Señor perfección✓

1. Un rollo de una noche

Evan

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«Bien, esta es tu noche, Evan», me digo preparándome para encontrarme con la chica que me complacerá dentro de unos minutos. Por lo general siempre le pido a Carl, mi secretario privado, que escoja muy bien y que sea una completa desconocida, alguien a quien no vuelva a ver nunca más en mi vida. Si Loise estuviera aquí me lo reprocharía, pero por suerte está de viaje.

Es mi hermana pequeña y la quiero, a mi manera, pero lo hago, sin embargo, a veces la deseo lejos para que no me esté molestando la vida. También es bueno que por fin se haya convertido en mamá y así ya no estará dándome la murga.

Supongo que lo hace porque mamá murió muy temprano y ella parece que asumió ese papel de madre que debo admitir, le queda bien porque solo sabe mandar y regañar. Aún no he visto cómo luce mi sobrina por cuestión de mis ocupaciones, pero auguro que debe parecérsele mucho. Ella me lo reprocha cada vez que hablamos, y después de su viaje no dudo que organice una reunión familiar, y me obligue a ir para por fin conocerla.

«Loise es así», me digo incapaz de odiarla porque ella siempre ha estado a mi lado, incluso después de casarse y que pensé que me libraría de ella, además de que es la única que me hace sonreír, aunque más de rabia. El teléfono vibra y, como si le hubiese invocado, es un mensaje suyo. También tocan la puerta, por lo que decido obviarlo. Lo apago y lo guardo en mi bolsillo. Lo veré después, ahora no quiero distraerme con mi hermana, que de seguro solo me está enviando fotos.

Lo ha hecho desde que se fueron a Malibú. Desde que nació su bebé se había estado quejando porque ya no podía divertirse como antes y ahora que ya puede lo está haciendo. Bien por ella y Bobby, porque eso la entretendrá y no volveré a verla hasta el lunes.

―Adelante ―digo y la puerta se abre. Es Carl―, ¿ya llegó? ―le pregunto.

Él asiente.

―Lo espera abajo en el bar.

―Bien ―digo poniéndome en pie.

―Solo una cosa, señor.

―¿Qué es? ―inquiero con un gruñido.

No me gustan los cambios de última hora.

―Es sobre la chica.

―No me interesa saber quién es, solo que sepa lo que tiene que hacer y punto.

―Es sobre eso, y puede que esta noche le resulte diferente.

¿Diferente?

Carl me hace resoplar.

―Te dije que no me gustan las improvisaciones.

―Lo llevo claro, es solo que, la chica de esta noche…

―¿Qué tiene la chica de esta noche?

―Es su primera vez en el trabajo.

―Maldita sea, ¿una inexperta?

―La agencia se ha disculpado, si lo prefieres la cancelo.

Suspiro con fuerza de nuevo para serenarme. Medito en que solo ocupo una noche y unas horas de mi ajetreada vida, para esto, además, no es alguien a quien vaya a ver nunca más. Carl me mira preocupado. Admito que soy exigente con él, pero se lo advertí cuando solicitó trabajar conmigo. Mi ritmo es acelerado y hasta compulsivo y si no podía llevarlo, era mejor que no lo intentara, pero para mi sorpresa, lo hizo y lo logró.

Es más que eficiente y por eso le he dado ese cargo.

―Está bien, ¿Qué sugieres?

―Solo tómese su tiempo ―dice provocando que frunza el ceño.

―Mi tiempo es oro, y más le vale que lo valga porque he pagado muy bien.

―Eso debe juzgarlo usted, señor ―dice Carl, con acento comedido, aunque pareciese que se hubiera guardado algún detalle.

Refunfuño, luego me decido y bajo al bar, al reservado donde debe estar esperándome la chica de turno de esta noche.

«Una vez y una noche», me repito y mañana todo debe seguir su rutina. Mientras me acerco al lugar reviso la hora en mi reloj. Son las diez y me encuentro otra notificación de mensaje de Loise. Pongo los ojos en blanco y me apresuro al reservado. Al llegar, la encuentro allí y debo admitir que Carl no se equivocó con que era diferente.

Empezando porque es más joven de lo que esperaba, a lo sumo una universitaria. No es extraño que lo sea, algunas se las ven apuradas para pagar sus carreras y recurren a estos trabajos temporales que ofrecen mucho dinero y anonimato.

Me detengo a un poco de distancia para detallar, con las manos metidas en los bolsillos de mis pantalones, que, aparte de joven, lleva el cabello largo y negro que le cae sobre la espalda y los hombros desnudos, y que contrasta con su piel blanca. El vestido azul que lleva es corto hasta la mitad de los muslos, dejando descubiertas unas piernas bastante largas. No tan esbeltas, porque luce un poco delgada.

Ella debe presentir que la están observando porque se vuelve hacia mí y ahora puedo ver su rostro y su estilizada figura al completo. Ojos claros y grandes que lucen espantados en un rostro perfilado. Labios rojos y mejillas con algo de colorete y nada más. No parece haberse esmerado en ello como las otras chicas, cuyas apariencias se notaban producidas en exceso debido a que siempre buscan impresionarme.




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