Señora Delacroix

5. En el Mismo Punto de Partida

Era mi turno, estaba nerviosa.

Hace más de 6 años que no corría, no competía... había pasado tanto tiempo que había olvidado esas ansias que surgían por dar lo mejor de ti, por ganar... por ser reconocida en algo bueno. Por ser mejor en algo. Pero por sobre todo, para que me aceptaran. 

―En sus marcas.― dice Martín

Cierro los ojos y me lleno de ese sentimiento olvidado.

― ¿Listas?

Abro mis ojos, con una energía renovada.
Puedo hacerlo, puedo ganar.

Fuera.

Partimos; Nora adelanta, pero no me preocupo.

Puedo hacerlo.

Comienzo a subir mi ritmo, inhalo y exhalo, mis piernas arden.

Hace bastante tiempo que no me sentía tan bien, tan libre. Paso a Nora y me regocijo con la sensación del viento golpeando mi rostro. Y lo recuerdo.

Por esto me gustaba correr porque me sentía libre, sin ataduras y aquella familia tan cerrada de mente, desaparecía y por unos minutos era yo, una chica adolescente con ganas de vivir, sin miedos y sin preocupaciones.

Nora va a unos pasos de mí, me mantengo firme en mi ritmo, sin flaquear y con ganas de ganar, con ansias de revivir el pasado como nunca antes lo había hecho.

Mi respiración comienza a sentirse pesada, siento mis piernas débiles. Esto sucede cuando dejas de correr por mucho tiempo y lo retomas de la nada, ésa sensación de agotamiento que crece con cada paso que das, porque has estado fuera de las canchas por mucho tiempo. Pero yo no me rindo, con todo y el agotamiento físico, pienso seguir corriendo... seguir adelante sin miedo a nada.

Entoces lo oigo.

Eres tan inútil que no puedes, si quiera, ganar una carrera. John Ward, mi padre, vuelve a restregarme en la cara que soy la escoria y el desperdicio de la familia. No sé por qué estoy aquí, si siempre será lo mismo. dijo para darme la espalda y marcharse, para él empatar o sacar el segundo lugar jamás había sido una jodida opción.
Y yo lo sabía, siempre deba lo mejor de mí para que me reconociera, para que se sintiera orgulloso de ser mi padre y cada vez que esto sucedía, la sensación de ser humillada y poca cosa me invadía.

Aumento un poco la velocidad de mis pasos, jamás me ha gustado decepcionar a nadie y menos si ese alguien es mi hijo.

No quiero decepcionar a nadie. Ya no deseo ver aquellas miradas cargadas con decepción dirigidas a mí. No. No quiero sentirme así nunca más.

Sigo corriendo, cada vez más rápido, necesitaba estar segura de que podré disminuir la velocidad y dejar a Nora atrás de mí sin ningún problema, necesitaba asegurar la carrera.

Pero con cada aumento, con cada paso más cerca de la meta, ella estaba, a mi lado, sin poder pasarme o sin poder pasarla a ella.

Entonces, sucede, ambas llegamos a la meta.

Casi al mismo tiempo.

Disminuyo el paso, lentamente, voy avanzando hacia Martín quien nos había llamado.

Nora está a mi costado, respirando con dificultad, al igual que yo. Ambas habíamos dejado todo en aquella cancha.

Siento aplausos y gritos por parte de Noah y Thomas, sonrío.

Sin embargo, no me siento satisfecha, pude haber dado más. Más de mí.

― Fue una carrera muy reñida.― Martín parecía estar sobreexcitado.― Nunca había visto a Nora tan acorralada desde las olimpiadas.― y ésa si que fue una gran carrera.- Y ahora, acabámos de ver una carrera de profesionales.―después de todo, era Nora White.

― No sabía que corrías.― dice Noah con una gran sonrisa en cuanto llegó a nosotras.

Asiento.

― Hace mucho tiempo de eso.― digo mientras le resto importancia.

― ¿Nunca fuiste a las nacionales?― me preguntó Nora.

Negué: ― No se me dio la oportunidad.― y era en parte la verdad porque lo cierto era que, mi padre se negó rotundamente a dejarme ir.

Veo como Eliot baja con una botella de agua.

Cuando ya está más cerca de mí, veo su sonrisa.

― Aquí tienes, mami.― me tiende el agua.

― Gracias, pequeño.― le sonrío de vuelta.

―Es una lástima que no hayas ido a las nacionales, tienes talento y debería haber sido explotado.― dice Martín mientras palmea mi hombro.

― Gracias.― y bebo de mi botella de agua.

― ¡Gran carrera!― exclamó Thomas al acercarse a nosotras, felicitó a su hija por haber ganado y me sonrió.― Muchacha, siempre logras sorprenderme.― dijo riendo, con una alegría contagiosa.

Cerré mi botella con agua y sonreí.

― Apenas y pude ganar.― asintió Nora.― Tienes que venir a entrenar conmigo.― me sugirió.― Necesito este tipo de carreras para sobreexplotarme.― parecía decidida a ganar el primer lugar siempre. Eso me gustaba.

― Claro.

Delacroix se nos une, Noah lo mira y dice:

―¿Qué más sabe tu secretaria que nos esconde a todos?

Delacroix me mira, mientras se encoge de hombros: ― Quién sabe.

― Porque no dejas de trabajar para él y te vienes con nosotros, te triplicamos  el sueldo.― comenta Thomas con una sonrisa socorrona.

― Oh, por el amor al Arte.― gruñe Mi jefe.― Búsquense su propia secretaria de categoría.―colocándose entre ellos y yo.

― Señor.― digo un poco nerviosa, ha estado un poco raro, más de lo usual.

― Ay, por el amor de Dios, Elizabeth.― se queja Eleonor.― Deja de tratarlo de Señor, ni siquiera estás en horario de trabajo.

Lucian sonríe.― ¡Por fin alguien que habla mi idioma!― exclama mientras besa la mejilla de Eleonor.

Lucian Delacroix, jamás era atento con nadie que no fuera Eloisa, su madre o Eleonor, su madrina y era esto lo más raro que se podía ver en un día. Verlo a él, riendo y abrazando a las dos mujeres más importantes para él.

Era sobrecogedor.

― No es tan viejo.-― asiente ella tomando la mano de Lucian.― Y ahora, porque no vamos al casino a comer algo mientras se ponen de acuerdo en qué harán para desempatar.




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