Señor Mentira

19. Inevitable

 Comprendí que había caído en una trampa cuando vi la sonrisa en el rostro de Elina.

Nuestros brazos aún se encontraban entrelazados entre sí, así que me aparte lentamente de ella mientras le pedía una explicación con la mirada.

– Supongo que no fui del todo sincera contigo, Dina – me dijo con falsa inocencia. Sus ojos claros me miraban con diversión mientras intercalaba su mirada entre Hazel frente a mí para devolverse a mirarme. Yo optaba por no hacerlo, no quería mirarlo y en lugar de verlo pensar que era una pesadilla.

– Aún quiero que Miranda y Amir estén juntos, por lo tanto tu tienes que desaparecer de nuestras vidas.

Cerré los ojos tratando de encontrar la paciencia dentro de mí que me mantuviera tranquila. Pudo haberme hecho lo que le plazca con tal de lograr sacarme de sus vidas, pero haber traído a Hazel devuelta a la mía después de haberlo sacado tan difícilmente, era un golpe muy bajo.

– Nos vemos luego – se despidió con entusiasmo dejándome atrás con un nudo amargo en la garganta.

Suspire con pesar mientras abría lentamente los ojos ante la terrible realidad.

Mirarlo frente a mí después de aquel día me hacía sentir incómoda. Mis manos sudaban y no podía posar mi vista en algún lugar en específico, ésta vagaba de un lugar a otro sin detenerse a mirarlo a él.

– ¿No dirás nada?

No podía hacerlo. No cuando mi garganta se sentía seca y me impedía hablar. De todas formas no había nada que podíamos decirnos entre sí, no después de como terminaron las cosas entre nosotros.

– No tengo nada que decirte – respondí finalmente. Deteniendo mis ojos en los suyos, pero contrario a un mes antes, su mirada ya no tenían el mismo efecto en mí.

– ¿No puedes simplemente aceptar cuando alguien te deja? Porque no veo el caso de venir por mí.

Hazel sonrió a secas. Su sonrisa se volvió una mueca en sus labios mientras me miraba con melancolía y metía sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta.

– Quiero una respuesta. Quiero saber la verdadera razón por la que me dejaste, ¿no tengo el derecho de escucharlo de ti?

Reí sin gracia alguna. Rodee los ojos evitando su mirada suplicante.

– ¿Tienes el descaro de preguntarlo? Hazel, todos esos años que estuvimos juntos no hiciste más que pisotear mi orgullo como mujer y lo soporte, soporte todo pero tú no hiciste más que traicionarme en el tiempo en el que estuvimos juntos, ¿aún crees conveniente venir a pedirme explicaciones?

Su mirada se oscureció. Bajo su vista hacia el césped húmedo debajo de nosotros mientras tamborileaba sus pies contra éste.

– ¿Crees que no lo haría cuando mi novia de un día a otro dice que esta comprometida?, ¿crees que soy una especie de idiota?

Su semblante triste desapareció de un momento a otro, se acerco hasta estar frente a mí y tomarme apresuradamente del brazo.

– ¿Qué estas haciendo? Suéltame – reclame tironeando de mi brazo pero él no me soltó, en cambio lo aprisiono con más fuerza.

– No puedes desaparecer de esta forma y dejar Risten vuelto en llamas. Estuviste a mi lado todos esos años, ¿como esperabas que te dejara ir como si ese tiempo juntos no fuera nada?

– ¿Quieres decir que estabas enamorado de mí?

Lo miré con desdén aún tratando de zafarme de su agarre pero mis intentos fueron en vano. Por el rabillo del ojo pude ver la silueta de Eliot comenzando a acercarse a nosotros.

Hazel no contesto. Sus ojos se mantuvieron contemplando los míos con una intensidad penetrante. Él era esa clase de persona, era de ese tipo que te arrastraba a sus inseguridades y te envolvía entre sus brazos hasta asfixiarte. Hazel Evans siempre fue de esa forma y que este aquí en este momento, justo frente a mí no significaba que me amaba y que se sentía arrepentido por todo lo que pasamos en nuestra relación, si no porque su orgullo masculino lo estaba matando por dentro debido a las burlas que recibía de parte de la gente de Risten.

– Tú me arrastraste a esto y ahora simplemente escapaste con un hombre adinerado. Supongo que tuviste suerte.

Lo miré frunciendo las cejas mientras que mis labios formaban una línea fina.

– ¿Yo te obligue a amarme? En todo el tiempo en el que estuvimos juntos, ninguno de los dos aprendió como se debería amar a otra persona.

Su mano apretó con más fuerza mi brazo, logrando que me quejara del dolor.

– ¿Ahora si lo sabes?

Su mirada no reflejaba arrepentimiento, ni siquiera una pizca de remordimiento por no haber hecho nada para que esta relación saliera a flote; solo había ira. La ira que lo había consumido al ser dejado en pleno instituto con cientos de estudiantes en el campus mirando como la novia del gran Hazel Evans lo dejaba por un hombre rico y apuesto.

– ¿Esta todo bien, Dina?

Eliot se coloco frente a Hazel, mirándolo con el ceño fruncido y un semblante que expresaba desconfianza. Deposito su mano sobre la de Hazel para hacer que este me soltara pero Hazel no cedió.

Tironee una vez más de mi brazo, reuniendo todas mis fuerzas para lograr zafarme de su agarre.

– Se perfectamente que tu orgullo no se mantendrá tranquilo hasta que regreses conmigo a Risten como si fuéramos la pareja del año con tal de callar todos los rumores que flotan a tu alrededor, ¿pero sabes qué? No te daré el privilegio de ello. Ya fue suficiente. Aguante suficiente contigo y por más que esperaba más de ti, no obtuve nada. Y ya estaba harta de eso.

– Así que te fuiste con el hombre rico por una mejor vida. – asintió constantemente con la cabeza mientras reía con cinismo.

– No lo esperaba – se colocó frente a mí, con nuestros rostros cerca del otro como si me fuese a contar algún secreto – creí que realmente estarías conmigo a pesar de las dificultades, ¿pero sabes algo, Dina? Siempre vi en ti ese reflejo de deseo cada vez que veías alguna prenda costosa en el aparador de las tiendas, después de todo tu amor por mí y tú amor por él no es más que una mentira, ya que no eres más que una interesada.




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