Señor Mentira

6. Fantasma del pasado

 

Subí con furia en cada paso las escaleras hacia su oficina como si supiera donde se encontraba. Nunca había venido a un lugar como este y ni siquiera sabría donde encontrarlo si no fuera porque el navegador me lo había dicho. Solo bastaba con buscar a Amir Cromwell y los resultados de búsqueda saldrían inmediatamente, gracias a ello pude saber con exactitud donde encontrar empresas Cromwell y dirigirme ahí aunque tuviera que hacerlo en taxi ya que había perdido el autobús a la escuela.

Había entrado sin preguntarle a la recepcionista acerca de Amir, solo pude ver de reojo como ella me gritaba que no estaba autorizada a entrar mientras que yo la ignoraba olímpicamente, subiendo las escaleras sin importarme su advertencia. Me imagine que llamaría a los guardias de seguridad por lo que me apresure a subir los escalones hasta estar finalmente en el piso donde se encontraban una que otra oficina. Agudice mi visión para captar más rápidamente el nombre de Amir en una de las placas de las puertas o identificar su apellido en alguna de ellas, tenía que ser mucho más rápida que los guardias que ya venían pisoteándome los talones.

Era la única puerta de madera oscura y al igual que las otras oficinas, las paredes eran de cristal transparente lo que hacía que pudiese ver el interior y así poder identificar a Amir con a penas mirar en su dirección.

Se encontraba sentado frente a su escritorio con su teléfono en su oído, centrando su mirada en los papeles que estaba firmando, hasta que se detuvo y volteo en mi dirección como si hubiese sentido mi mirada puesta en él.

Sus ojos grises brillaron al verme para después sonreír. Dijo algo al teléfono y posteriormente colgó.

Los pasos de los guardias dejaron de escucharse, por lo que supuse que había sido la recepcionista la que le había llamado para advertirle acerca de mi presencia y él le había dicho a los guardias que eran completamente innecesarios.

Rompí el contacto visual y entré de una vez por todas.

- ¿Qué ganas con todo esto?

Sus cejas se fruncieron fingiendo confusión ante mi abrupta pregunta . Cerró las carpetas que estaban en su mesa y se acomodó en su silla para prestarme atención.

- Aprecio tu visita, Dina, digamos que me tiene sorprendido. Toma asiento, por favor - señaló el par de sillones color turquesa frente a su escritorio.

- ¿Porqué quieres desalojarnos de nuestra casa? Hemos pagado el alquiler de esa casa por aproximadamente diez años, ¿porqué te metes con nosotros ahora?

Coloco ambos brazos sobre la mesa haciendo que los músculos de su brazo se tensaran en el traje azul marino que traía y que si fuera en alguna otra circunstancia, hubiese retenido el aliento por lo bien que le sentaba ese color.

- No me estoy metiendo contigo o tu familia Dina, se hizo una junta en la empresa y se designo que los inquilinos que no pagaran a tiempo sus pagos, serían desalojados de la propiedad para darle oportunidad a inquilinos mejores.

- Pues esa decisión es estúpida. ¿De qué les sirve quién paga a tiempo y quién no? Deberían conformarse con que demos nuestro pago y no les debamos años de renta. Discúlpeme señor Amir Cromwell pero nosotros no tenemos tanto dinero como los de su clase.

- No me complace repetírtelo, Dina, pero tu familia tiene dos meses de renta retrasados.

Su mirada de autosuficiencia no hizo más que aumentar mi coraje porque maldita sea, tenía razón. Mamá no pagó la renta por comprarle el videojuego a Dylan y estábamos retrasados en la renta de este mes.

- Lo pagaré así que quita la orden de desalojo de mi casa.

Su mirada grisácea hizo que mis nervios aumentaran. No podía respirar con normalidad si él me miraba de esa manera.

- Bien. Solo fue una advertencia. Esa advertencia de desalojo se hace a los clientes quienes siempre retrasan sus pagos.

Mordí el interior de mi mejilla para evitar que mi furia explotara. Desvíe mi mirada de sus ojos grises para mirar la pintura detrás de él. El mar.

Las olas del mar estaban pintadas de una manera que parecía tan realista que creía que en cualquier momentos éstas se desbordarían del cuadro y ojala así fuera y Amir se estuviera ahogando en ellas.

- Vamos, te llevaré a la escuela Dina, al parecer se te hizo tarde.

Su sonrisa burlona hacía que mi sangre hirviera de la furia. Esa seguridad con la que actuaba, la precisión de sus pasos, la intensidad de su mirada, todo me irritaba, todo que tuviera que ver con Amir Cromwell hacía que la ira se acumulara en mis venas, haciendo que toda mi sangre llevara la información a todo mi cuerpo de lo cuanto me enojaba su simple presencia.

La paz que habíamos tenido ayer había desaparecido.

- No me llames Dina - rezongue apretando los dientes. Amir dejó de caminar hacia la puerta de entrada al escucharme.

- ¿Acaso tu nombre no es Dina? - preguntó lo obvio con tono burlón.

- No me gusta que me llames con familiaridad cuando estamos lejos de ser cercanos.

- ¿Entonces como debo llamarte?

Sus cejas se elevaron esperando una respuesta. Mordí el interior de mi mejilla, una vez más no tenía una respuesta. Siempre que estaba con él decía alguna estupidez que sin duda no había sido autorizada por mi cerebro.

Amir se acercó a mi, dejo su teléfono en uno de los sillones y con su mano desocupada sostuvo mi mejilla.

- Deja de hacer eso, te estas lastimando.

- Entonces aparta tu mano - alegué sin alejarme de su toqué.

Estábamos tan cerca que su cercanía provocaba que ardiera todo en mi interior. No podía apartar mis ojos de los suyos, era como si estuviese completamente cautivada por aquellos orbes grises. El toque de sus dedos sobre mi mejilla y su cálida respiración sobre mi rostro, aceleró mi corazón. Tal vez había algo mal en mí, alguna enfermedad desconocida, tal vez y sufría de taquicardia y yo ni siquiera lo sabía.

- Te llevaré a clases, de todas formas voy de paso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.