Señor perfección✓

3. Un asunto legal

Evan

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―Considerando el deseo de sus padres. La niña de nombre Sarah Shepard, de un año, quedará bajo la custodia legal de su tío Evan Hawthorne ―dicta la sentencia la jueza que lleva el caso de mi sobrina.

Lo último que esperé es que Loise pensara que podría morir junto a su esposo y que yo criara a su hija.

¿Qué diantres estaba pasando por la cabeza de mi hermana para creer que podría ser capaz de eso?

―¡No lo aceptamos! ―exclama la madre de Bobby.

Desde que se sucedió lo del fallecimiento de ambos y la milagrosa salvación de Sarah, todo esto ha sido un circo. Es obvio que no lo aceptará porque quien en su sano juicio piensa que yo puedo ser un buen padre para esa bebé.

¡Qué cuernos!

Sin embargo, a mi hermana se le dio por ponerme en estas y a menos que demuestre que soy un inepto, esa pequeña estará bajo mi tutela.

―Señora, ya he dictaminado lo que se hará a continuación con su nieta. Si no está de acuerdo, solo debe apelar ―le dice la jueza.

Esa mujer me mira frunciendo el ceño con enojo.

―¿Qué clase de padre cree que será para mi nieta? Apelaré porque ninguno de los dos estaba en sus cabales para decidir eso.

―El documento que dejaran es legal. Era su voluntad ―prosigue la jueza.

―Loise estaba loca y no dudo que haya provocado ese accidente ―afirma esa mujer y yo me enfurezco.

―Podría no ensuciar la memoria de mi hermana ―manifiesto mostrándome calmado.

Me contengo porque esa mujer es mayor. En ese caso yo debería argumentar que podría morir también y para el caso Sarah seguiría quedándose conmigo, medito para mis adentros riendo con algo de sorna. Esa mujer como que me lee el pensamiento porque me mira con furia.

La jueza hace sonar su martillo y mi abogado y el de Veronica Shepard se acercan al estrado para terminar con todo esto. Como es de esperar, esa mujer amenaza con quitarme a mi sobrina. Con gusto se la daría, pero ese incordio de niña es lo único que me queda de Loise y a pesar de que me he convertido en un imbécil, no voy a perderla.

Por fin terminamos con este engorroso juicio y abandono la sala con el abogado.

―¿Qué procede ahora? ―pregunto mientras caminamos.

―Es una suerte que Eloise y su esposo hayan dejado el documento, de otro modo argumentarían que es inválido.

―Eso ya lo sé.

―Sí, pero, de todos modos, la señora Shepard no se quedará de brazos cruzados y en parte tiene razón. Puede que tengas solvencia económica para que a Sarah no le falte nada, sin embargo, todavía eres un soltero que no se decide a tener una familia.

―¿Y eso qué? ―mascullo irritado.

―Hablo de familia, ella va a necesitar una.

―¿Insinúas que debo casarme?

―No estaría de más.

―Creo que estás sobrepasando tus límites de lo que debes aconsejarme.

―Sabía que dirías eso, por eso te voy a recomendar que te comportes como un buen padre. Van a estar vigilando tu comportamiento y te harán visitas periódicas para constatar que Sarah está en buenas manos. Si hace todo bien, no pasará nada, pero si cometes un error es probable que terminen quitándote a tu sobrina, así que, si no deseas eso, debes dar lo mejor de ti por esa chiquilla.

―¿Me lo dices como abogado o como estúpido? ―inquiero y Joel Carmona, mi abogado estrella, ríe.

Palmea mi hombro y se despide con una sonrisita haciendo que refunfuñe.

―¿Cómo salió todo? ―Carl me pregunta cuando lo encuentro en el pasillo.

―Eso quiere decir que ya eres el tutor legal de la pequeña Sarah.

―¡Por supuesto! La tonta de Loise quería eso y ahora no puedo defraudarla. Capaz y sale de la tumba solo para recalcármelo.

―No creo que lo hubiera planeado, pero supongo que espera que esto saque lo mejor de ti.

―Carl, podrías ahorrarte los discursos de ánimos, ya tengo bastantes. Ahora dime si hiciste lo que te ordené.

―Sin duda, señor ―responde volviendo a su estado de secretario profesional―, lo encargamos todo a la tienda Garner´s Babe. Mañana a las ocho llevarán todo a su casa y se encargarán de instalarlo todo.

―Bien.

―Ah, olvidé mencionar que un miembro de la tienda irá para supervisar todo.

―¿Qué más?

―Eso es todo por hoy ―dice.

―Perfecto ―digo y salimos del ayuntamiento.

―¿Va a casa? ―Carl pregunta y yo sonrío.

―A donde vaya no es tu problema.

―No, pero Joel me ha dado algunas recomendaciones para usted.

―No lo dudo, pero ahora mismo no quiero escucharlas.

―¿No debería ir a verla? ―pregunto y yo refunfuño.

―Ve a casa Carl y llega temprano mañana ―le digo subiendo al auto.




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