Señor Playboy [serie Las Marías #6]

Capítulo 15

Ismael

Estar presente en la propuesta de matrimonio de Mael hacia Mafer me hizo pensar mucho en el casamiento. No soy un hombre que sea reacio a eso, por lo que me emociona mucho pensar en ese momento siendo María José la novia.

—¿Amor? ¿Ismael? —Alza mi mirada.

—Dime —se sienta en mis piernas, besando la comisura de mis labios—. ¿En qué estabas pensando?

Rodeo con mis brazos su cadera.

—En la propuesta de matrimonio de Mael.

Sonríe con picardía.

—¿Acaso te quieres casar conmigo?

—¿Me rechazarías si te pido matrimonio? —Niega enseguida.

—Tengo que estar fuera de mis cabales para yo rechazarte. Deseo todo contigo, eso incluye casarme, vivir juntos, tener una familia y ser felices. Deseo hacer todo contigo —rodea mi cuello con sus brazos—. Deseo estar contigo hasta el final de mis días.

Ella no se cansa de hacer acelerar tanto mi corazón.

—Tienes prohibido retractarte, María José.

—Nunca me retractaré de mis palabras. Eres el único hombre al que amo con locura desbordante, con mi vida entera. Ismael, eres el único hombre que amaré.

Deslizo mi mano por su mejilla hasta llegar a su cabello y hundir mis dedos en este. Acerco su rostro al mío, atrapando así sus labios en un beso cargado de mis sentimientos.

La única mujer que es y siempre será dueña de mi corazón es María José Castillo.


 

[Días después… ]

Me cuesta creer que este día haya sido así. No ha sido malo porque estuve con mis amigos, pero no haber visto la bella sonrisa de la mujer que me trae loco no lo hace un día increíble. Aunque sea el día de mi cumpleaños.

A María José le falta poco para graduarse, por lo que estos últimos tres días no ha ido a trabajar, puesto que está enfocada en culminar su proyecto de grado. 

Lo bueno de todo esto es que el miércoles retomará su trabajo, y desde el viernes su horario cambiará a la mañana, por lo que tendremos la tarde para nosotros dos.

El reiterado sonido del timbre llama mi atención. Así que me pongo de pie, yendo a abrir la puerta un poco pensativo, ya que si fuera Mael o Gustavo ya hubieran entrado. Aunque, nadie puede entrar a mi propiedad a menos que yo lo haya autorizado, o pertenezca a mi círculo de amistad o a mi compañía.

Sin darle más vuelta al asunto, abro la puerta, recibiendo una gran sorpresa.

—María José… 

Me encanta cómo se ve con sus orejas de conejita.

—¡Feliz cumpleaños, mi sexi amor! —Me abraza y no tardo en corresponder.

—Gracias, hermosa.

Elevo su cuerpo e ingreso a casa con ella.

—¿Me has extrañado? —Me mira a los ojos.

—Como no te lo imaginas. —Coloco un mechón de su cabello detrás de su oreja—. No pensé que te vería hoy.

—Pensaste mal, mi amor. —Besa su dedo índice y toca mis labios—. Es un día especial, los mensajes no son suficientes. No hay nada mejor que felicitar a un cumpleañero en persona.

—Verte ha sido mi mejor regalo —niega enseguida.

—Tu regalo no es solo mi presencia —me da una mirada lasciva—. Voy a darte la mejor noche de tu vida, señor Playboy.

—¿Vas a pasar la noche conmigo? —Me empuja con suavidad.

—Todo este fin de semana contigo.

Esbozo una gran sonrisa.

—Maravilloso, pero…

—No te preocupes por papá, ni por mi proyecto de grado, todo está solucionado.

—Eres increíble.

—Pero soy más increíble haciendo el amor, y lo sabes muy bien —escanea todo mi cuerpo.

—No tengo ninguna duda de eso —intento acercarme, pero ella retrocede—. ¿Qué sucede?

—El cumpleañero solo debe disfrutar de su día.

Deja caer su bolso y desbarata el nudo de la gabardina, deslizando la prenda hasta quedar en el piso.

Tragando grueso, analizo todo su cuerpo; su vestimenta deja muy poco a la imaginación.

—¿Cómo me veo, señor Playboy?

—Divinamente sexy —remojo mis labios resecos. 

Solo puedo decir: esa lencería de conejita le queda fantástica.

—¿Quieres quitarla? —Asiento embobado —. Claro que lo harás, mi amor. —Se acerca con una sonrisa traviesa—. Me la quitarás con tu hermosa boquita.

Bajo mi mirada. Viendo que la frialdad que sentí en mi mano se debe a la esposa que ha atrapado mi otra mano.

Sonrío de lado.

—No me esperaba esto. ¿Me vas a someter?

Me agarra del cuello de la camisa, acortando la distancia de nuestros rostros.

—¿Tú qué crees? —Susurra sobre mis labios y me roba un beso que me asegura que las pocas horas que quedan de mi día serán muy largas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.