Sempiterno. Saga: Palabras hermosas 1

Capítulo 11

SELENE

Duncan me citó en un estudio privado. Al tocar la puerta y él fue quien me abrió, permitiéndome el paso. 

—No esperaba que fueras a venir. 

—Ni yo que citaras a la prometida de tú mejor amigo —Duncan sonrió 

—No te obligué a venir Selene. 

—Basta de juegos y di que es lo que quieres, despertaste mi curiosidad. —él se me acerco.

 

DUNCAN 

Selene siempre había sido hermosa, la más bella de las jóvenes cada temporada social. Por eso la había deseado desde el primer momento en que la conoció pero la muy perra lo rechazó sin contemplaciones en cada oportunidad, ahora decía que estaba encantada con Harrison, eso lo enloquecía. 

“¿Por qué el y no yo?”. 

Al estar lo suficientemente cerca de ella, podía volver a oler el perfume que desprendía su piel, lirios. 

“Un olor que combina perfecto con ella”. 

—Quisiera ver como pensaría Harrison al saber que viniste de forma voluntaria a una cita conmigo. —ella se rio. 

—No te hagas ilusiones tontas, si no vas a decir nada de provecho me iré.  

—Espera… —eso detuvo la partida de Selene, quien lo miro expectante. —Siempre me gustaste Selene. 

—Qué forma de demostrarlo, ofendiéndome y aprovechándote de cada momento en el cual creías que estaba vulnerable —el tono de su voz estaba entre burlón y furioso. —ya termine con esto, has lo que quieras Duncan pero yo me voy. Suéltame.

Me negué a soltarle. La puerta del estudio fue pateada, entonces Harrison hizo acto de presencia.

—De verdad que cuando ella me lo dijo no lo creí. —espeto Harrison quien ya se había acercado para agarrarme del cuello de la camisa apartándome de Selene —Supuse que la razón por la cual ponías tantas excusas baratas en tu boca era porque no te agradaba ella. Soy un estúpido. 

Harrison lo soltó.

—Selene por favor espera afuera. Él y yo tenemos que hablar. —Selene asintió y salió del estudio. —¿Que pensabas hacerle si no hubiera entrado?

Reí. 

—¿De verdad quieres saberlo? Me sorprende que esa víbora haya sido tan osada para decirte de la cita. 

—Pudiste decirme que te gustaba.

—¿Te habría detenido eso?

—No. Pero habría estado más precavido respecto a ti. 

—Jamás pensé que te aceptaría, siempre rechazo la mayoría de los hombres que se acercaban. A mí siempre me gusto, desde el primer momento pero claro ella no sentía lo mismo. 

—Definitivamente ya no podemos ser amigos.  

—No.

 

Harrison McDonall.

Paso mi mano por mi cabello frustrado.

—Lo lamento. —dijo Selene casi en un murmullo en el momento que subimos al coche. —Era tu amigo…

—Esa basura no puede considerarse un amigo. 

—De verdad que quise hacerme el ciego, cada vez que el hablaba de ti. Porque nos conocemos desde niños… debo ser un idiota. 

—No eres un idiota Harri. 

—Yo creo que sí. —ella terminó abrazándome, recostando su cabeza en hombro. La rodeo con mis brazos. 

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SELENE

Días después del incidente de Duncan Bonet, iba rumbo a un reunión con mis amigas en la residencia de las Vallen, donde soy recibida por Ariadne. Escuché de fondo las risas provenir del saloncito. Como era de esperarse ahí se encontraban Adara y Melody.

—¿Dónde te habías metido Selene? Creímos que te había tragado la tierra. —dice Adara.

 

—Si les contara… 

Estuvimos un buen rato conversando, riendo, no me cansaba de estar con mis amigas. Sobretodo de fastidiar a Ariadne.   

 

—¡Yo no soy alborotada! No sé por qué lo dicen si yo soy un ángel —la miramos con una ceja arqueada y sus mejillas se sonrojan.

—Claro, solo eres poco dramática. De ángel no tienes ni un solo cabello rubio en tu cabeza —responde Melody.

 

—¡Tú si eres malvada Mel! —refunfuña mi rubia amiga. —De todas maneras, tengo algo que decirles...

—¡Te vas a casar! —bromeo pero Ariadne se mantiene seria.

 —Me marchare de Londres —esas palabras caen como un golpe en el estómago.

—¡No puedes irte Ariadne! Si es porque te molesto mucho, déjate de hacerlo. —promete Melody.

 

—No es por eso. Mi abuela me ofreció pasar un tiempo en su residencia de campo y yo acepte, quería decírselos ya que son mis únicas amigas —el ambiente se pone algo pesado.

—No queremos que te vayas Ariadne. — le digo entristecida.

 

—No se pongan tristes solo será por unos meses, no me iré para siempre —afirma ella pero algo me dice que esas palabras no son del todo ciertas.

 

—Bien. Si eso es lo que quieres, no te detendremos pero más te vale escribirnos porque si no a caballo y todo te iré a buscarte, trayéndote de las greñas por ser tan mala amiga —amenaza Melody parándose para abrazarla. Adara y yo hacemos lo mismo.

 

—Rubia te extrañare, ya no tendré a quien ofender —susurra Melody y yo le pellizco por decir tantas tonterías.

 

—Bueno ya dejemos la tristeza, lo mejor que podemos hacer es pasar la máxima cantidad de tiempo posible para no extrañarla demasiado —propongo y todas asienten. —¿Cuándo te irás Ariadne? 

—Dentro de tres días —todas nos quedamos sorprendidas por el poco tiempo que le quedan a la rubia en esta ciudad. 

—¡Es suficiente tiempo para que hagamos más travesuras en grupo! —propone Adara emocionada.




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