Hace trece años, fui invocado urgentemente por tu padre a su mansión. Le debía un favor, así que me di a la labor de darme prisa en arribar al sitio.
Llegué caminando por la puerta principal y fui recibido por tu padre, mas no podía encontrar por ningún sitio a Isabella, tu madre.
-¿Dónde se halla tu esposa?, debería pasar a saludarla por cortesía -le dije a Rafael-.
Él con una mirada perdida miró al cielo y me dialogó:
-Hablemos en un sitio privado, por favor.
Nos dirigimos a su cuarto para hablar a solas. En el pasillo pude observar a un pequeño niño que asumí era el hijo de mi amigo. Exactamente, ese niño eras tú, Caleb.
Rafa y yo nos encerramos en su habitación de trabajo. Fue entonces que procedió a platicar:
-La situación es bastante seria, Pilón. Estoy considerando el uso de mi habilidad.
-¡¿Has perdido la cabeza?!... ¡¿estás considerando usar eso?! ¡¿Sabes las consecuencias, verdad?! -le advertí un poco agitado-.
-Adavass descubrió que trabajo para el rey, enviaron a unos matones a recuperar los documentos y dañaron gravemente a mi esposa -continuó Rafael-. Lamentablemente, a ella no le queda mucho tiempo de vida. Además, estoy seguro de que dentro de unos años Adavass hará su movimiento y atacará la ciudad. Si no hago algo, mi hijo Caleb morirá también.
Yo solo me quedé pensativo ante las malas noticias y la situación. Las circunstancias no se veían nada bien para la familia Ruxem, iban a ser exterminados por completo. Rafa quería que al menos su hijo Caleb sobreviviera.
-Si estás tan decidido a sacrificarte por tu hijo, no soy nadie para detenerte, viejo amigo -le dije comprometido a ayudarlo en lo que necesitase-.
-Muchas gracias, Pilón.
Rafael empezó a juntar todo el poder mágico que tenía para conjurar su habilidad especial: "Vistazo al futuro". Esta habilidad permite al usuario ver distintos porvenires de líneas paralelas, pero tiene una gran desventaja. Solo se puede observar tres años hacia el futuro; y el usuario cambiará su situación de muerte presagiando su desenlace al final de esos tres años. Es decir: verás el futuro, pero morirás inevitablemente una vez que los tres años que divisaste lleguen a su final.
Un aura azul empezó a rodear a mi amigo y sus ojos cambiaron a color verde. Se notaba en su faz que estaba sintiendo mucho dolor al ver las distintas posibilidades que podían ocurrir. Estuvo sentado, liberando una gran energía sin parar por más de una hora. Finalmente el aura azul se empezó a disipar, dejando a un Rafael abatido y aturdido.
-¿Qué observaste? -pregunté expectante por una respuesta-.
Rafa solo me miró y empezó a sacar lágrimas. En ningún futuro o línea paralela el pequeño Caleb escapaba de la muerte. Y al haber utilizado su propia habilidad, él inevitablemente moriría dentro de tres años comido por un mapache gigante de los Bartolomeos, sin importar qué es lo que hiciera para evitarlo.
Esto me impactó, la última vez que había visto a Rafael llorar había sido en su boda.
Esta vez, las lágrimas no eran de felicidad, estaban llenas de tristeza y desesperación.
-No quiero meter leña al fuego, pero... ¿qué fue lo que viste? -pregunté buscando alguna esperanza-.
-Pude ver a Caleb ser asesinado por criaturas del bosque, los Bartolomeos, mapaches gigantes y derrumbamientos. No hay salvación en ningún futuro -me dijo Rafael llorando-.
Me quedé en silencio por un momento. El primer paso era calmar a Rafael e intentar conseguir que no se rindiera. No había estudiado con los monjes de Prombanán por veinte años por nada. Después de calmarme a mí mismo le conté:
-"A veces sentimos que solo existe oscuridad en nuestro camino, pero eso no es cierto. No es posible la oscuridad sin la luz y no existe la luz sin la oscuridad. Nosotros somos el resplandor que debe iluminar el sendero".
El jefe de la familia Ruxem me miró por unos segundos antes de mi persona notar cómo su mirada cambiaba de una triste y desesperada a una decidida y determinada.
-Tienes razón, si no hay un futuro prefijado, crearé mi propio futuro -exclamó mientras se le aclaraba el rostro-.
-O-oye, eso no fue lo que di-
-¡Muchas gracias, Pilón!, ¡sabía que sería una buena decisión llamarte! -me interrumpió-.
Después de eso analizó cómo podía crear su propio destino noche y día. Pensó en todos los porvenires que observó. ¿Por qué Caleb moría?, la respuesta era simple: era muy débil para pelear y sobrevivir por su cuenta. A pesar de que contempló futuros donde él lo entrenaba sin parar, Caleb no sobrevivía del día donde atacaban la ciudad. Rafael cayó en cuenta en algo muy importante:
En todos los futuros, Caleb era tratado con amor y por lo tanto terminaba siendo un niño mimado que no podía escapar de los Bartolomeos y animales salvajes.
Si quería que Caleb se valiera por su cuenta necesitaba entrenarlo de una manera que nunca intentó en las miles de líneas alternas que vio. Era necesario un método donde se desarrollara carácter y habilidades rápidamente.
En ese momento, Rafael tuvo que tomar una difícil decisión:
Si entrenaba normalmente a su hijo, no importaría lo que hiciese, él y Caleb morirían. Pero, si adiestraba a su hijo sin parar y sin piedad, habría una gran posibilidad de que él viviera y pudiera crear aquella línea nueva que tanto deseaba.
Yo solo podía observar su indecisión en el camino a elegir. Se pasó noches en vela sin dormir, Rafa no estaba seguro de poder hacerle tales actos horribles a Caleb. Pero tenía que llevarlo a cabo si quería que su descendencia viera un futuro.
Acudió a mí en busca de un nuevo consejo. Yo procedí a decirle:
"Si te encuentras con una decisión difícil, pregúntate: ¿Qué es lo que deseas en tu corazón?, vive y toma tus decisiones dependiendo de lo que tú realmente anhelas. Solo tienes que recordar que cada decisión tiene una consecuencia".
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Editado: 04.05.2025