Selene.
El compromiso y noviazgo con Harri avanzaba lento pero seguro, me hacía sentir segura. La puerta de mi habitación es abierta por la señorita Wesley.
—Le llego una nota lady Eversley, el que me la entrego dijo que era urgente.—me entrega la carta en las manos, al abrirla veo la envidiable caligrafía. A medida que leo mis manos comienzan a temblar y la opresión en mi pecho es fuerte.
“Lady Selene lamento ser portadora de malas noticias pero le escribo para decirle que el Lord McDougall ha sufrido un terrible accidente. En donde no se le ve muchas esperanzas de vida, el pide a gritos verla para despedirse, por favor le suplico que venga a verlo antes de...
No termino de leer cuando ya estoy a punto de salir corriendo pero lady Wesley me detiene.
—¿Selene que sucede? ¡¿Qué decía?!
—¡Es Harrison! Sufrió un accidente, tengo que ir a verlo ahora mismo—me suelto de su agarre sin importarme sus protestas.
Corro fuera de la casa Detengo un carruaje de servicio y me subo en él. Harrison mal herido, él no puede dejarme. ¡¿Cómo pasó?! ¿En qué momento sucedió ese accidente? Escenarios en donde él sufre, llegan a mi mente junto a las terribles ganas de llorar.
A hora el carruaje va demasiado lento.
—¡Muévase! ¡No ve que es de vida o muerte!—grito frustrada al cochero.
Apenas se detiene frente a la imponente mansión McDougall, bajo del carruaje corriendo y golpeo la puerta repetidas veces, esta se abre y la doncella abre a puerta tiene una expresión de tristeza muy marcada en su rostro, ojeras bajos sus ojos que me hacen pensar lo peor.
Mi cara la siento caliente y las gotas saladas que salen de mis ojos me empañan la vista.
—Por favor venga conmigo, él la necesita más que nunca lady Eversley. —Subimos las escaleras y nos desviamos del camino a la habitación de Harrison —El conde está en otra habitación, solo sígame.
Llegamos hasta una pequeña puerta cerrada.
—Entre... él la espera—trago saliva dudando. Decidida giro la manilla y entro a la habitación que está vacía.
—¡¿Qué significa esto?!—mis ojos ven el gran muro que está escrito con una bella letra imprenta.
“A veces me es difícil comprenderte, eres extrovertida, altanera, adorable en ocasiones.
Tú has sido una de las mujeres más especiales que he tenido la suerte de conocer.
No te mentiré al decirte que no hubo otras mujeres porque si las hubo.
Pero todas ellas pasaron hacer nada, un segundo plano apenas vi tu sonrisa.
Ninguna me lleno tanto como tú.
Nadie me hizo más feliz como lo has hecho tú y si pudiera escoger otra vez a la persona con quien pasaría el resto de mi vida, siempre te escogería a ti.
Se mi esposa Selene Eversley”.
—¿Te gustó? —mi piel se eriza al escuchar su voz, me volteo.
Esta ahí parado, guapísimo y bien peinado. Me acerco a él lentamente, su sonrisa no puede ser más grande. Cuando estoy a solo unos centímetros cerca de él. Mi fuerte cachetada hizo que su rostro se fuera de lado.
—¡Eres un idiota como te a través a hacerme semejante broma!—grito furiosa y comienzo a golpear su pecho pero él ni se inmuta —¡Imbécil! ¡Idiota! ¡Canalla!, ¡Embustero! ¡¿Cómo pudiste?!
—Yo...—golpeo su pecho, mis puño ya duelen —¡Selene!
—¡¿Qué?! —con mis manos cubro mi rostro. Siento su abrazo y los dos nos arrodillamos en el suelo abrazados.
Lloro de la rabia por lo que me hizo pasar, él acaricia mi cabeza.
—¿No te estas muriendo? —susurro llorosa.
—No.
—¡Eres de lo peor! Hacerme pasar por esto. ¡¿En serio?! De verdad creía que te perdía y tú me sales con esto—lo miro furiosa, sus ojos muestran que está arrepentido —¡¿Qué planeabas lograr, acaso matarme de la angustia?!
—Yo... Toma—él me entrega un libro y lo miro confundida —Ábrelo.
Al abrirlo veo un hueco entre las páginas donde se encuentra un anillo y las palabras: ¿Quieres ser mi esposa Selene?
HARRISON.
Ella abre el libro y cuando lee escucho como vuelve a llorar ¡Por qué le hice caso a mi hermana! Este plan fue un fiasco.
—Debería golpearte con esto y decirte que no.
—Por favor ya no llores, perdóname Selene—al verla bien ella no llora sino que se está se está riendo.
—¡¿Harrison McDougall por que no pudiste pedirme matrimonio como una persona normal?! —ella solo se ríe y eso me alivia, por lo menos no está llorando. Detesto verla llorar y más si es por mi culpa.
—¿Entonces quieres...
—¡Si me casaré contigo!—me besa y yo no tardo en devolverle el beso —Pero por favor no me vuelvas hacer pasar por esto de nuevo, porque juro que te mato yo misma.
—¡Todo fue culpa de mi hermana!
—¡Pero tú lo aceptaste así que no tienes justificación!—la acerco más hacia mi cuerpo, ella acuna mi rostro.
—¿Me perdonas?—Selene me sonríe.
—Solo porque me gustó la sorpresa del libro. Ahora bésame.
—Con gusto —Mis labios tocan los suyo con delicadeza, disfrutando cada momento que ella me brinda.
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Meses después...
—¡Selene por favor, deja que te terminemos de arreglar!
—Madre es mi boda, se supone que la estresada tendría que ser yo no tú, ¡Parece que te dará un infarto! —ella respira unas tres veces.
—Tienes razón pero en verdad deseo que hoy sea perfecto. Vas a casarte, ya no serás mi pequeña sino una mujer con un esposo y su propia casa. —dice ella con los ojos llorosos.
—Siempre voy a ser tu pequeña. —digo para después abrazarla. Ella con otra doncella maquillan mi rostro de forma sencilla, peinan mi cabello haciendo un recogido. Mi vestido de bodas es todo lo que deseaba, mangas larga sin escote con una cinta negra alrededor de la cintura, las zapatillas y el velo hecho de fino encaje.
La doncella y mi madre se alejan un poco para ver su obra.