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Desde siempre, el universo me habló.
No con palabras claras, ni con letras escritas en el cielo,
sino con pequeñas señales que a veces pasamos por alto.
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Una mariposa que aparece justo cuando la necesito.
Un número que se repite una y otra vez.
Una canción que habla exactamente de lo que siento.
Una nube con una forma que me hace sonreír.
Un mensaje escondido en el lugar más inesperado.
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Al principio, no sabía qué hacer con esas señales.
Las veía, las sentía, pero no las aceptaba del todo.
Pensaba que eran casualidades,
que mi mente me jugaba trucos,
que todo era producto de mi imaginación.
Pero poco a poco, comprendí algo muy importante:
las señales no están para que dudemos, sino para que creamos.
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Aceptar las señales es abrir un canal con el universo.
Es decirle a la vida: “Estoy lista para escuchar.”
Y cuando lo hacemos, las señales no solo llegan,
sino que también se multiplican.
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No siempre las señales son fáciles de entender.
A veces vienen disfrazadas de retos,
otras veces llegan como susurros suaves,
pero siempre tienen un mensaje para nosotros.
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El universo habla, pero solo escucha
quienes tienen el corazón abierto.
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Desde que empecé a aceptar esas señales,
mi vida cambió.
Porque aprendí a confiar en lo invisible,
a leer lo que no se ve,
y a caminar con fe.
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Hoy sé que las señales son la forma en que el universo
nos muestra el camino,
nos dice que no estamos solos,
y nos recuerda que somos parte de algo mucho más grande.
> “No ignores las señales.
Están ahí para guiarte,
para protegerte,
para amarte.”
✨💫✨