

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 “Si, estoy presentable”. 

Harrison ha sido un hombre tan cariñoso en el poco tiempo que llevamos conociéndonos. Miro la puerta del salón, lo veo entrar tan elegante y atractivo como siempre, cada día que pasa le voy tomando más cariño pero... ¿el amor? es una palabra muy fuerte que jamás admitiré hasta que él lo haga primero.

“¿Qué mujer no se enamoraría de Harrison McDougall?”

—Lady Selene  —me acerco a él con una sonrisa.

—¿Desde cuándo es tan caballeroso McDougall? —pregunto y él me sujeta de la cintura pegándome a su duro pecho, abrazándome fuerte pero sin hacerme daño. Adoraba su lado protector y posesivo.—Eres algo impaciente Harrison.—le digo con una sonrisa.

—Mi mayor virtud es la paciencia, pero contigo tan cerca me es muy difícil, mi bella, bella Selene...—él me mira con una tierna mirada, mientras acaricia mi mejilla. Mi corazón comienza acelerarse.

—Sabes enamorar mujeres con palabras, algo que al parecer es muy sencillo para ti. 

—¿Y está funcionando contigo? 

—Un poquito. —le sonreí y él se encorva para estar a mi altura y se acerca a mis labios cierro mis ojos, esperando con ansias su roce. Me besa hasta que siento que me falta el aire y mis labios arden. Al separarnos paso mi lengua por mis labios hinchados y escucho como el gruñe.

—Debemos separarnos ¿verdad?—pregunta con su voz ronca.

—Si, a menos que desees que en cualquier momento entre mi madre, arme un escándalo y mi padre venga con una escopeta.

—Creo que valdría la pena el riesgo —bromea.

—¡Harrison! —él se aleja riendo, dándome mi espacio —Ven, siéntate a mi lado y compórtate como un caballero decente y recatado.

El suelta una carcajada. 

—Dudo que pueda hacerlo contigo tan cerca Selene. 

Pasan las horas, pasamos todo el día juntos sin interrupción, lo que me permite ser más afectiva con él y me recuesto en su pecho.

—Creo que ya es hora de que me retire.

—Diez minutos más por favor —suplico, él sonríe.

—Nada me gustaría más que quedarme todo el tiempo contigo pero no puedo, debo irme, te aseguro que cuando nos casemos no te dejare libre ni un momento —me dice para después besarme. él se levanta y lo acompaño a la puerta.

Antes de irse él me mira.

—Pasaré por ti mañana.

—¿A dónde me piensa llevar señor McDougall? —pregunto con una sonrisa

—Es una sorpresa —besa mi frente. Lo miro con una ceja arqueada. 

—De acuerdo, lo estaré esperando con ansias milord.—acaricia mi mejilla y sin decir nada, se marcha.

Me sentía como una adolescente experimentando el primer amor y se sentí muy lindo, tal vez pronto me la pase suspirando por lo rincones con una sonrisa bobalicona.

“No me reconozco la verdad”. –pensé.  

—Miladi le llego esta carta. —dijo la señorita Wesley entrando a mi habitación para entregarme una carta. 

Al leer el nombre del remitente que estaba al final, sentí rabia. 

Duncan Bonet...




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