Sempiternos: El Jinete

Capítulo 16: Rastros

Tiamat sabía que Egberto trabajaba en el asesinato de su madre pero de igual forma no era grata su presencia en la oficina que para su fortuna no duro mucho tiempo sola antes de que Sigurd regresase con sus anteojos.

—Ti, querida, dime ¿Has podido recordar algo de lo que te pedí?

—Nada aun —Mintió, acto seguido Sigurd desvió la mirada hacia Egberto quien permanecía de pie y apoyado contra una de las estanterías a la derecha de la joven — ¿Qué ocurre?

—Nada, pensé que podrías brindarnos ayuda

— ¿Sugieres que no me importa la vida de mi madre? —No se percató de tono de su voz hasta que Sigurd le miro con desaprobación a lo que ella respondió ofreciendo una disculpa y volviendo a acodarse en la silla —Ni siquiera sé por qué piensas algo como eso, quien debería sospechar soy yo y no hagas esa cara, te la vives susurrando con este tipo y sé que es sobre mi madre, sin embargo no eres capaz de decirme que está pasando

—Agradecería infinitamente que me llamases por mi nombre

—Es sin importancia, por ello no lo recuerdo —Respondió bruscamente sin observarle

—Tendrás que hacerlo, solo él puede ayudarnos a encontrar a esas criaturas —Tiamat se mordió el interior de la mejilla molesta

—Bien, Egberto —Se giró hacia el —No me dicen todo, no tengo algo pero si lo hiciera ¿Por qué debería compartirlo con ustedes? Merezco darle justicia por mano propia ¿O es que acaso tú permitirías que te dejasen fuera de la justicia? ¿De una tan cercana a ti?

—Te sorprenderías de saber que mi padre me ha dejado fuera de ello más de una vez así que por experiencia propia te recomiendo que nos escuches y no solo seas testaruda —La joven logro reconocer algo extraño en aquel extraño, la forma de moverse y hablar le parecían demasiado familiares para considerarlas de un desconocido pero no pudo recordar más porque Sigurd con un carraspeo de llevo de vuelta a la oficina del Santuario

Ambos le miraron como si estuviesen esperando algo pero al ver que no iban a obtener nada ellos lo hicieron primero.

—Egberto sabe quién creo a aquellas criaturas pero lamentablemente no puede dar con ellas, para eso necesito que nos des información

— ¿Quién es? ¿Y cómo supiste que debías ir a mi casa porque algo no andaba bien? Mientras no diré nada

—No sé quién era peor, si tu padre o tu madre pero de alguien debiste sacar esa testarudez —Tiamat se limitó a encogerse de hombros

—Bien, supe que corrías peligro por una carta de tu madre, se lo que debes pensar, no fue una carta de fuego, la noche que… bueno, cuando ocurrió todo ella logro enviarme una carta con un poco de trampa en la magia, esta llego a mi justo después de que te fuiste —Abrió el cajón de su izquierda y saco un sobre blanco el cual le entrego — Al leer el contenido no tuve más alternativa que ir tras de ti, sabía que ella no tenía esperanzas pero tu si

Tiamat no se atrevió a ver el contenido, tenía terror de verlo y no quería verse incapaz de poder ayudar, en sus manos reposaba la última huella de vida de su madre, el ultimo rastro de su existencia y su paso por la vida, le tomo tiempo poder formular palabra alguna y cuando lo hizo no fue más que para cuestionar a Egberto

—No puedo decir mucho pero este hombre es peligroso, capaz de vencer a cualquiera, la única esperanza es encontrarlo antes de que continúe con su plan y es que se apodere de los Santuarios para liberar ciertas… criaturas que parecen escapar del mismo inframundo — Sus brazos permanecieron cruzados hasta ese momento para después tomar asiento al lado de Tiamat —Su nombre es Tomam, no trabaja solo, sus dos hermanos le ayudan, Metae e Hifrausty

—Que nombres más extraños, jamás había escuchado hablar de ellos

—No necesitas más de lo que te dije, ahora tu mente no está en blanco ¿Qué es lo que sabes?

—De acuerdo… papá solía esconder cosas, entre ellas el libro que te di —Momento dirigiéndose al Guardián — Eran pequeños frascos de ensayo pero no eran normales, quiero decir que el contenido no eran colores normales al igual que la manera de sellarlos, una vez colocaba el corcho les rodeaba con una cuerda diminuta del grosor de una aguja, la cuerda era de color dorada, después de eso se iba y los enterraba en el árbol detrás de la casa, una vez le pregunte para que al verse sorprendido y simplemente respondió que eran parte de sus experimentos

—Sabía de los Wart —Cemento Egberto para sí mismo, Tiamat y Sigurd le miraron extrañados, la joven no parecía comprender mucho pero el Guardián comenzaba a unir el rompecabezas que su amigo dejo sin terminar — ¿Nunca supiste a donde los llevaba?

La joven negó a cada una de sus preguntas, la que venía después de las demás era aún más extraña que el resto pero a todas respondió con una negativa sin mentir, realmente no comprendía de que le hablaba  o que era lo que buscaba

—Hay algo más que deben saber y es que mamá mantenía algunos objetos de papá en secretos, incluyendo el libro, esas cosas pensaban que mamá no sabía nada pero realmente sabia más de lo que parecía

— ¿Qué sugieres?

—Que llegaron a ella no como un atajo hacia mí, sino que era ella el objetivo, tenía las respuestas que de alguna manera se y no puedo llegar a ellas, piénsenlo, no tiene lógica esto a menos que sea de la forma en que lo digo, de otra forma esos Sempiternos no hubiesen llegado hasta nosotras y la actual duda es… ¿De dónde provienen? ¿Y cómo supieron de su propia realidad?



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En el texto hay: guerras romance, criaturas fantasticas, magia castillos

Editado: 06.07.2023

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