Señor Mentira

10. Indecisión

 – ¡¿Qué?! – Elena gritó exaltada llamando la atención de las personas a nuestro al rededor que comían tranquilamente hasta que ella los interrumpió con el ruido de su silla al levantarse de forma abrupta.

– No hagas un escándalo y siéntate, estas llamando la atención de todos.

Ella me hizo caso a regañadientes, sentándose de vuelta a la mesa.

– No me culpes por estar así, simplemente no me lo esperaba – dijo llevándose a los labios el café que ya se encontraba frío debido a la extensa charla que habíamos tenido. Retomo la calma por unos segundos en los que su mirada se había centrado en los colores azulados de la mesa mientras analizaba lo que le había confesado.

Era verdad que Elena y yo éramos amigas a medio tiempo, si se podía llamar así, porque solo éramos amigas dentro de las instalaciones de la escuela. Esta era la primera vez que salíamos a tomar un café, aunque no podía decir que me entusiasmaba mucho esta salida, no cuando lo que teníamos para hablar involucraba al cien por ciento a Amir Cromwell.

– ¿Estas segura de eso? – preguntó mirándome a los ojos con compasión. – No tienes que hacer eso solo por el idiota de Hazel, no puedes perder tu vida solo por él y entregárselo a alguien más.

No respondí. ¿Qué podría decirle? Estaba en una situación difícil y yo misma me había encargado de meterme en ello, yo había tomado esa decisión apresurada y ahora estaba dudando de ella después de contarlo en voz alta.

– Dina – ella tomó mis manos entre las suyas como un gesto reconfortante, tratando de transmitirme el apoyo que una amiga le da a otra – No tienes que hacerlo. Sé que he hablado maravillas de los Cromwell pero solo alabe su belleza, realmente nadie los conoce, todo mundo solo sabe lo importante que es esa familia y lo apuesto que son los dos hermanos pero después de eso no se sabe nada, es como conocer a alguien de manera superficial, no sabes el tipo de personas que son.

– Lo sé, pero ya no puedo dar vuelta atrás. Ya acepté este compromiso, te conté acera de lo que la señora Nancy dijo acerca de nuestra casa, no podremos pagarla en un par de meses y mi familia estará en la calle, quiero que Dylan siga estudiando, que mi madre tenga todo lo que quitaron, de todas formas dudo mucho que pueda volver a confiar en alguien después de Hazel.

Elena negó con la cabeza, moviendo su corta melena de un lado a otro mientras suspiraba. – ¿Y qué hay de Amir? Tú obtienes algo de este compromiso pero, ¿qué obtiene él?, ¿Qué es lo que quiere lograr al casarse contigo?

Esta vez me tocó a mí suspirar frustrada, esa misma pregunta rondaba en mi cabeza desde que Amir confesó abiertamente que no creía en el amor. Tal vez fue muy egocéntrico de mi parte pensar que Amir Cromwell se había enamorado de mí y por eso insistía tanto en casarse conmigo, pero no encontraba otra respuesta más que esa y ahora aquella cuestión no me dejaba en paz.

– No creo que sea una buena idea, pero no dudes en llamarme si algo pasa. Siempre se tiene más opciones, Dina, nunca nos quedamos atrapados en una sola salida, solo es que ahora no puedes verlo.

Tenía razón, no podía verlo. Había una venda de negación sobre mis ojos que me impedía ver más allá de mi melancolía. No tenía otra salida y había acogido la primera opción que había llegado a mi puerta sin ponerme a pensar en lo que pasaría después, ya que estaba segura de que hiciera lo que hiciera Amir, no me afectaría, él no podría dañarme porque yo no lo amaba y él no me amaba a mí.

– Gracias, Elena.

Ella me dedicó una sonrisa sincera. Seguimos bebiendo de nuestro café sin volver a retomar el tema, necesitaba tomar un respiro de todo esto y conversar con Elena me había dado el impulso que necesitaba para recuperarme de lo sucedido.

No había regresado a la escuela al día siguiente, aunque si había recibido cientos de mensajes en mi teléfono de personas que ni siquiera sabía como habían conseguido mi número, las cuales preguntaban una y otra vez acerca de mi compromiso con Amir, tanto que sentía que mi teléfono explotaría. No contesté a ninguno de ellos y decidí apagar mi teléfono, de todas formas no tenía que ir al campus de Risten nunca más, Amir había prometido que Dylan continuaría con sus estudios y mi mamá dejaría de trabajar finalmente con la única condición de que fuéramos con él a la capital así que aquí estábamos, con nuestras maletas ya hechas a fuera de lo que había sido nuestra casa por años, esperando a que Amir llegara por nosotras.

– ¿Porqué nos vamos, mamá? No entendí muy bien la razón.

Dylan intercaló su mirada entre la mía y la de mi mamá, buscando que una de las dos contestara a su pregunta.

– Porque iremos a la capital, ya no podemos seguir viviendo en este lugar – respondió mi madre a secas, hace unos días estaba emocionada por la noticia, tanto que incluso invito a Amir a cenar a nuestra casa en contra de mi voluntad, por lo que después tuve que contestar todas las interrogantes que aquella reunión había dejado en Dylan; pero su ánimo había cambiado de repente, los recuerdos del pasado habían vuelto a su mente, así como había vuelto a la mía, un recuerdo tan vívido que mi pecho se encogía al recordarlo. Las lágrimas. Las súplicas. La traición. Todas aquellas emociones enterradas dentro de mi corazón dolían mucho más que el hecho de haberme separado de Hazel. No podíamos volver a ese lugar, pero aún así íbamos a regresar con la frente en alto.

– Pero volver ahí..

Dylan se calló a sabiendas que ese era un tema delicado en nuestra familia. Acaricie su brazo de arriba hacia abajo mientras lo pegaba contra mí en un gesto reconfortante, sabía que para él también era difícil pero los Soler regresarían a Belgrado con la cabeza muy en alto.

– ¿Así que finalmente se cumplió tu deseo, Regina? – inquirió burlesca la señora Daya desdé la ventana de la casa de nuestra vecina de a lado, donde también se encontraban unas cuantas vecinas reunidas ahí, mirando hacia nosotras.




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