Capítulo 17

Ismael

Deslizo mis dedos por su cuello hasta llegar al dije del collar. Quería regalarle algo significativo para los dos y lo conseguí. Este dije no es solo un dije; con ella está mi corazón.

—Me quiero quedar más tiempo contigo —dejo el dije y deslizo mis manos por su cintura.

—Qué más quisiera yo, pero nos hemos desaparecido por un buen tiempo. Es un milagro que no te hayan venido a buscar.

—Tienes razón… ¡Qué suerte que Gustavo guarde nuestro secreto!

—¿Lo dices por tu hermana? —Asiente.

—Maluli ya me hubiera venido a buscar, pero no lo ha hecho. Seguro que Gustavo ha evitado que venga por mí.

—No hay duda de eso… ¿Dónde están las sábanas?

Para evitar cualquier situación compleja, ambos optamos por utilizar la habitación de Mafer.

—No te preocupes, yo cambiaré las sábanas. Creo que lo mejor es que lleguemos en tiempos diferentes.

—Tienes razón. Entonces te espero en la fiesta para seguirte apreciando.

Con una sonrisa rodea mi cuello con sus brazos y habla: —Gracias por darme tu corazón.

—Te amo, María José.

La pego más a mi cuerpo y le doy un casto beso.

Ver a mis amigos tan felices, bailando con las personas que aman, me causan un poco de envidia. Cabe aclarar que de la buena. Yo también quiero bailar con Majo sin preocuparme por el señor Mario.

—Te juro que tienes demasiada suerte —miro a Gustavo—. Se desaparecieron por bastante tiempo y, por lo que vi, nadie, además de mí, se dio cuenta de su ausencia. Estaba con el Jesús en la boca.

—Lo siento.

—Lo bueno es que nadie los descubrió. Isma, ustedes deben de tener más cuidado.

—Lo tendremos. Por cierto, veo que te va muy bien con ella.

Sus ojos llenos de preocupación se iluminan.

—Nunca me he sentido así. Soy tan feliz estando con Maluli.

—Te entiendo. Me pasa lo mismo con María José. ¿Sabes? Me asusta la forma en la que amo a María José.

—¿Por qué lo dices?

—Porque me di cuenta de que la amo más de lo que me amo a mí mismo.

—Es algo muy bueno para María José, pero no puedo asegurar que es algo bueno para ti.

—Lo sé, sé que no es recomendable amar a alguien más que a uno mismo, pero estamos juntos, así que no hay problema.

—Es verdad. Además, Majo también te ama demasiado.

Sonreímos.

—Nunca imaginé que una chiquilla de diecisiete años me conquistaría hasta robarse totalmente mi corazón. No veo una vida sin María José.

—¿Quiere que te confiese algo?

—Te escucho.

—Me pone feliz, verte feliz. La verdad es que pensé que no volvería a escucharte hablar de amor en muchos años.

—Yo me veía soltero hasta los cuarenta.

Reímos.

—¿De qué se ríen sin mí?

—De lo tierno que te ves junto a Mafer —Gustavo lo molesta y la verdad es que yo también quiero molestarlo un poco.

—Te tiene comiendo de su mano, acéptalo.

—Sí, lo acepto. ¿Y qué?

Nos echamos a reír.

Somos hermanos de diferentes madres, pero si los tres fuéramos hermanos de sangre, seríamos un completo cliché al estar enamorados de tres hermanas. De las hermosas Marías.

Cierro mis ojos, sintiendo la suavidad de sus labios en mi frente. Lo abro, para ver su belleza, su sonrisa y esa mirada que me demuestra que soy todo.

—Adoro cada momento que paso contigo, Ismael.

Agarro un mechón de su cabello ondulado y juego con este.

—Yo amo cada momento contigo —sonríe—. Por cierto, ¿en qué terminó la reunión?

María José me había hablado sobre el viaje de graduación que estaba organizando su tutora, el cual fue cancelado por no llegar a un acuerdo, pero ayer me manifestó que sus excompañeros se querían organizar de nuevo para hacer el viaje.

—Se llegó a un acuerdo, por lo que sí se va a hacer el viaje.

—¿Vas a ir?

—No. No quiero estar cinco días sin verte.

—¿Quién determina que estaremos cinco días sin vernos?

Cubre su boca con sus manos.

—¿Es lo que pienso?

—Así es. Puedes hacer de ese viaje nuestro viaje.

Sonríe ampliamente.

—No lo había pensado por tu trabajo, pero claro que quiero hacer de ese viaje nuestro viaje.

Me encanta verla sonriente y feliz.

—Bien. Solo necesito información. Dijiste que era un país de Europa, ¿cuál de todo?