Sempiternos: El Jinete

Capítulo 8: Todas las rosas se marchitan

Lo primero que hizo a la salida de los rayos del sol fue correr escaleras abajo y preparar el desayuno antes de que su madre despertara, no quería verse en aprietos, no creía que pudiera encontrar otro momento para vaciar la infusión en su jugo, media hora después escucho la puerta de su habitación abrirse, había llegado el momento, tenía una táctica para que no sospechara nada y lo bebiera completo.

La mujer se vio extrañada al ver la mesa puesta con el desayuno listo.

— ¿Puedo preguntar que te ocurre? No sueles despertar tan temprano y menos cocinar

—Quería consentirte un poco ya que estuviste sola estos días

—No tenías por qué preocuparte, después de todo… ya estaba preparada para este momento, sabía que cuando supieras la verdad tendrías que integrarte a tu mundo, no puedo evitarlo — Se brindaron una cálida sonrisa en la cual Tiamat casi dudo de darle la infusión

—Ay no, olvide endulzar tu jugo, voy por el azúcar

—No te preocupes por eso, puedo beberlo así

— ¿Estas segura? Es jugo de naranja, no creo que le siente muy bien a tu estomago

—Tonterías, no me siento muy bien últimamente y pensar en cosas dulces me da nauseas — Tomo el vaso y sin dudarlo le dio un trago al jugo, Tiamat volvió a tomar asiento mirándola de reojo, no había reacción alguna ¿Podría haberse equivocado?

No le gustaba admitir un error pero si era por la vida de su madre entonces no tendría problema aunque seguía con dudas ¿Podría tener algún otro parasito? Pero solo existía uno que manifestaba esos síntomas, dio un trago a su jugo sin saber qué hacer, lamento que el Santuario no contara con tecnología y enviar una carta de fuego por una sospecha no era la mejor opción, esperaría hasta regresar y lo platicaría con su amigo para buscar una solución juntos. Antes de marchase dejo todo preparado, la ropa limpia en la maleta y a la entrada de la casa para no olvidarla.  

Después de notificar que iría a comprar algunas decoraciones para su habitación en el Santuario Tiamat fue sorprendida por un rostro no muy agradable para ella en una tienda de antigüedades, era un joven de cabello castaño y piel pálida, se trataba de su antiguo compañero de escuela y una de sus peores pesadillas, el joven iba en compañía de otras tres personas más, una joven que presento como su novia y dos chicos como sus amigos.

Sus primeras palabras fueron que pensaba había desaparecido, ella no comprendía porque pensarían eso hasta que recordó, el acceso al otro mundo era creando un portal desde casa, no solía salir desde entonces, no encontró un argumento lo suficientemente mundano para brindar y se limitó a explicar que la universidad había absorbido todo su tiempo, al cuestionarle a donde había asistido solo dijo que fuera del país; lo que más deseaba en ese momento era darse la vuelta y dejarle ahí con la palabra en la boca pero su cuerpo se paralizo, sus piernas no le respondieron.

La sorpresa no termino ahí pues la más impactante estaba por llegar.

—Tendremos un reencuentro — Su voz se quedó atrapada en la garganta — ¿Qué pasa?

— ¿Quieres decir que todos están aquí?

—Sí, te habríamos contactado pero no sabíamos tu dirección — “Como la sabrían si siempre me alejaban” pensó molesta

—No importa realmente, tengo muchas cosas que hacer y tiempo limitado

—Es una lástima, será otro día

—Posiblemente no, me iré nuevamente y no sé cuando regrese — Supo que preguntaría por su número de celular — Olvide mi celular en casa de mamá y no tiene buena memoria para los contactos

Fue lo más cortante posible mientras la chica en el mostrador le explicaba sobre cada astrolabio y de que material eran, supo que era observada por ellos, después de todo, rara en un mundo y rara en el otro. El astrolabio armilar que llevaría a casa era de color dorado, no más grande que su antebrazo, su segunda compra fue un telescopio casero, potenciaría su utilidad con algún hechizo, acto seguido fue a otra tienda y adquirió una brújula, quería estar preparada en caso de que pudiera encontrar ese tan ansiado libro. Fue una sorpresa para quienes le atendieron ver sus adquisiciones, después de todo ellos jamás lo comprenderían, ni siquiera estaba segura de que ella lo hiciera.

Algunos marcos para fotografías se agregaron a la lista junto con sujeta libros y una linterna solar, no estaba dispuesta a pasar más noches en oscuridad profunda, la linterna le ayudaría a tener una mejor lectura, corría un gran riesgo considerándose torpe en medio de la negra noche. Antes de regresar a casa camino un poco por las frías calles, poco después de salir se detuvo la lluvia pero las calles estaban cubiertas por niebla y gélido aire, no era buena opción sentarse en las bancas metálicas pero el caminar le ayudaría a entrar en calor.

El auto estaba casi solo en el estacionamiento, era claro que pronto comenzaría a llover nuevamente y la gente había huido a sus casas, tomo una misma decisión, esa misma noche debía regresar al Santuario y quería pasar un poco de tiempo en casa antes de marcharse, bien podría ser solo cansancio lo que su madre tenía y por la presión que llevaba comenzaba a alucinar y ver parásitos en todas partes.

Los primero que hizo al regresar a casa fue guardar las compras en la cajuela al igual que su maleta, no quería estar a último momento buscando todo, no había notado algo extraño en el lugar hasta que fue un busca de su cuaderno y no lo encontró, no era posible que no se encontrara en el mismo lugar, si su madre no había revisado ahí antes ¿Por qué se esperó hasta que ella regreso?



#12468 en Fantasía
#2614 en Magia
#17813 en Otros
#2250 en Aventura

En el texto hay: guerras romance, criaturas fantasticas, magia castillos

Editado: 06.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.