Capítulo 25

Majo

Ha pasado tanto tiempo desde que sentí esta deliciosa sensación de espasmo recorrer todo mi cuerpo, que siento que en cualquier momento voy a estallar por el placer que causa en todo mi ser.

—¿Me amas, María José? —Susurra en mi oído mientras, aumentando la fuerza y la velocidad de cada estocada.

—Te amo…

Abro mis ojos sensibles ante la radiante luz.

Mi mente se llena de imágenes candentes que alteran mi corazón y a la vez lo contraen con fuerza.

—¿Qué diablos hiciste, Majo?

Aunque mi cabeza parece partirse en dos, agarro mi celular y llamo de inmediato a Samuel.

Por mi recuerdo sé que tuve sexo. Aun así, necesito confirmarlo.

—Buenos días, Majo.

—Buenos días, Samuel… —Siento pena por lo que voy a hacer, pero no puedo echarme para atrás—. Necesito que me respondas algo.

—Claro. Dime lo que quieres saber.

—¿Yo tuve sexo con Ismael?

—Sí.

Frustrada, paso la mano por mi cabello—. Lo siento.

—¿Por qué?

—Porque a pesar de ser una relación falsa, yo te fallé.

—Era algo que en cualquier momento iba a pasar. Así que no te sientas mal, yo comprendo y no te juzgo. Solo espero que estés bien.

Este hombre no parece de este mundo.

—Estoy bien, pero…

—¿Qué te preocupa?

—Su reacción.

Suspira.

—Ambos estaban con alto grado de alcohol en la sangre. Cuando te encontré estabas inconsciente, ni siquiera reaccionaste cuando te vestí. —siento mi cara arder de la pena—. Lamento mucho haberme atrevido a vestirte, pero no sabía a quién recurrir y…

—Lo entiendo.

—Bueno, siguiendo con el dilema principal. Ismael estaba más alcoholizado que tú, puede que tenga algún efecto, pero si recuerda lo ocurrido tienes dos opciones: le puedes decir la verdad o puedes convencerlo de que fue producto de su imaginación. Majo, solo yo sé lo que pasó ayer entre tú e Ismael.

—Siempre me ayudas.

—Es lo que hace un amigo.

—Gracias.

—No hay de qué. Majo, tengo que salir con mi tía, ¿te parece bien si te llamo más tarde? 
—Bueno.

—Hasta luego.

—Hasta luego, Samuel...

Soltando un suspiro pesado, cuelgo la llamada.

Me acuesto en la cama, cerrando de inmediato mis ojos, viendo aquellas imágenes que estremecen mi alma.

—Debería odiarte, Ismael, pero heme aquí amándote y recodarte como una idiota.

Solo espero que mis acciones no ocasionen más complicaciones en mi vida.

Samuel

Recorrer los lugares donde tienes los mejores recuerdos de tu vida no siempre causará felicidad. Por lo general, la palabra recordar viene acompañada de nostalgia.

—Aunque ha cambiado la infraestructura, sigue manteniendo la esencia.

—La esencia de Athenea nunca cambiará.

—No tengo duda de tus palabras.

La velocidad de sus pasos disminuye.

—Samuel, hay algo que no te he dicho.

—Estoy listo para escucharte, tía.

—Anoche —clava su mirada en mí—, hablé con tus padres.

—Tía, no tengo ningún problema con que hables con ellos, así que deja de mirarme como si hubieras hecho algo atroz.

—¿Ya los perdonaste?

—Los perdoné hace tiempo, pero eso no quiere decir que quiera que sean parte de mi vida otra vez. Sé que son mis progenitores, pero ya no los puedo ver como mis padres.

—Ellos quieren recuperar el tiempo perdido.

—No siento que el tiempo que ha transcurrido haya sido perdido. He aprendido muchas cosas, he conocido varios lugares; han sido años muy resilientes. No he perdido nada, por ende no tengo nada que recuperar.

Suspira con pesar.

—Aunque sea escribirles. Sé que no fueron los mejores padres, pero están arrepentidos de lo que hicieron.

—Lo pensaré. Si ellos quieren que haya un mínimo acercamiento, deben ser pacientes y respetar mi espacio y mi tiempo.

—Se los diré. A pesar de tu mal comportamiento en el pasado, siempre te he amado, pero tengo que aceptar que admiro mucho a este Samuel.

—Aumentas mi ego, tía.

Reímos.

—Pero no eres un egocéntrico, tal vez un poco presumido.

—No soy presumido, solo confirmo las buenas cualidades que tengo.

—No hay mucha diferencia, ¿no? —Me mira con diversión y abre la puerta de su oficina—. Pasa.

Ingreso, recorriendo con mi mirada el espacioso lugar.