Capítulo:16
Megan apenas podía concentrarse en su desayuno, desde hace dos horas ella no había visto a Erick, estaba molesta él no le había dicho que iba a salir y no habían desayunado juntos como todas las mañanas.
«No me importa, no debe importarme lo que hagas o lo que dejes de hacer», pensó Megan.
Una hora después, Megan estaba de pie junto a la ventana, de la sala no podía dejar de pensar en donde estaría Erick. No estaba dispuesta a reconocer que ella lo hizo mal al estar cocinando para Jason, pero no iba a disculparse, y mucho iba hacer de esas esposas que actúan como mujeres sufridas al esposo no estar en casa.
Se oyó la voz de Rebecca entrando a la casa. A Megan le molestaba la presencia de ella y como seguía a Erick a todas las partes que él iba.
Megan sonrió sarcásticamente al ver a la secretaria personal de Erick.
-Rebecca, ¿Dónde está Erick?.-le Preguntó Megan directamente.
-Señor Erick, para tí.-le contestó Rebecca.-debes saber cual es tú lugar.
-Bueno habla por tí.-Megan le volvió a sonreír sarcásticamente.-él es mí esposo y obviamente la que debe saber cual es su lugar eres tú no yo.
Rebecca la miró seriamente, no había duda que Megan iba hacer una contrincante muy interesante.
-Él señor Erick, está en un evento.-le habló finalmente Rebecca.-pensaba que como eras la esposa debías saberlo pero al parecer él señor Erick, no te lo dijo.
-Se le olvidó.; Megan sé defendió no iba a dejarse vencer por la secretaria personal de Erick.
-¿Sé le olvidó?.-repitió Rebecca.-¿ No será qué él señor Erick no quiere verte? ¿Por qué no dices qué él no te invitó en vez de decir que sé le olvidó?.
-¿Qué no me invitó?.-repitió Megan.-no tengo que darte explicaciones.
-¿Estás molesta?.-le Preguntó Rebecca, sarcásticamente.-él señor Erick, quiere que tú estés en la fiesta del señor Alonso.
Megan pasó con la frente en alto y subió las escaleras que conducían a la habitación.
Le molestaba la personalidad de Rebecca, era lógico que para ella la secretaria personal de Erick estaba enamorada de su esposo.
Megan sé encontraba en el evento que Erick le había dicho, desde hace unos días atrás que ella debía ir. No había presencia de él, pero ella no iba hacer la que lo buscara.
-Señora Megan, ¿Cómo está?.-le Preguntó, un señor de unos 55 años, con traje italiano blanco al igual que sus zapatos y cabello negro.-mí nombre es Alonso, no esperaba verla aquí.
Megan fingió una sonrisa.-encantada en conocerlo, señor Alonso, ¿Dónde está Erick?.
-Déjeme acompañarla.-le sugirió Alonso, con una amable sonrisa.
Megan pudo ver a Erick y hablando con algunos políticos; alcalde, regidor, cindico, diputado entre otros. Ella y él señor Alonso caminaron donde sé encontraba Erick con las personas hablando.
-Saliste temprano.-le dijo Megan a Erick.-no sabía que ibas a estar aquí.
-Señora Lucrecia, ¿Cómo está?.-le Preguntó Erick, a la señora que sé iba acercando a ellos.-¿Cómo está su hija, Wendy? ¿Sigue siendo hermosa?.
-Erick, estoy bien y Wendy también lo está.-Lucrecía le sonrió amablemente.-es una pena que te casaras tú y Wendy hacían linda pareja.
Megan no podía pensar en otra cosa. No se movió, simplemente se quedó allí de pie, como una estatua, Erick la estaba ignorando y estaba hablando sobre la hija de esa señora delante de ella.
«Bien» «No me importa», pensó Megan.
Megan fué a beber un poco de vino para despejar su mente y controlar su enojo hacia Erick.
-Al parecer él señor Erick, sé olvidó de tí.-susurró Rebecca, con una sonrisa sarcástica.
Megan levantó la vista y miró en la distancia, en el gran evento que estaban realizando. Erick continuaba de pie allí, hablando con algunos invitados. Pero miraba en su dirección y ella trataba de fingir como si no le importara lo que Erick le estaba haciendo. Estaba enojada, y no lo iba admitir, para ella él sólo es un tonto que no iba lograr su objetivo que es hacerla enojar.
-Es que decidí dejar que él hable con sus compañeros políticos.
Megan observó a Erick tomando un trago de brandy y luego sonrió a una joven de cabello negro y vestido rojo con un escote pronunciado y provocativo.
-Bueno debo ir a ver al señor Erick
«Qué pasa con esa tarántula provocadora» «Es qué no sabe qué él está casado» «Díos, mira como lo está tocando» «Si te atreves seguir tocándolo con tus uñas de tarántula juro que yo me encargaré de cortarla y no vas a tener deseo de tocar a un hombre casado de nuevo», pensó Megan.