Sendero de Oscuridad: Del Abismo a la Luz

8. Mirar dos Veces

Desperté con los rayos del sol abrazando mi rostro. Intenté levantarme, pero sentí un dolor agudo en todo mi cuerpo. Se me había olvidado por completo que estaba malherido, no era común en mí estar en estas condiciones físicas.

Necesitaba alejarme aún más de la ciudad, a pesar de estar a una buena distancia, no tardarían en buscarme por los alrededores, podría preocuparme por mis heridas más tarde.

Avancé por un sendero desconocido con el único propósito de alejarme lo máximo posible de Pochinki. Caminar era una tortura, mis heridas escocían demasiado, tardaría al menos tres semanas en curarme.

Por suerte, un joven con un caballo apareció en el horizonte. Después de pedirle prestado amablemente su corcel, lo tiré a la fuerza de su montura. De esta forma avanzaría más rápido y no tendría que agotar mis pies.

Por alguna razón me empezó a perseguir y a gritar cuando me estaba yendo, ¿qué le pasaba?, solicité permiso cordialmente, incluso le había dejado vivir.

Avancé unas horas por el camino cabalgando, mis interiores se revolvían con cada galope, tal vez no había sido tan buena idea utilizar a un caballo, pero era lo más eficiente.

Después de varias horas alejándome de la ciudad de los Minks, ya era más que suficiente. Me detuve a un lado del camino donde yacía una explanada gigante junto a un bosque.

Me moría de hambre, necesitaba comer para recuperar fuerzas, así que fui a la arboleda a cazar. Abatí a un conejo, conseguí ramas y piedras, encendí una hoguera, despellejé al animal y mientras lo cocinaba me puse a ordenar todo lo que había descubierto en Pochinki:

Adavass tiene un negocio de tráfico de personas, mi padre lo descubrió y robó unos documentos que contenían las pruebas de este delito y un plan para derrocar al rey. Los secuestradores de mi infancia intentaron recuperarlos, pero fracasaron.

Seguidamente mi padre fue amenazado por Adavass con destruir a su familia y sus territorios si entregaba aquellos papeles a la ciudad real. En algún periodo, papá mintió diciendo que yo había muerto, y tiempo después los Bartolomeos atacaron a los Ruxem asesinando a todos en el proceso.

Esto era mucha información para procesar.

Parece que Adavass se volvió chiflado y tiene pensado intentar derrocar al reino. Pero eso a mí no me interesa en lo más mínimo. Lo que no me cuadra es aquello de que mi padre intentara pelear contra el tráfico de personas.

Se supone que él era un sujeto que disfrutaba ver a la gente sufrir, estoy seguro de que esa rata hubiera decidido unirse a Adavass. Algo no encajaba. De pronto las palabras de Thorin aparecieron en mi mente:

"Eres igual de amable que tu padre"

-Eso no tiene sentido, mi padre me maltrató durante años después de la muerte de mamá, ¿era posible que él fuera una buena persona? Tal vez quería una recompensa del rey al evitar los planes de Adavass -pensé mientras me comía mi conejo cocinado-.

Al terminar de engullir, utilicé en mí mismo la magia de "lectura mental" para inspeccionar mis recuerdos. Tenía que confirmar lo que ya sabía.

Jamás antes había revisado mis memorias, no era necesario, ya sabía lo que acontecía en ellas, mi padre maltratándome y torturándome una y otra vez mientras sonreía macabramente.

Exploré la parte del cerebro donde se almacenan los recuerdos y encontré justo lo que pensaba: un indefenso niño recibiendo palizas, latigazos, martillazos y siendo transportado al infierno con diversos instrumentos dolorosos en distintas partes de su cuerpo.

La ira recorrió mi ser, no quería tener que revivir esos momentos de nuevo. Hurgué un rato más para darme cuenta que mi padre no tenía una pizca de bondad, al menos no después de la muerte de mi madre.

Estaba a punto de apagar mi habilidad cuando me di cuenta de algo extraño. Había tres antiguos papeles con la palabra "sello" en una sección del hipocampo.

-¡¿Acaso?!, ¡¿eran unos sellos de recuerdos?! -pensé impactado-. ¡Unos sellos de recuerdos como los que utilicé para infiltrarme en Pochinki!

Imposible, mi padre clausuró algunas de mis memorias, ¿qué se encuentran en ellas?, lentamente, me acerqué al primer sello, puse mi mano en el papel para arrancarlo, tragué saliva para prepararme y...

-Disculpa, ¿te encuentras bien?

Desperté de mi exploración interior por el llamado, miré hacia arriba y me encontré a un joven que me examinaba preocupado, al parecer, me vio tirado en la grama y se acercó para comprobar mi estado. Cuando veo mis recuerdos quedo en un estado parecido al sueño.

-No es de tu incumbencia, solo me desmayé -respondí de malhumor-.

-Tenga cuidado, la fatiga puede ser fatal, lo digo por experiencia.

El joven continuó su camino y yo me quedé sentado mirando el suelo con una contemplación perdida. Había estado tanto tiempo indagando en mi cabeza que ya eran las nueve de la noche, decidí que continuaría mis actividades mañana y lentamente caí dormido en la hierba.

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Desperté en el pasto con un viento frío en mi cuerpo, pero nada que no pudiera soportar. Agarré algo de agua del río del bosque y la bebí para refrescarme. Tenía que pensar claramente mi siguiente plan de acción:

-No puedo seguir de esta manera, la batalla contra Thorin casi me mata, ahora me toca enfrentarme a los Bartolomeos que son los más fuertes físicamente. Tengo que entrenar para poder estar a la altura si quiero sobrevivir.

Al pensar en esto tomé mi decisión, iba a tomarme un tiempo para ejercitarme y prepararme para las siguientes confrontaciones.

Me recuperé de mis heridas y sin demora comencé con el entrenamiento para obtener resistencia, fuerza y músculos. Al poco tiempo comencé a notar algo, los ejercicios que hacía se parecían a las torturas de mi padre. Aquel sufrimiento me había hecho muy fuerte física y mentalmente. Mi mente empezó a realizar conjeturas.




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