Sempiternos: El Jinete

Capítulo 12: Sueños y parásitos

Sigurd caminaba de un lado a otro mientras escuchaba atentamente las palabras de Eamon y Elina creyendo que ambos habían perdido la cabeza, no dio una respuesta negativa o positiva hasta que terminaron, una vez hecho les miro como si mirase a un par de adolescentes en problemas, ojala, hubiese deseado que fuesen simples problemas de adolecentes.

Su nombramiento como Guardián se encontraba cerca y aquello podría desmoronarse por el nuevo problema de su alumno, sonaba como alguna clase de cuento para niños, lo único que restaba era el caballero en su corcel.

—Eamon ¿Tienen idea de lo que me están diciendo? Pensé que eras sensato en tus acciones por favor, entiendo de Elina porque ella no conoce las reglas de ese mundo pero no lo espere de ti

—Por favor Sigurd, no te molestes con él, jamás imaginamos que fuera a ocurrir con la pequeña Tiamat, nos dejamos guiar por las pocas probabilidades y nos equivocamos, por favor ayudamos a evitar las consecuencias, no para nosotros sino para ella —Marido y mujer se miraron sin apartar sus manos —Es todo lo que tenemos, es nuestra amada hija, ayúdanos a protegerla de el

Eran un matrimonio feliz, lleno de luz y confiaba en que su hija continuaría de la misma forma, les recordaba lo que no pudo ser ¿Cómo podría darle la espalda a su amigo? Simplemente no podía, sería como traicionarse así mismo, no cuando este le ayudo con Ereškigal, estaban arriesgando la vida misma pero no existiría otra alternativa, no si la de Tiamat podía salvarse y Sigurd asintió resignado ante la mirada expectante del matrimonio, en ese momento entro su amada esposa con una bandeja cuyas tazas temblaban mientras que por sus ojos color verde esmeralda salían lágrimas, sabía que ella había escuchado y eso implicaba que estaba ligada a su nuevo plan para conservar la vida de la pequeña.

Sigurd abrió los ojos exaltado y empapado en sudor, se llevó la mano hasta la frente para retirar parte de este, giro su mirada hacia a joven quien continuaba descansando, miro a su alrededor, todo continuaba igual que siempre, al menos antes de la muerte de sus dos amigos y su esposa; se froto los ojos y se percató de algunas lágrimas, había llorado ante aquel recuerdo y existían muchas razones para que removiera emociones en él.

Antes de retirarse a su oficina a atender a su visita se cercioro de que Tiamat estuviese bien, para su fortuna la fiebre había bajad y el tembló se había detenido; al pasar por la habitación de su hija escucho ruido de hojas así que decidió ingresar para notificarle que tenía visitas en su oficina y que debía atenderlas, esta asintió y tomo sus apuntes para regresar con su amiga, el Guardián sonrió al ver la inquebrantable amistad que se tenían, siempre estaban la una para la otra sin importar que y le alegraba saberlo, si él llegaba a ser el siguiente en la línea de vidas cobradas al menos se tendrían entre ellas para darse apoyo.

Agradeció a los Dioces cuando vio a Ereškigal revisando las estanterías quien se giró en cuanto escucho pasos en la alfombra, lucia tan hermosa como siempre pero molesta.

—Espero esta vez me consideres digna de saber en que estas metido y que tiene que ver la muerte de esa chica en todo esto

—Cuando lo sepas desearan no haber preguntado, hay verdades que son mejor no conocerlas

—Estoy lista para todo, te escucho

Paso lo que se creyó una eternidad para ambos, una vez terminado el relato la Guardiana le miro asombrada y tuvo que tragar saliva pesadamente sintiendo su garganta demasiado reseca, le tomo varios minutos reaccionar y para el momento que lo hizo levanto la vista con los ojos cristalizados, Sigurd se mantenía en su silla esperando alguna respuesta, buena o mala pero la necesitaba.

—Hay una maldición tras aquella promesa y no lo niegues porque ya se fueron tres, solo quedas… —Su voz se cortó tratando de no llorar

—Yo, soy el último —La mujer se froto la frente con su mano izquierda mientras cerraba los ojos, Sigurd solo espero, no podía hacer más, la noticia que acababa de recibir no era fácil de procesar, sobre todo con un pasado en común

—Tengo el presentimiento de que no es lo único que guardas

—Eh guardado muchas cosas mi querida Ereškigal —El par de ojos verdes se encontraron con los suyos ante el recuerdo de lo que pudo ser pero que un destino borro, una lagrima rodo por su mejilla con rubor

— ¿Eso es todo lo que tienes que decir? —Asintió —No, me reusó, no me vas a decir todo esto para después dar un monologo estúpido donde revives recuerdos dolorosos solo para después rendirte ante la muerte, no tienes ningún derecho a romperme una vez más

— Ereškigal… — La mujer se puso de pie para retirarse pero los brazos de Sigurd se lo impidieron estrechándole en un fuerte abrazo el cual no quiso responder porque sabía que cedería —Lamento todo lo ocurrido y lo sabes pero no tengo otra alternativa, no cuando la vida de mis amadas hijas corre riesgos

Empujo a Sigurd lejos para mirarle con odio y no por el pasado sino por su rendición ante una maldición que aún no estaba terminada.

—Ella no dejaría que hicieras esto, no es justo y no culpo a la chica, entiendo que sea inocente en todo esto pero no puedo hacer lo que me pides, no puedo simplemente dejarte morir, no puedo dejar morir al que en algún momento fue el hombre que más ame en mi vida, simplemente no puedo —Comenzó a llorar sin poder detenerse y el limpio sus lágrimas, tal y como siempre lo hacía, odiaba siempre ser el motivo de estas, era como si alguna clase de maldición les persiguiese



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Editado: 06.07.2023

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