SELENE
—¡Pues yo.... ¡Yo te aseguro Melody Talbot que el hombre con quien te casarás será un mujeriego, egocentrista, manipulador y quedarás perdidamente enamorada de él!—Mel se ríe a carcajadas
—Adara sonó ridículo incluso viniendo de ti, yo tengo claro que seré una solterona por el resto de vida, los hombres me evitan por mi extrema manía de no decir las mentiras que están acostumbrados a escuchar. —dice Melody.
—¡Por el amor de Dios, basta! Por el momento hagan un tratado de paz ustedes dos. —gritó Alezandra, por fin interviniendo en la conversación. Aunque me divierte que discutan, no deseo que se empiecen a lanzar cosas y lleguen a romper algo.
¡Mi madre me mataría si eso llegase a pasar!
—Cómo iba diciendo antes de que empezaran a discutir sobre hombres, me casaré con el Lord McDougall.
—¡Felicidades otra vez Selene! Por lo menos a una del grupo le toco la suerte y podrá casarse —dice Mel con una sonrisa.
—Tal vez la próxima en casarse sea Adara—digo.
—¡¿Yo?! .
—Sí, boba tú ¿Se te olvida que tienes a un duque enamorado de ti hasta los huesos?
—¡Pues a mí él no me lo demuestra!
Pasamos toda la tarde hablando sobre mi boda, relaciones, los chismes del día, hasta que se hace tarde y mis tres mejores amigas se despiden para después marcharse a sus hogares. Entro a mi dormitorio, me preparo para irme a dormir.
—Selene —ella entró sin tocar.
—¿Qué sucede madre?—pregunto confundida, normalmente ella no entra sin avisar.
Se sienta a mi lado en la cama.
—Sé que esto es incómodo para ti pero tengo que preguntar para calmar mis temores, llevo días con una maliciosa voz en mi cabeza —La miro con una ceja arqueada.
¿De qué habla?
—Seré directa Selene ¿Tú y el lord McDougall ya lo hicieron?—me rio sin entender su pregunta
—¿De qué hablas madre?
—Tú lo sabes ¡"Eso"!—repite con el ceño fruncido.
—¿"Eso"? ¿Qué es? —le digo jugando con ella y veo como se comienza a desesperar.
—¡Selene! —gruñe enojada.
—¡Madre!—me es imposible esconder mi diversión.
—¡Tú y el Lord McDougall consumaron su unión antes del matrimonio!—mi risa se para de golpe como si me acabaran de echar un balde de agua fría encima.
—¡Madre como puedes pensar que le entregaría mi virginidad a un hombre sin casarme primero!—ella parece sentirse avergonzada.
—Es que... Lo siento mucho Selene, el Lord McDougall es un hombre tan apuesto como viril, no te juzgaría si lo hubieras decidido—mis mejillas se sonrojan —Tu padre y yo....
—¡Madre por favor te lo pido, no me hables de tu vida íntima con mi padre!—digo tapándome los oídos, ella solo se ríe de mí.
—Perdón por desconfiar de tu honor—ella besa mi frente —Buenas noches hija, te adoro.
Me susurra para después salir mi dormitorio.
—¡Perfecto! No sé si sentirme ofendida por su falta de confianza en mí o asqueada al enterarme que mis padres consumaron su unión antes de la boda.... Mejor sentirme ofendida.
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Después de la incómoda conversación, no pude volver a conciliar el sueño. ¡¿Cómo ella puede pensar que me entregaría a Harrison sin estar casados?! A veces puedo ser una muchacha descarriada, pero jamás llegaría a tales extremos sin estar completamente segura.
Voy de visita a la mansión McDougall. La doncella me guía a la biblioteca para esperar ahí a Harrison. Apenas entramos a la biblioteca, ella se marcha a buscar a Harri. No tuve tiempo de explorar la casa la última vez que estuve aquí, la biblioteca es espaciosa y todos los estantes están llenos de libros desde literatura, matemáticas, ciencias y poesía.
“¿Harrison habrá leído alguno de estos libros o solo los tiene como un adorno?”
En mi hogar también hay una biblioteca pero la mitad de los libros que se encuentran en ella son adornos y pocos son los que me digno a leer, mis padres tampoco son apegados a la lectura.
Miro una mesita que tiene sobre ella un juego de ajedrez, soy pésima en ese juego. Mi padre intentó enseñarme, pero solo perdió el tiempo mientras se reía de mí, no pasaba mucho tiempo cuando mi rey ya era capturado, haciéndome jaque mate.
Mi padre no tuvo ni la buena fe para dejar que ganara una partida. Miro las finas y pequeñas piezas de madera blanca y negra.
—¿Sabes jugar? —me sobresalto al escucharlo por su intromisión, volteo a mirarlo cruzándome de brazos.
—Estoy empezando a creer que se te volvió costumbre asustarme cuando estoy desprevenida—él solo se ríe, acercándose a mí para besarme tiernamente.
—No respondiste mi pregunta.
—Un poco pero no soy tan experta en el juego —él sonríe.
—¿Te animas a una partida?—su propuesta es arriesgada. ¿Una partida contra él que seguro juega mil veces mejor? No parece nada lógico.
—Acepto—digo con seguridad.
Nos sentamos uno frente al otro. Escojo las piezas negras, Harrison como no tiene de otra, le toca ser las blancas pero a él no parce importarle, se ve tan tranquilo y confiado.
—Las damas son primero, empiezas—Insegura muevo mi primer peón. Harrison lo piensa un momento y hace lo mismo.
—Lo preguntare por última vez Selene ¿segura que sabes jugar? Tu rostro demuestra una expresión muy diferente—él solo tiene una sonrisa burlona en su rostro.
—¡Claro que se jugar!—vuelvo a mover otro peón.
—De acuerdo, trate de advertirte—él vuelve a mover otro peón.
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—¡No! ¡Estás haciendo trampa Harrison! ¡Crees que no me doy cuenta!—grite furiosa, su reina devoró a mi alfil, dejando a mi rey desprotegido.
El niega divertido.
—¿Por qué demonios te metes a jugar si no sabes?
Hago un puchero con mis labios, muevo a mi último peón, voy perdiendo. Una idea ilumina mi mente y cambio rápido la mueca por una sonrisa coqueta.
—Harrison, te digo algo desde el fondo de mi corazón—acaricio su mano suavemente.