Señor de la fortaleza

Conversación

 

En su oficina Remontz revisaba los informes más recientes, aunque en su mayoría siempre traían información poco útil, su responsabilidad era leerlos con cuidado. Para las personas que no lo conocían, su postura no atraería su atención en absoluto, pero para los que sí, notarían que su velocidad de lectura se había reducido en una fracción.

Para un hombre como él, que había puesto en sus manos un sin número de documentos de información inverosímil, ¿qué cosa lograría afectarlo hasta tal punto?

Mientras Remontz continuaba con su lectura, se escuchó el sonido de golpeteo, alguien llamaba a su oficina, la sirvienta que se encontraba a su lado se movió al instante, como una maquina perfecta.

A diferencia de Adrion, los campeones solo contaban con una de ellas para atenderlos, al volver de abrir la puerta, la sirvienta miro a su superior y le hablo con su suave voz.

―Señor Remontz, el jefe de espías desea hablar con usted, ¿debería dejarlo entrar?

Desde el principio hasta el final de la actuación de la sirvienta, Remontz no había abandonado sus documentos ni por un segundo, pareciera como si no hubiera escuchado nada, y en la misma postura, le dirigió la palabra a la sirvienta.

―Esta será la última vez que permito que le faltes el respecto a uno de tus superiores, no seré responsable si tu cabeza es separada de tu cuerpo si cometes el mismo error. Dile al maestro de espías que entre.

Ella simplemente asintió, Remontz no necesitaba explicarle nada a la sirvienta, ella sabía bien lo que había hecho. La relación de las sirvientas con Painappuri se podía explicar de manera simple, a ellas les desagradaba. Esto se podía explicar fácilmente, como maestro de espías en la fortaleza, a él le gustaba hacer interrogatorios periódicos.

Dado que el contra espionaje también se encontraba entre sus deberes, que él hiciera esto, no debería tener nada de malo, pero saber esto, no hacía que sus interrogatorios fueran menos desagradables. A nadie en la fortaleza le gustaría escuchar como su lealtad era puesta a prueba continuamente. De esta forma, los puntos de afecto de los sirvientes con Painappuri, siempre se mantenían en números rojos.

Painappuri entro por la puerta, ignoro por completo las normas de etiqueta y se sentó con las piernas cruzadas frente a Remontz.

―Té

Él simplemente agito su mano mientras ordenaba a la sirvienta, por su parte, Remontz continuaba con su trabajo, seguía de la misma manera sin impórtale en absoluto lo que hacía Painappuri.

Los dos permanecieron en silencio, hasta que la sirvienta coloco el té en la mesa.

―Tu comportamiento es muy sospechoso, ¿acaso envenenaste esta cosa?

Painappuri hablo sin interés mientras señala el té delante suya.

―No me atrevería mi señor.

La sirvienta solo pudo hablar de manera uniforme, sus rangos eran demasiado diferentes para que ella pudiera resistirse.

―No importa, ven a la oficina de castigo más tarde.

Painappuri hizo el té a un lado, desde el principio de la conversación no había mirado a la sirvienta ni una sola vez, parecía que su valor no valía ni un solo vistazo de su parte.

―Ahora Remontz, no vas a proteger a tus preciosas sirvientas.

Él claramente se estaba burlando, sabía bien la buena relación que tenía con las sirvientas, Remontz hizo un ligero movimiento de su mano para cambiar de página en el documento, no mostro interés en el asunto, pero cuando parecía que no diría nada, abrió su boca.

―Eso no está dentro de mi jurisdicción, si crees que es culpable, puedes matarla entonces.

Painappuri hizo un exagera encogimiento de hombros.

―Entonces, eso es todo lo que vales para él, ¿lo ves?

Él dirigió esas palabras a la sirvienta que continuaba en silencio en la esquina, ella permaneció del mismo modo, con la cabeza baja.

―Que aburrido, que aburrido.

Aunque actuaba como un niño molesto, Remontz continúo haciendo la vista gorda, lo mejor era ignorar todo lo que hacía y decía este tipo.

―Ahora bien.

Painappuri dio tres toques con su dedo sobre la mesa.

Por primera vez desde la llegada de Painappuri, Remontz desvió su mirada de sus documentos, sus ojos estaban puestos sobre la sirvienta en turno, ella seguía inmóvil. Pero al mirarla detenidamente te darías cuenta de su extrañeza, estaba demasiado quieta, parecía haberse transformado en una estatua.

Remontz bajo sus documentos y hablo.

―¿Qué es lo que quieres?

Painappuri junto sus manos y se apoyó sobre su silla.

―¿Acaso necesito una razón para hablar con un amigo?

Aunque Remontz no se movió, Painappuri pudo sentir como la temperatura de la habitación bajaba.

―Vamos no te enojes, no querrás lastimar a esa pequeña sirvienta, ¿no?

Painappuri continúo jugando con sus dedos, la situación permaneció en ese estado unos minutos, hasta que decidió hablar nuevamente.



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En el texto hay: guerra, fansasia, transmigrar

Editado: 13.09.2021

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