Señora Delacroix

1. Delacroix y su Prometida

3 años después

 

 

 

 

 


Había entrado a trabajar hace dos años atrás a las empresas Delacroix, una de las empresas más destacadas internacionalmente en uno de los rubros más complicados a nivel mundial, según yo, trabajo en un compañía que estaba estrechamente relacionada con el Arte y la Cultura, existían departamentos de Arqueología, Literatura, Arte, Música y era la más exitosa del mundo. 
Y yo trabajaba, nada más ni nada menos, como la secretaria del máximo jefe, Lucian jodido odioso Delacroix.
Disculpen. Para Lucian Delacroix.
Como no terminé la universidad por la enfermedad de mi hijo, tuve que buscar trabajo rápidamente y este puesto, pagaba, excesivamente bien, algo que me convenía mucho.
Tuve suerte. Tuve malditamente suerte de que me haya escogido por encima de todas esas barbies de plástico que vinieron buscando suerte... con el jefe, claro está.
Suspiré al terminar de anotar cada cita que tenía  Delacroix para hoy. 
Marqué el número de su oficina.
Contestó al primer tono.
― ¿Señor Delacroix?― dije por el teléfono.
― Dígame señorita Ward.― Respondió con su ronca y fría voz.
― El Señor Williams canceló su cita de hoy para el jueves.― suspiró audiblemente.― Y su agenda de hoy está lista.― dije buscando la página de hoy.
― A mi despacho.― con un suspiro, me levanto y camino a su oficina.
Golpeé la puerta color caoba y entré al oír un "Adelante". Estaba sentado en su silla observando la ciudad de Nueva York, mientras fruncía el ceño.
Cerré la puerta y se giró a mirarme.
― Tome asiento.― me senté en la silla que había delante de él, mientras dejaba mi agenda y el lápiz sobre la mesa, dispuesta a anotar todo lo que me dijera.―¿Cuándo llamó John?
― Hace menos de cinco minutos, señor.― comenté mientras lo miraba fruncir aún más el ceño.― Me pidió que lo disculpara, dijo que un asunto sobre la salud de su esposa lo llevó a cancelarla.― su mirada no demostró sentimiento alguno.
― Reagendala para el lunes de la próxima semana a las 8 de la mañanan y llámalo para avisarle.
Fruncí el ceño: ― Sí, señor.― anoté sus indicaciones.― Su madre ha llamado para recordar la cena de esta noche.― asintió.― Dijo y cito: "No quiero ver a Rachel aquí".― rodó los ojos; todos sabíamos lo mal que se llevaban la familia de mi jefe con su prometida.― También llamó la Señorita Rachel para recordarle sobre la degustación de la comida y dijo, nuevamente cito: "Que conteste sus llamadas o ella vendrá y no será nada agradable tenerla enojada en su lugar de trabajo, la degustación será a las 1 pm y debe ser puntual".― restregó sus ojos y suspiró, después de todo seguía siendo un ser humano que se agotaba con los comentarios de desaprobación de su familia para con su novia y de su prometida que era una mujer caprichosa y chillona.― También llamó el señor Thomas.― me miró serio, después de todo es su mayor accionista.― Quiere una reunión privada para hablar sobre la exposición de Italia, debe ser lo antes posible, preferiblemente, hoy.― la exposición de Italia sería la más importante del año y todo respecto a ella era prioridad.― También tiene 2 reuniones con el despacho de Finanzas y Contabilidad, una con el consejo de Creatividad y Desarrollo, y la última reunión del mes con el Comité de Accionistas después de la hora de almuerzo.― cerré mi agenda.― Eso es todo por hoy, ¿Necesita algo?― pregunté para poder marcharme a terminar de ordenar unos documentos sobre las 12 últimas exposiciones que se han llevado acabo éstas dos últimas semanas, para así poder presentarlas en la última reunión del Comité de este mes; que sería en 4 horas.
- Cancela todas las reuniones de hoy.― me miró por un segundo, sabía lo que se avecinaba.― Y llama a mi prometida para avisar que no podré asistir, luego de haber solucionado eso  llama a Thomas para agendar un almuerzo con él a las 1 pm. 
Otra vez tengo que soportar los berrinches de su prometida, siempre era yo que lidiaba con su enfado hacia su novio.
― Si, señor.― tomé mi agenda, me levanté.― Con su permiso.- asintió y siguió trabajando en su computadora.
Al salir, suspiré y me armé de valor para hablar con la Bruja.
Al tercer tono, contestó.
― ¿Y bien? ― contestó la señorita Rachel.
― El señor me pidió que lo disculpara, ya que no podrá asistir a la degustación por asuntos de una exposición.― dije rápidamente. Un chillido de impotencia se escucha por el otro lado, alejé un poco el teléfono de mi oído al oírla gritar como loca, ya que temí por mi pobre y torturado oído.
― Ése imbécil, ése desgraciado piensa que puede Hum...― y dejé de escuchar sus insultos al señor porque su voz chillona era insoportable.― Y dile que no saldrá tan fácil de esto.― y colgó.
Lo siguiente que hice fue redactar un correo electrónico para los jefes del Comité, disculpándome por Delacroix y avisando que la reuniones se llevarían acabo el jueves que viene a la misma hora, luego llamé al señor Thomas para indicar lo acordado con mi jefe. 
Saqué todos los documentos, desde las críticas hasta las fallas que habían tenido las 12 últimas exposiciones, redacté unos cuantos fundamentos para aclarar cada punto de fallo, también ordené la revisión de finanzas por orden de prioridades y alfabéticamente para que Delacroix pudiera firmar cada documento lo antes posible.
una hora después de arduo trabajo, estaba tomándome un dulce y delicioso capuchino.
Miré hacia el ascensor que  había sonado, del ascensor salió una pelirroja, modelo de grandes piernas, dejándolas expuestas por ese llamativo y corto vestido azul eléctrico y labios demasiados rojos para mi gusto, sus ojos iban delineados con negro para resaltar sus azules ojos, me miró alzando su perfecta ceja roja.
― ¿Dónde está?― dijo Rachel Moore.― ¿Qué no me oíste?― alzó un poco la voz.
Sonreí falsamente: ― El señor Delacroix está en una junta importante a través de una vídeo llamada.― dije serena.
― ¡Y una mierda!― gritó para después dirigirse hacia su despacho, trató de abrir la puerta una 5 veces, mordí mi labio para evitar reír por el ridículo que estaba haciendo justo ahora. Me miró.― ¿Te parece divertido?― negué.― Entonces, ¿Por qué mierda no vas a conseguir una llave para abrir la maldita puerta?―Siseó.
― Lo lamento, señorita, pero el señor dijo que no lo molestaran.― me encogí de hombros y antes de que replicara, añadí:― Y lamento informarle, que las dos únicas personas que tienen la llave de su oficina son él y el conserje quien no llega después de las 6 pm.― informé.― ¿Desea algo de beber, mientras espera al señor?― pregunté dule e inocentemente.
― Eres una...― Chilló y comenzó a golpear desesperadamente la puerta de mi jefe.― ¡Lucian! ¡Abre la maldita puerta!― exclamó.― O te juro que te arrepentirás.― Negué y suspiré.
La señorita siguió gritando que le abriera la puerta mientras lo insultaba y aprovechaba de insultarme a mí por ser una incompetente y buena para nada. Rodé los ojos.
La puerta se abrió y dejó ver a un muy molesto hombre.
Lo primero que hizo la señorita fue estampar una bofetada en su mejilla, haciendo eco por las paredes del piso que compartíamos mi jefe y yo, su rostro se volvió aún más enfurecido.
―¿Cómo te atreves, hijo de puta, a dejarme malditamente plantada?― dijo ella dándole otra bofetada en la otra mejilla.― ¿Cómo en el infierno me avisas por intermedio de ésa puta que tienes por secretaria? ¿Cómo jodi...?― no terminó porque la exclamación del señor Lucian la hizo callar.
―¡Ya para de una vez!― gritó furioso.―¡Y no permito que hables así, de ésa manera tan vulgar, ni a mí ni a la señorita Elizabeth!― dijo apuntando hacia mi dirección.― ¿¡Estás demente!?― preguntó mientras la miraba con repulsión.― ¿Cómo te atreves a hacer un escándalo de ésa magnitud, sabiendo que mis negocios son importantes?― preguntó, ella bajó la mirada, avergonzada.― No me digas que te comieron la lengua los ratones después de semejante show, ¡contesta!― ella se sobresaltó y yo, por una milésima de segundo, sentí lástima hacia ella, cosa que olvidé al recordar todos sus malos tratos hacia mi persona.
― Yo... yo...
― ¿Tú qué?
― Lo lamento.
Río incrédulo: ―¿Lo lamentas? ¿En serio, sólo eso, ninguna excusa para defenderte, sólo eso?― ella miró a otro lado.― Y una mierda,― lo miró.― Última vez que haces algo como esto, porque te juro que soy capaz de romper este compromiso, ¿Entendiste?― asintió.― Bien, porque ahora volverás a donde sea que estabas antes y me dejarás terminar mi trabajo en paz, ¿Comprendiste?― asintió nuevamente para luego salir de ahí. 
Es una mujer que manipula y dejan que la utilicen como quieran. Pobre.
― ¿Terminaste los documentos de las exposiciones o simplemente te quedaste a observar este espectáculo como la metiche que eres?― me tensé al escuchar su tono hacia mí.
― Señor, le pido por favor, que no me hable así, no soy su prometida para que venga y me trate como se le antoje.― dije tomando los documentos. Sus cejas se alzaron.― Segundo, no es mi culpa que haya armado semejante espectáculo.― me levanté y caminé hacia él quedando a unos centímetros de distancia, me miró hacia abajo.― Y tercero, claro que terminé con mi trabajo, no soy una incompetente como me lo ha repetido hasta el cansancio su prometida.― levanté las carpetas y las deposité en sus manos con fuerza.― Y si me disculpa, tengo mejores cosas que hacer como para quedarme a escuchar cómo me habla y trata, con su permiso.― me di media vuelta, tomé mi bolso y salí de allí a almorzar. 
Pulse el botón del ascensor, hasta ahí quedó mi salida triunfal. Bufé y me crucé de brazos mientras esperaba.
Estaba lo suficientemente cabreada como para dejar que me tratara de ésa forma, allá él si decide despedirme, estaba harta de los malos tratos que recibía por parte de su prometida como para soportarlo ahora a él.
― Señorita Elizabeth.― llamó mi jefe, me giré, estaba cruzado de brazos con las carpetas en mano y con una leve sonrisa.― Hoy irá al almorzar conmigo y Thomas, así que, espereme abajo para que vayamos juntos.― dicho esto, entró a su oficina y yo al elevador.
Suspiré y ahora debía soportarlo a él durante el almuerzo también.
Al salir del elevador y me dispuse a esperar a mi jefe mientras hablaba con el portero.




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