Capítulo 16

Majo

Deteniéndome un poco y mirando hacia atrás, el camino que he recorrido siendo la pareja de Ismael ha sido corto, pero maravilloso. Cada vez estoy más cerca de mi objetivo, en un par de semanas mi amor ya no será un secreto.

—¿Qué te parece esta tienda?

—Me gusta. Hay pijamas bonitos.

Aunque planeé todo con debida anticipación, me olvidé de llevar ropa extra para estos dos días que pasaré con él.

—¿Entonces entraremos?

—Sí.

Tomados de la mano, ingresamos al centro comercial, el cual no  pertenece a Mael. Me siento mal por venir aquí, pero Mael iba a estar supervisando el centro comercial, así que no tuve opción.

La verdad es que este centro comercial no es tan grande ni variado como el de Mael. A eso se le suma que no tiene sucursales de las marcas de ropa que más me gustan, pero bueno, a la final ropa es ropa.

—¿Qué te parecen estas pijamas? —Muestro los conjuntos de algodón.

—Te verás muy bien, aunque te verías mejor con estas —señalas las pijamas cortas de seda.

—Entonces, optaré por las de seda.

—Puedes optar por las dos.

—Verdad.

Agarro dos conjuntos de algodón y cuatro de seda.

—Creo que… Mira, amor.

Hay una bella lencería negra.

—No pude evitar imaginarte.

—Haré realidad tu imaginación —discretamente le lanzo un beso.

Le manifiesto a una de las chicas mi deseo y de paso veo la ropa interior. Me altera pensar que tendré ropa en la casa de Ismael. No pensé que llegaría tan rápido este momento.

—¿Pagará en efectivo o con tarjeta?

—Con…

—Tarjeta —miro a Ismael, quien le entrega la tarjeta a la chica.

Aunque quiero hablar, no digo nada.

La verdad es que nunca pensé en esta opción. Me da un poco de pesar por la cantidad de dinero que está pagando por gastos que son únicamente míos.

—Gracias por su compra. Que tengan un excelente día.

Ismael toma con una mano las bolsas y con la otra toma mi mano, saliendo juntos de la tienda.

—Ismael.

Nos detenemos.

—Dime.

—Gracias por pagar, pero…

—Eres mi pareja, es normal que haga este tipo de cosas.

—Pero es mucho dine…

—El dinero es lo de menos para mí; quiero darte todo. María José, si la luna estuviera en venta, sería capaz de comprarla solo para ti.

Presiono mis labios. Me han dicho muchas palabras bonitas, pero es la primera vez que me dicen que comprarían la luna para mí.

—Gracias por ser tan lindo conmigo.

—No tienes nada que agradecer —acaricia mis mejillas—. Vamos a ver otras tiendas. No quiero que te contenga, elige lo que desees, María José.

—Está bien. —Entrelazamos nuestras manos—. ¿Qué haremos después?

—¿Haremos lo que tú quieras?

—Mmm… ¿Y si vamos al cine?

—Claro —me da una dulce mirada—. Disfrutaremos cada minuto de este fin de semana.

—Te amo.

—Te amo más, María José.

No es por presumir, ¡pero tengo un novio increíble!

—¿Te gustó mi elección?

—Estuvo muy buena la película. Aunque tengo que aceptar que pensé que veríamos otro género.

Entrelazamos nuestras manos, saliendo de la sala de cine.

—Si hubiéramos visto otro género, y la sala no estuviera tan llena, hubiera cumplido otra de mis fantasías.

Noto su sonrisa ladeada.

—Debí suponerlo. Para la siguiente salida, reservaré todo el día la sala de la película que desees.

—En mi defensa olvidé que mi novio es millonario.

Suelta mi mano y velozmente me agarra de la cintura, pegándome más a su cuerpo.

—Esta vez dejaré pasar por alto tu olvido, pero si se repite habrá castigo.

—Castígame ahora —niega—. ¿Por qué?

—Porque tenemos una cena.

—¿Cena romántica? —Cuestiono emocionada.

—Así es.

—Amo, amo, amo —sus labios se curvan en una bella sonrisa.

¡Soy una mujer afortunada!

Ismael no ha dejado de sorprenderme en este día. La vista de este restaurante es maravillosa. Lo mejor de todo es que solo estamos él y yo, no hay duda de que lo reservó.

—Dime que me amas sin decir que me amas —sonríe—. ¿Y si me vuelvo adicta a los detalles caros?

—No habría problemas. —Se acerca a mi oído—. Puedo darte todo, aunque me quede sin nada, María José.