Señor Mentira

13. El personaje principal

– ¿Lista para tu primer día de clases?

– ¿No dijiste que le dirías a Ilyas que me llevará?

– Cambie de opinión, quise ir a dejarte personalmente por ser tu primer día.

Bufé ordenando nuevamente las libretas en mi mochila.

Cuando desperté esta mañana había una pirámide de útiles escolares sobre mí en la cama, no hizo falta enumerar a los culpables de aquello ya que sabía a la perfección que había sido Amir el que había comprado todo y ordenado que lo colocaran justo encima de mí para poder despertarme con un borrador sobre mi cara.

No reproche más cuando vi la mirada atemorizante de mi madre y la sonrisa en el rostro de Dylan al ver que no dejaría la escuela.

– Hiciste bien en dejar que mi hermana continuara sus estudios – había dicho Dylan a Amir, sorprendiendo a todos, debido a que desde el primer día en el que llegamos nunca le había dirigido ni una palabra.

– Supongo que hacerte venir a la escuela fue suficiente para que tu hermanito dejara de verme con odio.

Reí ante lo dicho.

– Dylan se sentiría culpable si no lo hubiera hecho. Es un niño aún pero piensa como un adulto. Aunque yo debería de preocuparme más por tu hermana, ella no pareció gustarle en absoluto que me hayas traído en tu auto y a ella la hayas enviado con Ilyas junto con Dylan.

– Elina puede ser algo caprichosa pero no es una mala chica.

– Eso explica porque solo se limita a verme con odio en lugar de arrancarme el cabello mientras duermo.

Mi comentario le causo gracia dado que no tardo en reír, provocando que las arrugas en sus ojos se marcaran con su sonrisa. Carraspee dejando de verlo por el espejo retrovisor para mirar la ciudad a través de la ventana en todo el camino hasta el campus.

 

– Suerte – musitó con una sonrisa, lo que provoco que yo sonriera timida. Lo atractivo que Amir era solía ponerme nerviosa en algunas ocasiones, por lo que me limitaba a sonreírle a medias cuando usaba aquel tono grave en su voz.

– ¿Vendrás a buscarme?

Esta vez fue su turno de sonreír mientras negaba levemente con la cabeza, sintiéndome avergonzada al instante. Había sonado como si quisiera que él lo hiciera.

– Ilyas vendrá por ti y mi hermana así que trata de no pelear con ella, solo debes de tenerle algo de paciencia.

– Lo intentaré – suspiré.

Me despedí de él con un movimiento ligero de mano para después perderme en la multitud de estudiantes que pasaban a mi alrededor. Acostumbrarme a un instituto tan grande realmente sería una tarea muy pesada, pero al menos debería de intentarlo.

 

 

                                                                                         …

 

 

Amir.

– ¿Qué pasa? Te veo demasiado distraído desde esta mañana

Eliot dejó los papeles sobre mi escritorio y se sentó en uno de los sillones de mi oficina sin ser invitado a hacerlo.

– No puedes sentarte aquí como si nada, recuerda que eres un pasante como todos los demás – recalqué su titulo en la empresa con diversión. Eliot rodó los ojos como un niño pequeño mientras se quitaba el gafet que dictaba que estaba haciendo sus practicas universitarias en la empresa Cromwell, aventándola sobre el sillón con molestia.

– Aún no soy pasante, estoy haciendo mis practicas para luego asumir mi puesto en la empresa.

– Aún así eso no quita que sigas yendo por el café de mis empleados.

Esta vez me dirigió una mirada dura, con ningún ápice de gracia a pesar de que yo si me divertía con ello.

– Eso es culpa tuya. Todos abusan de mi bajo puesto solo porque tu los tratas tan mal y se vengan conmigo.

Me encogí de hombros despreocupado, volviendo mi vista a la computadora.

– Ignoraste mi pregunta hermano.

– ¿Qué quieres que te diga en respuesta? – pregunté comenzando a teclear algunas correcciones en un reporte que Lucas – uno de mis trabajadores – me había enviado hace un momento.

– ¿Porqué inscribiste a la chica al instituto? Nadie te dijo que lo hicieras, ¿acaso aquella bella acción broto de tu corazón?

Le dirigí una mirada mordaz que lo hizo achicarse en su lugar.

– No eres del tipo que hace esas cosas, por eso preguntó.

Volví mi atención en el reporte en mi computadora, aunque ahora, a diferencia de hace un momento, ya no leía el contenido del reporte, mi mirada estaba centrada en las letras ahí escritas pero mi cerebro no quería acatar la orden de leerlos, perdiéndose en pensamientos que no tenían nada que ver con el trabajo.

– Solo porque sí.

Eliot soltó una carcajada que se apresuró a callar al momento en el que me volví a mirarlo.

– Puedes evitar mis preguntas pero no podrás esquivar las preguntas que tú mismo te hagas cuando te encuentres a ti mismo pensando en ella.

– No lo haré, no tienes porque preocuparte por ello.

Él volvió a sonreír mientras negaba con la cabeza.

– Solo no te olvides el motivo por el cual estas con ella. Si te metes de lleno en el personaje que te impusieron, sufrirás el doble de lo que Dina lo hará.

Se retiró en silencio, dejando consigo aquellas amargas palabras retumbando en mis pensamientos y como si se hubiese coordinado con la visita de Eliot, un mensaje llegó a mi teléfono.

Lo miré por breve segundos en los que me apresure a apagar el teléfono para evitar que alguien llamara. Me levanté del sillón tomando mi saco gris en el proceso, dirigiéndome hacia la puerta y salir de la oficina. Subí al ascensor e indiqué el piso de abajo presionando un botón.

– Trae mi auto, por favor.

El encargado de cuidar los autos de los miembros de la empresa se apresuró a ir por mi coche corriendo con las llaves en su mano cuando me escuchó. Una vez que llegó me apresuré a entrar al auto y salir del estacionamiento sin un destino fijo, no sabía a donde debería de ir, no había un lugar donde yo pudiese escapar, no tenía un refugio donde podría escapar de mis propios pensamientos, pero sin siquiera tener control de mis acciones, me encontré a mi mismo estacionado en la entrada del campus en el que había dejado a Dina hace unas horas atrás.




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