Señor perfección✓

15. Una acalorada visita

―¿Va a decirme qué es lo que trataba de hacer? ―pregunta Evan, luego de que Carl se llevara a esas mujeres.

Pensaría que la más joven es hija de la señora, y por la forma en que miraba a Evan parece que tiene algún interés sobre él, por lo que no le agradó mucho verme.

¿Me pregunto si será la tía de Sarah?

―Espero que recuerde que le mencioné que Sarah debía comer saludable.

―¿Y esto es saludable? No me lo tome a mal, pero parece caca ―comenta y yo arrugo la cara.

―Es una papilla de frutas verdes, puede parecerlo por su apariencia, pero no es lo que dice ―contesto llevando a Sarah hasta el cuarto de aseo.

Él me sigue detrás, y la verdad es que descubrí esta habitación cuando buscaba un lugar para alimentarla. Además, que ya sé dónde instalaron todo lo que compró en la tienda. Cuando fui a buscar la caja con el pedido de la ropa, aproveché para prepararle un biberón. La señora Velma ya estaba en la cocina y ella me indicó la fórmula que estaba tomando Sarah.

Me contó que era la que su madre le preparaba cada que venía a visitarlos y el señor Hawthorne pedía que siempre hubiera en la despensa para que ella no se preocupara, por lo que no había problema en que la tomara; sin embargo, según la guía que encontré y mi experiencia con mis sobrinos, las papillas naturales son un excelente complemento para ellos y esta era una especial que me enseñó Margaret, quien es estricta y cuidadosa con la alimentación de sus hijos, por lo que procedí sin problemas a hacerla.

Al igual que Evan, también le decía que se veía como caca cuando me obligaba a prepararla, pero su sabor era bueno, por lo que consideré que no estaría mal probarlo, aparte que de milagro encontré las frutas.

―Y ya veo que Sarah se comió eso.

―Sí, solo que hicimos un pequeño desastre ―contesto bastante ufana con lo que creo percibir como un sarcasmo.

―Yo diría uno bastante grande.

―Como diga, pero así confirmará que los implementos que vende mi familia cumplen muy bien con su utilidad.

―Eso lo puedo apreciar, y más le vale que Sarah no resulte intoxicada con esa cosa verde.

―Bueno, esperemos que no se ponga verde también ―digo y él me mira como si quisiera fulminarme―. Solo bromeaba ―agrego con una sonrisita que Sarah imita muy obediente.

Él me mira con recelo, y en cierto modo es natural que tenga sus renuencias, pero si algo no creo que vaya a hacer es ser descuidada con una bebé. Puede que mi vida sea un desastre, como siempre me dice mamá, pero eso no quiere decir que haga cosas irresponsables.

―Tal vez tenga razón, pero prefiero no tomar riesgos, así que ya he mandado a citar al nutricionista, y por lo pronto limpie muy bien a mi sobrina y aséese usted también. Le diré a Carl que envíe a alguien a ayudarle y que limpien este desastre.

―¿Puedo preguntar algo?

―¿Qué será, señorita Garner? ―masculla y Sarah se espanta un poco.

Él parece darse cuenta de su brusquedad y se acerca sonriéndole. La verdad es que ojalá no sea la visita que estaba esperando, porque sin premeditarlo, Sarah y yo hicimos un gran desastre que podría traerle problemas.

Por suerte, la habitación está bien acondicionada para que esto se pueda limpiar sin problemas después, pero, entiendo que hay asuntos que no se arreglan solo con limpiarlos.

―¿Quiénes son esas personas?

Hago la pregunta para salir de dudas.

―La mujer mayor es la abuela materna de Sarah, Veronica Shepard.

―¿Y la otra? ―sigo indagando como si nada.

―Nadie que deba importarle ―contesta con sequedad, y seguido se aleja por efecto reflejo cuando Sarah intenta tocarle la mejilla con sus manitas embarradas.

Por suerte, es tan inocente que no nota que la ha esquivado a propósito y se ríe pensando que su tío está jugando.

―Vale, si usted lo dice ―repongo con respecto a su respuesta que me ha sonado algo hostil y evasiva.

Sin embargo, deja un poco claro que no le interesa, o eso quiere hacer creer.

¡Y a mí qué diantres me importa lo que diga o haga!

―Una vez estén presentables, llévela a la sala ―añade y se marcha.

Largo un suspiro.

―Bien, chiquilla, ahora es tiempo de sacarte esa pasta verde ―le digo colocándola sobre la mesa del puesto de aseo.

Al rato llega la señora Velma con otra empleada y le indica que limpien todo el desastre. Y liberada de tener que hacerlo, yo me pongo manos a la obra con Sarah. Luego de bañarla volvemos a su habitación y sí, algo he notado es que, independientemente de que Evan no sea el padre, y quién sabe si está dispuesto a sumir su paternidad, le ha hecho un espacio especial a su sobrina donde no le falta nada.

Después de que aseo a la beba, la dejo en manos de Velma para poder limpiarme yo. Ella es, después de mí, la persona con la que se queda tranquila. Aún no entiendo por qué me tiene confianza, pero con ella podría decirse que es por familiaridad. Después de limpiarme y ponerme la segunda bombacha de campo y un nuevo buzo, vuelvo con ellas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.