Ha pasado una semana desde que Omen murió y el ataque a la ciudad Alcázar fracasó. Llevo viajando en dirección a TumbleWeed desde que acabé con Adavass. Cumpliré la promesa que le hice a Ginette de visitarla, es la única amiga que me queda.
Después de caminar por lo que pareció una eternidad, pude divisar en las lejanías un pequeño pueblo que asumí era el sitio donde Ginette vivía. Me acerqué a la entrada para ser recibido por unos guardias:
-Buenas tardes, señor. ¿A qué debemos su visita? -preguntaron los guardias-.
-Solo vengo de paso -respondí-.
-Entonces, disfrute de nuestro humilde hogar -contestaron los defensores-.
Al entrar al poblado me di cuenta que se trataba de un sitio bastante animado y acogedor. La gente caminaba por las calles para comprar en el mercado y coger aire fresco.
-¿Cómo rayos iba a encontrar a Ginette en este sitio? -pensé con duda-.
Me puse a preguntar la ubicación de Ginette a las personas. Pero al ser un pueblo bastante amplio, no la conocían o recordaban. Mientras preguntaba en un bar por información, escuché una conversación que me llamó la atención:
-¡¿Escuchaste lo que pasó con el rey?! ¡Dicen que intentaron atacar Alcázar!
-¡¿En serio?! ¡¿Qué pasó?!
-Al parecer una familia se reveló contra el reino y construyeron un arma muy poderosa con la que casi conquistan la ciudad. ¡Pero un héroe apareció y acabó con la armada completa y su líder!
-¡¿Ehh?!, ¿una sola persona?
-Sí, y tan misteriosamente como apareció para salvar el reino, desapareció antes de que pudieran agradecerle.
Estaba algo sorprendido, las noticias ya se habían esparcido hasta por estos lares. Además, me conmocionó que me llamaran héroe, no era mi estilo. De hecho, la única razón por la que hice eso fue por Omen. Él es el verdadero héroe.
Al no poder encontrar información acerca de Ginette, caminé por los tejados buscándola por las calles. Pude ver a un pequeño potro siendo vendido en un mercado de caballos. Estaba muy barato ya que todavía no había crecido, pero por alguna razón ese pequeño animal se me hacía muy conocido. Tenía alguna característica que me recordaba a Omen.
Me acerqué al vendedor para preguntarle:
-Ese pequeño amigo, ¿de dónde viene?
-Es una mercancía de Ny'alotha, los que me lo vendieron dijeron que era el hijo de un caballo negro mágico. Pero son puras patrañas, ¿cómo un caballo podría poseer magia?
Supe inmediatamente quién era el padre de este animalito. Así que Omen no solo trataba de proteger a la naturaleza que le dio vida a él, sino a la misma naturaleza que le dio vida a su hijo. A pesar de que Adavass obligó a Omen a reproducirse por avaricia, él quería y amaba a su hijo.
-Le pagaré lo que sea, pero por favor, déjeme comprarlo -le supliqué al vendedor-.
-Está bien, muchacho. Todo tuyo.
El potro era color negro como su padre, pero con unas manchas marrones en su cuerpo. No sé si heredó el poder de Omen, mas eso no importaba. Era el hijo de mi amigo y por lo tanto era mi deber cuidarlo.
-Cierto... Debo ponerle un nombre -pensé para mí mismo mientras caminaba por las calles con él en mis brazos-.
Salí del poblado dirigiéndome a una colina para pensar con mejor claridad. Reflexioné por unos minutos un nombre para el caballo y al final me decidí:
-Te llamarás Ougen, una combinación entre Omen y Mugen. Para que crezcas con la valentía de tu padre y la fortaleza de Mugen.
Fue entonces que me di cuenta que cerca del poblado, había una casita un poco alejada que estaba soltando humo de la chimenea. Me dirigí al sitio para tocar la puerta:
-Hola, ¿hay alguien en casa?
Mi sorpresa fue gigante cuando la que me abrió la puerta no fue otra que Ginette. Tenía el pelo suelto hermoso que destacaba la fragancia de él. Siempre la vi con pelo recogido, verla con ese nuevo estilo no era tan malo.
-Mmm... ¿Quién eres tú? -preguntó ella-.
Caí al suelo de la conmoción por la reacción de ella ante mi presencia.
-¡Oye!, ¡tú fuiste la que me dijiste que te visitara después de que resolviera mis problemas, pequeña escuálida! Aunque en realidad no estás escuálida, solo flaca.
-¿Caleb?
Su cara se transformó de una de confusión a una de alegría y felicidad.
-¡Caleb, eres tú! ¡No te reconocí! -me exclamó mientras se abalanzó a mi para abrazarme-.
Me quedé paralizado por la respuesta de ella al reconocerme. Pude ver de soslayo como Ougen que estaba en el piso se reía y me miraba pícaramente.
-¡Maldito caballo, se está burlando de mí! -pensé un poco apenado-.
-Lo siento Caleb, no te reconocí en absoluto, estás muy diferente. En especial tus ojos, siempre tenías una mirada sombría. Pero ahora tienes una mirada más suave. Déjame decirte que te ves mejor cuando no estás tan enojado -mencionó Ginette con un tono burlón-.
-¡No te burles de mí! -contesté algo sonrojado a su comentario para después comentarle: Supongo que... tú tampoco te ves mal.
Ella me miró pasmada y sorprendida por lo que dije.
-¡Oh no! ¡¿Acaso dije algo malo?! -pensé preocupado-.
Ginette comenzó a reírse a carcajadas mientras me decía de broma:
-¿Qué rayos te pasó, Caleb? Jamás creí que me dirías un cumplido.
¿Había cambiado tanto desde la última vez que la vi? ¿No era tan raro que yo dijera un cumplido, cierto?
Pasamos el día conversando y poniéndonos al día con todo lo que había acontecido. Le compartí todo lo que viví junto a Omen y Pilón.
Al parecer la yegua de ella tuvo una hija como Omen. Y la "niña maga" practico aún más su magia desde la última vez que la vi, por lo que era más poderosa que cuando entrenamos.
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Editado: 04.05.2025