Señora De Madrugada

Una patada en el estomago

Estaba agotada. La noche de ayer fue de locos. Algo había cambiado cuando abrí los ojos por la mañana. Era la luz, el día nublado pareciera que fuese a llover. Me levanté de la cama con dolor en el cuerpo, estaba atrofiada y engarrotada, mis piernas estaban rígidas, camine un poco hacia la ventana, para mirar fuera mientras un fuerte dolor en mi en mi estomago me retuerce fuertemente. ¡Es hambre lo que tenia!, el dolor era insoportable como si las tripas se pegaran al espinazo, me decidí bajar a la cocina a calmar el vació a falta de alimentos. Engullí un poco de cereales y bebí un te caliente. 

( llega a la cocina la mamà, furiosa.)

—¡Ah! Espero que te lo estés pasando bien. Porque yo me estoy volviendo loca de preocupación. ¿Qué te pasa?, puedes explicarme, ¿Qué son esas horas de llegar?, tu eres una chica comprometida —replica la madre. 

—Cálmate, no me di cuenta, la pase tan bien que el tiempo paso volando

 —Hum, déjame pensar, déjame pensar, te puedo hacer una pregunta ¿Tu crees que yo tengo la argolla en la nariz?, porque me estas tratando como india... ¡AH! ¡Lo entiendo! Tu piensas que voy a creerte que estabas con esa niña sin oficio, si claro y ese enorme chupete en tu cuello ¡Que!, ¿De acuerdo?.. . Y por que estas tan pálida, ¿Que te pasa?, ve al medico, no me conviene que te enfermes a estas alturas.

—Hay, ya, cállate por favor, hablas tanto que no puedo entender nada. ¿Que chupete?, madre: Tómatelo con calma, yo estoy bien, algún resfriado que pesque a noche, —contesta con cara de asombro mientras corre al espejo para observar el acontecimiento dicho por su madre.

—No te hagas la tonta conmigo

«La madre furiosa, apoyada sobre la barra de la cocina y con una expresión inane, bajo la cabeza decepcionada.
—¡Aderlyn! —gritó la madre.
—¡Que, no grites!, no estoy sorda —contestó la hija.
—Deja la idiotez, y compórtate como una mujer, no eres una chiquilla, que es lo que pretendes,¿Explícame?  seguir ambulando en la  pobre y arrastrarme contigo... —resonó, volviéndose a apoyar firmemente en la barra y dejando caer los párpados. La madre rebusca en su bolso, lleno de recibos de pagare, saca unos dolares y se lo da a su hija para que se compre una mascarilla para tapar aquel morado grotesco y morado que se asomaba por debajo de su barbilla
—Gracias, madre —contestó la hija con desgana y mayor inexpresividad que antes.
—Jódete —repuso la cartera mirando el tocado de la chiquilla, «ridículo en sí misma», pensó para sus adentros. La señora Docatti enciende el filing de marihuana y echa una larga y vaporosa bocanada de humo, que se eleva por el techo inundado todo a su paso, con la mirada perdida y carcajadas de loca. Al poco rato,  vuelve a llamar, esta vez con una voz casi inaudible.
—¡Aderlyn! —ya nuestra miseria esta por terminar, esta vida de porquería se va para la basura.
—¡Mamà, que es lo que estas haciendo! —de cuando acá tu ruleas. ¿En que parte de la historia me perdí?... No puedo creer que Doña blanca este con nosotros de nuevo...
—¿Y? lo dudas —le preguntó con indubitable interés.
—Sí, madre, que te sucede, creí que tu eras diferente y caíste en lo mismo, en serio no lo comprendo, tu mas que nadie sabes el daño que nos hizo —sonó fuerte la mesa, ya harta de la vieja.
—¿Qué te puedo decir? —insistió ella. —Entiende, cuando estoy con ella me siento tan feliz, cuando estoy con ella me imagino estar donde nunca estuve por ejemplo aveces creo caminar sobre las nubes. Doña blanca me a endulzado tanto que no puedo vivir sin su presencia dentro de todo mi ser, hija ya no tengo fuerza de voluntad para alejarla de mi, ella a sido mi compañía para aguantar este sufrimiento.
—Nada no mientas màs, todo es escusa y mas escusas. Tu nunca as tenido que trabajar para traer a la mesa, todo lo hago y pongo yo, si fuese así, entonces yo seria una maldita adicta, y mírame soy una mujer decente con virtudes por doquier, sin embargo la falta de mi padre y las amenazas constantes tuyas no a sido impedimento para ahogarme en ese nocivo vicio, me das vergüenza —repuso los brazos en la silla, cansada de sus demandas.» ¿Que pecado?

aderlyn se retiro, sin mirarla y sin despedirse, tomo su cartera y salio despepitada estrellando el portón... aquella  se estremeció como si pasara un terremoto a su paso, dejando caer todos los adornos de la pizarra.

 

Horas mas tardes se encuentra la chica esperando que el Doctor Rodriguez la atienda, mientras la enfermera arregla unos papeles y la gente en la sala de espera habla de cualquier tema. Es un día anormal para mi, no podía creer como mi vida seguía derrumbándose cada día, probablemente mis antecesores tuvieron que hacer algo muy malo, para que toda la malacusia me abrazara sin piedad, voy a tener que ir a la playa a sacudir toda la sal que tengo. En el consultorio del Doctor Rodriguez. Los pacientes van y vienen, algunos con sonrisas, otros con malas caras, pues no a todos les agradan las visitas con el médico.

 



#24607 en Otros
#7554 en Relatos cortos

En el texto hay: sufrimiento, rebeldia, amor

Editado: 20.07.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.