Todo era oscuridad, la sensación de frío y soledad me abrumaban. En este espacio negro no podía moverme, oír, sentir u oler nada. Vagaba por el área de tinieblas flotando y girando sobre mí mismo una y otra vez. ¿De modo que así se siente estar muerto?
Era pacífico, pero a la vez lo más terrorífico que había experimentado en mucho tiempo. Sentía como todo lo que alguna vez tuve o logré en vida se esfumaba como polvo arrastrado por el viento. Parece que estaré en este sitio por mucho tiempo, toda la eternidad.
Hace 12 horas:
La luz empezaba a asomarse por el horizonte, pero no quería despertarme. No tenía ganas de levantarme. Se supone que hoy debía ir a la ubicación de Adavass, ayer estaba muy decidido a hacerlo. Sin embargo sentía como si un obeso estuviera sentándose en mi abdomen.
Estuve tirado en la hierba dos horas mirando al cielo, empecé a alucinar con las formas de las nubes. Tres formas se representaron en ellas: Ginette, Mugen y mi madre. Al costado, una última forma deslumbró el rostro de mi padre. Fue entonces cuando me determiné, "era hora de hacer pagar a ese infeliz".
Monté a Omen y me fijé en sus ojos. Esta vez mostraban un rojo amoratado. Cada vez que me daba cuenta, Omen tenía los ojos de distinto color. Tal vez tenga alguna enfermedad en la vista. Después de terminar con esto iré con un veterinario equino para revisárselos.
Cabalgué en dirección a Ny'alotha, la ciudad de Adavass. La urbe donde él observa todo lo que sucede con las familias que posee, o que antes poseía. El tipo no sale jamás de ahí, es un cobarde que se esconde del mundo y controla los hilos desde las sombras.
Pasé cinco horas dirigiéndome hacia mi destino notando algunas situaciones extrañas:
Había mucho movimiento militar: soldados y caballos se desplazaban en carruajes por los caminos. Además había muchos civiles que se retiraban de la dirección de Ny'alotha. Algo estaba ocurriendo.
Me acerqué a un carruaje con personas y pedí un informe de la situación.
-Te voy a dar un consejo, aléjate de la ciudad forastero. No vale la pena el riesgo -me aconsejó el conductor de la carroza-.
Después de decir estas palabras siguió su sendero. ¿Qué se supone que significaba eso?
Me infiltré en la urbe y me di cuenta de que la gente parecía muy preocupada, todos murmuraban y bochincheaban sobre algo. No tenía ni idea de lo que estaban hablando.
Lo que más captó mi atención fue la presencia de un vehículo que llevaba encima un objeto gigante tapado con una manta, unos reclutas estaban empujando la carreta.
-¿Qué está pasando? La gente fugándose de la ciudad y susurrando, fuerzas militares movilizándose y este artefacto de enormes proporciones. Necesito un informe de la situación, no puedo atacar a Adavass sin conocer el entorno.
Activé mi modo recopilación de información y me encontré con dos personas del ejército de Adavass conversando.
-Oye, ¿crees que saldrá bien? Esto será lo más peligroso que haremos -dijo un soldado-.
-Tranquilo, ganaremos, ya sabes que Adavass tiene "eso" como su arma secreta, ni siquiera la magia puede derrotarlo.
¿Acaso se referían a esa cosa gigante que estaban transportando?, ¿qué podría ser tan poderoso como para que la magia no pueda hacerle frente?
-Pero el reino ya descubrió nuestros planes, ¿por qué crees que han destruido nuestras ciudades principales una por una? En cualquier momento podrían atacar esta urbe -exclamó uno de los militares nervioso-.
-Tal vez el rey destruyó a los Bartolomeos y Minks, pero aún si conoce nuestros planes no podrán con lo que se avecina, ¡ADAVASS SERÁ EL NUEVO GOBERNANTE SUPREMO EN POCO TIEMPO!
Fue entonces que recordé el diario de Thorin. En él decía que Adavass planeaba concretar un golpe de estado para derrocar al rey.
-¡JAJAJAJAJAJA! -me reí lo más fuerte que pude-.
No pude contener la risa al atar los cabos. ¿Eso es lo que planeó por más de diez años, la creación de un arma? ¿Qué tan imbécil puede ser alguien? Todos sabemos que el rey tiene al ejército de magos y espadachines más poderosos de la nación. Él será destruido en cuestión de segundos si lo desafía.
- ¡¿Quién anda ahí?! -cuestionaron ambos guerreros al mismo tiempo-.
Antes de que se dieran siquiera cuenta, me coloqué detrás de ellos y los atravesé con mi espada matándolos al instante.
Ya me había enterado de lo que estaba pasando, al parecer contemplan que es el rey el que destruyó a los Bartolomeos y Minks.
Corrí por los tejados mientras carcajeaba aún más fuerte. Me había preocupado por nada, no importa que tan fuerte sea ese "artilugio secreto" no podrá hacer nada contra mí o contra el reino.
Empecé a buscar el lugar donde se refugiaba Adavass caminando por los techos, cuando súbitamente escuché un gran estallido. Miré en la dirección de donde provenía el sonido, era una gran onda explosiva.
Un viento que parecía torbellino junto a un pequeño temblor no tardó en llegar a la ciudadela y a los alrededores, sembrando el caos.
No detecté ningún poder mágico que causara tal explosión, pero esa detonación era más poderosa que cualquier hechizo que haya visto.
Me quedé impactado con los ojos bien abiertos viendo aquel espectáculo de destrucción mientras un sudor frío empezó a recorrer mi cuerpo.
-¡¿Qué rayos fue eso?! Acaso, ¡¿esa es el arma secreta?! -pensé intranquilo-.
Ese desparramo no lo puede generar ningún mago ni con el hechizo más poderoso. "Tal vez Adavass no está jugando", de verdad intentará derrocar al reino con esa cosa. Si no lo mato ahora, estaré obligado a seguir y hacer todo lo que él quiera y ya no habrá manera de derrotarlo.
Después de reflexionar me puse serio y a máxima velocidad empecé a buscar el sitio donde se encontraba Adavass. Era obvio que el ataque al rey sería pronto. Necesitaba localizarlo de inmediato.
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Editado: 04.05.2025