Señor Playboy [serie Las Marías #6]

Capítulo 19

Ismael

Desde la llegada de Génesis, siento que mis días son pesados e intranquilos. Siempre me encuentro en alerta, la conozco y sé que sus capacidades para fastidiar pueden llegar muy lejos, tanto que puede herir.

El sonido del timbre me obliga a dejar la taza del té en la mesa y a levantarme. Me dirijo a la puerta y la abro, viendo a alguien que no es de mi agrado.

—¿Qué haces aquí?

Me da una sonrisa torcida.

—¿Qué más vine a hacer si no es a verte?

—¿No entiendes que no te quiero ver? ¿No sé por qué el guardia te dejó entrar cuando le ordené que no lo hiciera? —Rueda los ojos.

—Lamento informarte que el maldito guardia siguió al pie de la letra tus órdenes.

—¿Cómo entraste?

—Fui por más de cinco años tu novia, sigo recordando todo de ti.

—La puerta trasera —musito—. Gracias por recordarme que me falta más seguridad. Ahora puedes irte por donde viniste.

—¿Me echas como si fuera un perro? ¿Por qué tanto desprecio hacia mí? ¿Acaso te hice daño? No recuerdo haberte hecho algo que causara tu desprecio.

—Tienes razón, no me has hecho nada, pero tu presencia no es de mi agrado. No puedo forzarme a fingir algo que no siento.

Su ceño se frunce.

—Entonces, ¿cómo pudiste forzarte a tener sexo con Judit?

Sobo el puente de mi nariz. Esto va a ser estresante.

—Así que lo sabes.

—Me tratas como si hubiera sido la peor de las mujeres, cuando tú follaste con la persona que consideraba mi mejor amiga. ¿Quién debería despreciar a quién?

—Tal vez parezca un tarado por lo que voy a decir, pero nuestra relación acabó hace cinco años. Estoy en todo mi derecho de estar con quien me plazca, sin importarme quién fue o quién haya sido en tu vida —su mirada evoca una gran furia—. Puedes odiarme y despreciarme, eres libre de hacerlo, pero mantente lejos de mi vida.

Ríe histérica.

—Quererte solo para mí, ¿fue un gran pecado? ¿Fue tan malo querer ser tu prioridad? Era tu pareja, Ismael, necesitaba que me dieras el lugar que yo merecía.

—¿Por qué remover el pasado? Entiendo que esa relación ya terminó.

—¿Cómo quieres que entienda cuando me dejaste por algo tan estúpido? ¿Por qué tuve que pagar por el error de Judit?

—A Mael lo considero mi hermano. Solo te pedí tiempo y paciencia, pero me pusiste a elegir entre los dos, sabiendo lo importante que es Mael en mi vida. Siempre pensaste solo en ti y nunca te importó mis preocupaciones ni lo que yo quería. Aun así seguí contigo e hice todo lo que estuvo a mi alcance para hacerte feliz. No obstante, quería más de lo que yo te podía dar.

—¿Ahora yo soy la culpable?

—Ambos fuimos culpables. Así que deja de enfocarte en lo que tuvimos y entiende que ya no quiero que seas parte de mi vida. No quiero tenerte cerca ni como conocida. Sigue con tu vida, pero lejos de mí.

—Eres un descarado, un cínico de lo peor. Le haces daño a las personas que te aman. Siempre tuve razón, nunca me amaste.

—Entonces, ¿qué haces merodeando cerca de mí? Si te hago daño, aléjate de mí; eso es lo que deberías hacer.

—Aún te sigo amando, Ismael.

—Pero yo ya no siento nada por ti. Ahora vete por cuenta propia o me veré obligado a llamar a seguridad para que te saque.

—No eres el Ismael que me enamoró perdidamente. Espero que recapacites a tiempo y dejes de jugar al papá y a la mamá con esa tonta niña.

—No me hagas perder la compostura y vete.

—Juro que… —cierro la puerta.

No odio a Génesis, ya que sin intención yo la hice sufrir, pero por el bienestar de mi actual relación prefiero mantenerla lejos de mí y de María José.


 

La indeseada visita de Génesis me ha dejado inquieto. Tanto que no he podido concentrarme en terminar los pendientes de la compañía. Tal parece que esta noche va a ser muy larga.

Suspiro con pesadez. Nuevamente, está tocando el timbre, pero, a diferencia de antes, sigo en el sofá.

No quiero lidiar nuevamente con Génesis, y tampoco quiero hacer un escándalo a esta hora. Pronto se ha de hostigar y se ha de ir.

Observo la estructura del nuevo videojuego, fijándome hasta en el más mínimo detalle de este. Aunque sea solo una simulación de una gran creación, no quiero que haya ningún error.

Dejo de mirar la pantalla y fijo mi mirada en mi celular. Al ver el nombre de mi hermosa mujer, rápidamente contesto la llamada.

—Buenas noches… 

—¿Dónde estás?

—En casa, ¿por qué?

—Entonces, ¿por qué no abres la puerta?

Mi corazón se altera y de inmediato me pongo de pie.

—¿Eres tú?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.