Señor Playboy [serie Las Marías #6]

Capítulo 22

Majo

Este dolor que siento es insoportable. Es como si tuviera miles de cuchillos al rojo vivo clavados en todo mi ser. Duele, duele demasiado, que no sé si pueda soportarlo.

—Majo…

Debí suponer que Mael le ayudó a entrar a la casa.

—Majo, ábreme la puerta… —Cierro mis ojos—. María José, es necesario hablar.

—¿Mael? —Mi cuerpo se estremece—. ¿Qué está pasando?

Me pongo de pie, yendo a la puerta.

—Necesito hablar con Majo.

Abro la puerta sin dejar que Mafer me vea.

—Pasa, Mael.

—Es algo rápido, espérame en la habitación de Maru.

—Está bien.

Mael ingresa y cierro la puerta. Veo a mi cuñado desconcertado y preocupado a la vez.

—¿Qué pasó, Majo? Ayer, después de hablar, todo parecía estar bien.

¿Cómo le digo que Ismael tuvo sexo con Génesis? ¿Cómo le hago saber lo que vi sin que se lo cuente a su mejor amigo?

—Mael, no me hagas preguntas.

—Es que es raro, Majo. Algo debió pasar para que tú llegaras a tomar esa decisión que claramente te afecta demasiado. Lo amas, sufres por él, ¿qué cambio de la noche a la mañana?

«Cambió todo…»

Ya no puedo ver a Ismael con tanta devoción como antes. Aunque lo siga amando, cuando lo veo a los ojos, veo a un mentiroso; a un traidor.

—Mael, no intentes saber más. Quiero que, al igual que Ismael, entiendas que la relación que él y yo tuvimos se acabó.

Por su mirada, confirmo que estoy siendo drástica.

Quisiera tener el valor de contarle a mis hermanas todo lo que pasó y no guardarme todo esto que me ahoga.

—Ismael te ama…

Las lágrimas se desbordan de mis ojos.

—Mael, no te involucres, por favor.

Después de verlo dormir plácidamente con Génesis, no puedo creer ciegamente que él me ama. Cuando uno ama, no traiciona.

Tal vez estoy siendo una hipócrita total al besarme yo con un desconocido. También sé que no estuvo bien lo que hice dolida, pero un beso no se compara a algo tan íntimo como el sexo.

—Solo quiero que ustedes solucionen sus problemas. Ambos se aman, no merecen separarse de esta manera.

—Lo siento, Mael. No puedo seguir escuchándote.

Me doy la vuelta.

—Majo, reflexiona bien sobre tu decisión y tu actuar, no vaya a ser que después te arrepientas de lo que estás haciendo ahora.

Escucho cómo la puerta se abre y se cierra, cayendo al instante al piso.

Trato de llorar en silencio y con suaves golpes en mi pecho trato de liberar la pesadez de mi corazón.

A pesar de saber que lo que estoy haciendo es lo correcto, mi corazón destrozado no lo ve así…

Este corazón no entiende que Ismael me engañó con Génesis, que traicionó mi confianza y, aunque yo perdone lo que hizo, siempre estará esa espina de zozobra recordándome vívidamente la escena que vi.


 

[Días después…]

Lidiar con mis sentimientos, mis deseos y hasta mi familia ha sido difícil. Hay cuestionamientos y dudas, que no he respondido, ni mucho menos aclarado.

Decirle a papá que renuncié al trabajo de secretaria fue complejo, me hizo muchas preguntas respecto a dejar algo que me emocionaba, tuve que mentirle con la excusa de la universidad para darle tranquilidad.

También le mentí a mis hermanas, a María Gracia, y hasta he tratado de mentirme a mí misma.

Respecto a Ismael, no ha dejado de escribirme mensajes, llamarme e incluso mandarme cartas por medio de correo. 

He luchado conmigo misma para ignorar todo lo que Ismael está haciendo; honestamente no sé por qué lo hace. Su comportamiento está haciendo tambalear mi fuerza de voluntad y mi dignidad, quiero correr e ir hacia él y decirle que lo amo.

—Majo.

—Dime.

Capto la preocupación en la mirada de Maru.

—¿Quieres acompañarme a ir de compras?

—No tengo ganas de salir.

—Vamos —se sienta en la cama y toma mis manos—. Te has pasado encerrada en tu habitación estos últimos días. Está bueno salir y despejar un poco la mente. Acompáñame a ir de compras, ¿sí?

—No me siento bien —baja la mirada resignada—. Está bien, te acompañaré.

—¡La vamos a pasar muy bien, te lo aseguro! —Asiento.

No tengo ganas de salir de casa, pero ver el afán de Maru me impide decirle que no. Sé que está preocupada por mí, por ende debo ser un poco razonable para que esa preocupación disminuya.


 

Maru me ha comprado muchas cosas lindas, y ha tratado de hacerme sonreír todo el día. Aun así, no he podido corresponder a su esfuerzo con una sonrisa sincera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.