Señor Playboy [serie Las Marías #6]

Capítulo 9

Después de casi seis horas de viaje, ya estamos en Orlando y sobre todo hospedados en el hotel. A diferencia de María José y los tres líderes que tienen sus habitaciones propias, yo compartiré habitación con Gustavo y así evitaré cualquier suceso prohibido.

La notificación de mi celular llama mi atención. Reviso y, viendo el nombre de María José en la pantalla, abro el chat.

María José

Fuiste muy astuto, pero no vas a escapar de mí.

Tarde o temprano, vamos a estar solos.

Me encargaré de que no puedas evitar lo inevitable.

—¿Por qué estás sonriendo como un idiota? — Rápidamente bloqueo la pantalla de mi celular.

—Porque vi un meme… — Me dirijo al baño. — ¿Puedes ir pidiendo el desayuno? Por favor.

—¿Algo en especial que quieras comer?

—Quiero lo mismo que tú —digo e ingreso al baño, cerrando la puerta.

Pego mi espalda en la puerta, soltando un suspiro acalorado.

—Eres realmente un peligro —desbloqueo mi celular—. Solo con palabras me pones mal, María José Castillo.

Coloco el celular en el soporte cel ducha y comienzo a desnudarme.

Estando ya desnudo, ingreso a la ducha. Abro toda la llave para que el agua fría golpee mi cabeza y se lleven mis indebidos pensamientos por el desagüe.

A pesar de que he estado hablando por más de media hora, no he quitado mi mirada discreta de María José. La verdad es que me gusta que sus ojos siempre estén puestos en mí.

—Ahora me gustaría darle la palabra al programador Thomas Baker, para que nos comparta a través de su experiencia el proceso de desarrollo de un videojuego.

Me alejo un poco del podio para que Thomas tome mi lugar. Dejo que él hable mientras toda mi atención se la roba María José. Ella se ve tan linda prestando atención, espero que cuando de conferencia en Athenea, María José esté presente.

Mi rostro se contrae al ver cómo uno de los tantos estudiantes le habla robando su atención, pero eso no es lo peor; María José le sigue la conversación. Incluso saca su celular, creo yo que están intercambiando números.

Paso discretamente una de mis manos por mi cabello. Aunque tenga el deseo de ir hacia ella y alejarla de ese niño, tengo que mantener la compostura. Sí, estoy celoso, pero no puedo hacer nada más que ver y tragarme mi coraje.

Honestamente, no pensé en la posibilidad de que María José pudiera socializar con los estudiantes. Olvidé por completo que son casi de la misma edad. Si hubiera imaginado que esto podía pasar, no hubiera aceptado que viniera.

No sé cómo pude contenerme y soportar toda la conferencia, realmente estoy molesto, especialmente con María José. Quiero reclamarle, aunque sé perfectamente que no debería hacerlo, ya que la única relación que hay entre ella y yo es de jefe y secretaria.

—¿Nos vamos directo al hotel o haremos algo más? — Cuestiona Gustavo.

—Gustavo, necesito estar solo un rato. Si quieres, puedes irte al hotel con los demás o cualquier otro lado, no tengo problemas.

—Ismael…

—Por favor, dale la orden a María José, Thomas, Fernando y a Terry de que pueden tomarse el resto del día libre. Daré una vuelta por la ciudad.

Giro sobre mis talones, dirigiéndome a la salida.

—Jefe…

—María José... —llama Gustavo y no escucho más porque he salido de la sala de conferencia.

Necesito ordenar y refrescar mis pensamientos. No está bien que me sienta de esta manera hirviente, ni mucho está bien que me enoje con María José por algo que es normal en su edad. No debo ser egoísta con alguien que está empezando a conocer la vida, con alguien que me gusta.

Me afectó tanto lo que vi que he terminado en un bar. No puedo creer que me esté comportando de esta manera tan estúpida e infantil cuando siempre he sabido que María José puede interesarse en alguien de su edad. Que es joven, que todavía tiene muchas cosas que experimentar, que conocer, que disfrutar.

—¿Qué manera de complicarte la vida, Ismael?—me digo a mí mismo, ya que ese yo, al cual no le importa nada, me hace sentir como un bobo.

He tenido varias oportunidades con María José, y han sido muy pocas en las cuales no me pude contener. Mientras que al resto de oportunidades las he desperdiciado por mis prejuicios y hasta miedo, por querer esperar a que ella sea mayor de edad para hacer todo bien y legal, cuando lo que realmente deseo es caer y disfrutar de lo furtivo.

—¡Nada mejor que los viernes!

La voz chillona me incita a mirar, quiero ver quién es el dueño de tal escandaloso chillido que molestó a mis oídos, llevándome la sorpresa de que es el mismo chico con el cual María José estaba hablando. Ese niño está junto a seis niños más, todo ese grupito se sienta en la zona vip que está a mi lado.

¡Qué manera de arruinar mi momento de lamentación! Es la primera vez que tengo tanta mala suerte.

—Es hermosa —dice el niño mayor.

—¿Quién? —pregunta una voz desconocida.




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