Señora Delacroix

6. Luchador de la Vida

Cuando llegamos a la clínica, lo primero que hago es enviarle un mensaje a Tracy con la dirección de donde nos encontramos.

Después de estacionar el auto, nos bajamos y antes de que pueda hacer o decir algo, Lucian toma entre sus brazos a Eliot, quien se aferra a sus brazos, jadeando y sudando excesivamente.

Nuestras miradas chocan por un instante y mi corazón se detiene, para comenzar a palpitar fuerte y veloz contra mi pecho, indicándome lo nerviosa y alterada que estaba.

― ¿Lista?― pregunta.

Respiro hondo y cierro por completo cada sentimiento que se apodera de mi corazón al ver a mi hijo tan débil y apagado.

Porque debo ser fuerte por él, por nadie más que él.

Asiento.

Caminamos a la par y lo hace. Toma mi mano y la aprieta.

Lo miro, su mirada está fija al frente, sus rasgos son firmes, siento como aprieta mi mano y luego la suelta para acariciar el dorso de ella con su pulgar.

― Todo estará bien.― habla en cuanto pasamos las puertas de la clínica.

Y por alguna extraña razón, le creo.


― Lucian.― nos recibió un hombre de unos 50 años.― ¿Es él?
Lucian asiente: ― Doctor Sallas.― habla cortés.― Por favor, dejo en sus manos al niño.

Asiente y llama a unas enfermeras que traen consigo una camilla, en el momento que es recostado en la camilla, despierta.― ¿Mami?― habla asustado, puesto que desde sus dos años que Eliot no soporta los hospitales, porque sabe que, inconscientemente, lo que ha sufrido en ellos.

― Aquí estoy, mi amor, aquí estoy.― digo mientras aferro su mano contra la mía y la llevo a mis labios.
― Estaré bien.― asegura con una sonrisa forzada y con el miedo reflejado en sus ojos.

No puedo creer que él,... él esté tratando de darme ánimos.

Asiento, porque sé que si hablo, lo único que haré es llorar y no me lo puedo permitir.―Vengan conmigo.― dice el Doctor mientras comienza a caminar detrás de la camilla y entrando en una habitación. Su oficina.― Muy bien, mamá.― habla hacia a mí mientras se sienta y nos indica que tomemos asiento.― Dígame todo lo que sucede con el niño.

Asiento: ― Eliot a los 2 años y medio, tuvo cáncer.― asiente.― Para ser más específica, tuvo Leucemia linfocítica aguda (LLA), fue puesto en tratamiento, le hicieron 4 quimioterapias extensas.― y es aquí donde comienzo a relatar todo el expediente médico de mi hijo, como si fuera parte de mí... 

Mis manos están cruzadas en mi regazo, mientras las aprieto.

― ¿Qué síntomas tiene?― pregunta cuando termino de relatar su expediente.

― Estaba pálido, fiebre, sudor excesivo.― asiente.― Y estos últimos días ha estado decaído, demasiado cansado para ser él, y tiene problema con la comida.

― Le seré sincero.― cruza sus brazos por encima del escriterio.― Tarde o temprano el cáncer iba a volver; esta clase de cáncer es el tipo de enfermedad que vuelve después de unos años, más si es en niños.― asiento porque es lo que ya sabía o porque, definitivamente, ya lo intuía.― Ahora bien, no estoy seguro, no puedo predecir lo que tiene con tan solo escucharla a usted.― muerdo mi labio inferior. Es por eso que necesito hacerle exámenes de sangre, para buscar cambios en la sangre y así poder saber, con certeza, lo que tiene. Y poder realizarle un tratamiento óptimo.

― ¿En cuánto tiempo estarán los resultados?― habla Lucian por primera vez desde que entramos a la oficina.

―Una o dos semanas.― suspiró.― En esta prueba de sangre se revisarán múltiples sectores, para estar más seguro.― se levanta de la silla.― Señorita, necesito todo lo que tenga de Eliot y de su LLA.― asiento.

― Sí, mi amiga ya viene con ellos.

―Muy bien.― abre la puerta.― Ahora necesito ir a hacer todos los exámenes correspondientes al niño, así que, tal vez quiera venir conmigo.

Me levanté y fui detrás del doctor.

Dos horas después, estaba con Eliot en brazos, estaba durmiendo; decidieron, por el bien de mi hijo, hacerle más de un tipo de examen e inyectarle unos antibióticos que servirían para calmar su dolor y es por eso que ahora estaba así, agotado y dormido entre mis brazos.

Lucian estaba al lado de Tracy, ella parecía pérdida en sus pensamientos, aferrándose a la tan conocida bolsa de Eliot.

Ambos se giraron al escuchar nuestros pasos acercándose a ellos.

―¿Cómo les fue?―preguntó Tracy, impaciente.

― No lo sabemos.― susurré.― Todo depende de los resultados que nos darán en 1 o 2 semanas.― Tracy dejó la bolsa con el expediente médico de Eliot en el suelo, pasó su brazo por debajo de mis brazos, atrayendo a Eliot a sus brazos. 

Me sonrió.
Ésa clase de sonrisa llena de esperanza y miedo a la vez.

―Doctor.― dije acercándome a él y a Lucian que hablaban despacio. Me miraron.― Aquí tengo las cosas de Eliot.― le tendí la bolsa que Tracy me había entregado.

― Bien.― la tomó.― Iré a revisar esto para así poder recetarle los medicamentos adecuados para el niño.
Asentí y se fue.

― Tengo que preguntar.― miré a Tracy mirándonos.― ¿Qué hacen juntos?―  ay Dios, traté de no rodar los ojos ante su pregunta tan inesperada.― Porque se supone que irían al parque y aquí estás tú con Delacroix.

― Me acompañó a un asunto de negocios.― habló Lucian mirándola fijamente.

― ¿Hoy no era la dichosa competición?

Lucian me miró enarcando una ceja.

Me encogí de hombros en respuesta a su mirada: ― Es mi mejor amiga.― negué.― Y creo que no es el momento ni el lugar para pedir explicaciones.

― Bien.―se encogió de hombros.― Iré con Eliot.― dijo sin dar mayores explicaciones.

Me apoyé en la pared y suspiré.

― ¿Por qué jamás hablaste de Eliot?
Lo miré, parecía confuso.― No lo sé.― me encogí de hombros.― Simplemente, nunca encontré la ocasión.

― Te quedabas horas extras conmigo en la oficina y ¿No encontrabas la ocasión adecuada?




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