Señor Playboy [serie Las Marías #6]

Capítulo 18

Majo

Con solo ver su estúpida sonrisa, me dan ganas de arrancarle hasta la última hebra de su feo cabello teñido de rojo y, ¿qué decir de su espantosa mirada que me mira con superioridad? ¡No me agrada!

—Así que eres su novia —noto la burla en su voz—. Vaya sorpresa. No me lo esperaba de ti, Ismael.

—Génesis, retírate de mi propiedad —expresa con desagrado.

—Si hubiera sabido que en este momento mi presencia te pondría de mal humor, hubiera regresado un año antes. Estoy segura de que tu reacción habría sido diferente.

—Génesis, no quiero ser grosero contigo, pero no es de mi agrado tenerte aquí, así que hazme el favor de irte.

—Está bien, te haré ese gran favor —me mira—. Cuando algo no me gusta, me deshago de eso. Esa fulminante mirada que me das te durará poco, querida reemplazo.

Trato de abalanzarme sobre ella, pero los brazos de Ismael no me lo permiten.

—Majo… 

—Déjame decirle sus verdades. ¡No soy tu reemplazo!

—¿Cuándo yo dije que tú eres mi reemplazo? Nadie puede reemplazarme, menos tú —me mira con desprecio—. No te compares conmigo; nadie puede igualarme.

Quiero responderle y callarla, pero no se me ocurre nada.

—¡Basta, Génesis! —Lo mira—. No sé cuál es el motivo de tu visita, pero déjame aclararte una vez más que no es de mi agrado tenerte aquí. Y si tienes pensamientos estúpidos por mi reacción, déjame decirte que no me causa ni cosquilla ver tu cara de nuevo. Ahora, si no quieres pasar la humillación de ser echada, vete por cuenta propia.

Sonríe de lado.

—No te sulfures. Ya me voy.

Con una sonrisa llena de satisfacción, se da la vuelta, caminando hasta su auto e ingresando. No sé qué tiene feliz a esa tipa, solo sé que debo tener cuidado con ella.

—María José… —Alzo mi mirada—. ¿Te sientes bien?

—¿Por qué no dejaste que le diera una lección?

—Porque estoy seguro de que no saldrías ilesa. No quiero decir que seas débil, pero quiero evitarte molestia. Majo, no vale la pena pelear con ella —acaricia mis mejillas—. Espero que la llegada de Génesis no cause inseguridades en ti. Te amo, María José, no tienes nada que temer.

Sonrío.

—Confío en ti, Ismael.

Acerca su rostro mío, esbozando esa sonrisa que amo.

—Nunca dejes de hacerlo.

Correspondo despacio y con devoción al casto beso.


 

Me dejo caer en la cama, cerrando mis ojos y trato relajando mi cuerpo. La verdad es que la aparición de esa mujer no me tiene tranquila.

—¿No deberías estar feliz? —Miro a mi hermana—. Pareces haber llegado de una cárcel.

Me siento en la cama.

—Estoy cansada.

—Es raro en ti, pero entendible.

—¿Cómo te ha ido en estos días con Gustavo?

Todavía no es tiempo para contarle mi preocupación.

—De maravillas —sus labios se curvan en una hermosa sonrisa que me hace sentir bien—. Todo es muy bonito, Majo. Me siento tan feliz con él.

—Me alegra mucho verte y oírte feliz. Te mereces todo lo bello que estás viviendo.

—Sí. Majo, en unos días será San Valentín, ¿qué debería de darle a Gustavo?

—Mmm… No sé, pero si yo estuviera en tu lugar, le haría esos deliciosos chocolates caseros que haces. Aprovecha tu don para los dulces.

—Lo haré.

—¿Puedo hacer chocolate contigo? —Mi emoción se ha notado.

—¿Ya tienes novio?

—¡No! ¡Claro que no!

—Seguro quieres hacerle chocolate a Ismael.

Ruedo los ojos.

—No todas tenemos la suerte que tú tienes —. Ladeo mi rostro“indignada”—. Ya no quiero hacer nada.

—Majo, no te enojes —me abraza—. Tal vez piensas que me entrometo mucho en tu vida, pero no lo hago con la intención de fastidiarte; me preocupo por ti, Majo —devuelvo mi mirada en ella—. Me aterra tus impulsos. No quiero verte sufrir, quiero que esa hermosa sonrisa traviesa y llena de vida siempre me mantenga en ti. Solo quiero verte feliz —toma mi rostro—. No me opondré a tu felicidad, María José.

Quiero decírtelo todo y contarle sobre el regreso de la ex de Ismael, pero algo dentro de mí me impide ser sincera con ella.

—Me das miedo cuando hablas así —río muy bajito.

—Tú me das más miedo.

—¿Cómo alguien tan bonito como yo, puede dar miedo? —La abrazo con fuerza—. Te amo mucho, Maluli.

—Correspondo a tu amor, Majo —cierro mis ojos—. Cuéntame todo lo que hiciste en tu viaje.

—No hice mucho.

—Igual. Cuéntame.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.