Señor Playboy [serie Las Marías #6]

Capítulo 13

Ismael

No es la primera vez que tengo una relación, pero es la primera vez que experimento algo diferente. Siempre he sido consciente de mis emociones y mis límites, pero con María José de alguna manera siento que he perdido la noción de mis sentimientos.

Sé que no está bien visto que mantenga una relación romántica con ella, pero siendo sincero, no me arrepiento de haber dejado mis prejuicios y preocupaciones atrás. A pesar de que tenemos que escondernos, este mes junto a ella ha sido magnífico.

—Ismael —alzo mi mirada, sintiendo cómo una sonrisa se expande por mi rostro.

—Dime, Majo.

—¿Vas a quedarte hasta tarde? —Frunce sus labios con ternura.

—Puedo terminar en casa.

—Me parece bien —me da esa mirada única que seca mi garganta—. ¿Puedes llevarme a casa?

—Puedo llevarte a donde tú quieras —se acerca, rodeando mi cuello—. ¿Quieres hacer el amor otra vez?

—Me encantaría —susurra sobre mis labios—, pero he llegado tarde a casa estos últimos días y anoche papá me preguntó el motivo de mis tardanzas.

Mi cuerpo está rígido.

—¿Sospecha?

—Todavía no —besa mi mejilla—. Le dije una pequeña mentira. No te preocupes.

—No me agradan las mentiras, pero por ahora son necesarias —la abrazo—. Solo faltan cinco meses. Majo, en cinco meses ya no tendrás que decir más mentiras.

Nos miramos.

—En cinco meses no habrá más mentiras, mi amor.

Compartiendo una sonrisa mutua y acortamos la distancia, iniciando nuestro beso, sintiendo cómo los latidos de mi corazón se intensifican y se doblega a su dueña.

 

No sé qué me ha hecho, a pesar de que hace muy poco la dejé en casa de su padre, no puedo dejar de pensar en ella: en su sonrisa, en su mirada, en su alegría que envuelve mi corazón que muchas veces está afligido al recordar a mi mejor amigo postrado en una cama.

—Ismael… —alzo mi mirada.

—Judit… Qué bueno es verte bien.

Sonríe sutilmente.

—Gracias… ¿Podemos hablar?

—Claro.

Me acerco a la puerta y coloco la contraseña, haciendo un ademán con la cabeza para que ingrese -sería muy descortés de mi parte si no la hago pasar-. Estando adentro, cierro la puerta y me dirijo a la sala de estar.

Sé que debería odiar a Judit por todas las cosas malas que hizo, pero soy alguien empático y sentí mucho pesar después de lo que le pasó. Además, no soy nadie para castigar sus malos actos, la vida se encargará de castigarla justamente.

—¿Deseas algo de tomar?

Nos miramos.

—No, gracias… Ismael, seré rápida.

—Te escucho, Judit.

—Yo sé que no tengo perdón, aun así, estoy aquí, porque quiero pedirte perdón por todo el daño que le causé a una de las personas más importantes de tu vida —su voz se quiebra al mismo instante que sus ojos se llenan de lágrimas—. Sé que todo lo que hice estuvo muy mal; estoy tan arrepentida de aquello. Me duele mucho ver que lastimé e hice mucho daño a personas inocentes. Especialmente, alguien que nunca me ha hecho daño, que en su tiempo me amó demasiado y yo no supe valorar ese amor. Perdóname, Ismael, perdóname por hacerle daño a tu hermano.

Honestamente, siento compasión por ella. La culpa es su castigo y es algo que la va a perseguir por un buen tiempo.

—Judit, el daño que le causaste y les has causado a Mael ha sido muy grande. Aunque de manera indirecta me has lastimado, no es a mí a quien tienes que pedirle perdón.

—Sé que tengo que pedirle perdón a Mael, pero también tengo que pedirle perdón a todas las personas a las cuales les hice un gran daño, aunque haya sido de manera directa o indirectamente. Te hice daño, haber lastimado a Mael es como haberte lastimado a ti... Ismael, gracias a ti entiendo ese sentimiento el cual nunca pude corresponderle a Mael… Tu desesperación y tu preocupación aquel día en el hospital hizo que mi corazón doliera, por eso sé que te echo mucho daño.

Que ella entienda ese sentimiento me demuestra que algo ha cambiado en ella, que esa mirada de dolor y arrepentimiento es sincera.

— Supongo que al fin entiendo lo que es el amor.

—Lo entendí muy tarde… —Me mira fijamente—. La verdad es que me enamoré de ti… Disfruté de cada momento que pasé contigo, aunque para ti haya sido desagradable. Lo sé, Ismael, sé que solo te acercaste a mí por el bienestar de Mael.

—Lo siento por mentirte.

—No, no tienes por qué sentirlo si tú solo hiciste lo correcto —estira su mano, acariciando mi mejilla—. Sé que nunca corresponderás a mis sentimientos y lo acepto, pero quería decirte lo que causaste en mí. Gracias a ti aprendí a amar y también aprendí que lo uno hace en esta vida se paga.

—Judit…

—Ismael, espero que algún día puedas perdonarme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.