Era viernes.
Y no estoy preparada para comenzar esta etapa otra vez, no estoy lista para verlo sufrir de nuevo.
― ¿Estás lista?― pregunta Tracy al entrar en la clínica, mi mirada se posa en su rostro contraído por la preocupación.
―¿Es necesario preguntar?
― No...― dice mientras hace una mueca dolorosa.
Eliot aferra mi mano con fuerza, como si supiera a lo que venimos.
― ¿Mami?― su voz temblorosa hace que mi corazón se apriete y se encoja, un nudo se asienta profundamente en mi garganta.―Ya no quiero estar aquí.
―Tranquilo pequeño, todo estará bien.― odiaba mentirle a mi hijo, porque sabía que nada podía estar bien, al menos, no hasta que las quimioterapias acabarán.
―¿Segura?― su inseguridad es latente en el tono de su voz.
Antes de responder, una voz nos interrumpe.
― Elizabeth.― miro hacia donde está el doctor encargado de las quimios.― ¿Están listos?― pregunta mirando alternamente, a mí y a Eliot.
Con un poco de miedo, asiento.
Nos llevan a una sala, muy conocida para mí, es completamente blanca, hay, por todo el alrededor, camillas donde cada paciente debe sentarse, quedando semi acostado. Es la sala que ocupan para hacer quimioterapias. Donde inyectarían la droga en el brazo de Eliot, en donde comenzaba toda esto.
― Es momento de comenzar.―el doctor guía a Eliot a la camilla en donde le realizarán su primera quimioterapia.
Pasan 3 horas desde que comenzó la quimioterapia, el doctor acaba de salir para decirnos que ya habían terminado por hoy.
― Todo dependerá de la evolución de Eliot, como su cuerpo reciba la droga de la quimioterapia y su recuperación para lograr determinar cada cuánto se harán las quimioterapias, así que, por favor, cada vez que Eliot recaiga deben traerlo para acá y así podemos ir evaluando su estado.
― De acuerdo, doctor y muchas gracias.―comento después de escuchar atentamente sus indicaciones, asiente y se retira.
Eliot está somnoliento y pálido.
― Ven, te llevo en brazos.― le susurro mientras lo levanto para marcharnos, Eliot, que siempre gruñe comentando que es ya muy mayor para ser cargado en brazos, no hace más que asentir y acurrucarse entre mis brazos.
Narra Lucian.
Entro al museo y camino por los pasillos que llevarán a la gran exposición, la más reconocida. Sonrío para ver que todo está en prefectas condiciones.
― La gala de anoche fue todo un éxito, estoy seguro que has convencido a muchos con tus palabras tan acertadas.―habla Thomas llegando por detrás.― Felicidades.― extiende su copa para brindar.
― Salud por el éxito.― sonrío mientras chocamos suavemente nuestras copas.
― ¿A qué hora comenzará la gran exposición?― dice mientras mira su reloj de bolsillo.
― A las 10 de la noche.― eran las 9 de la mañana, aún faltaban horas para comenzar y yo no podía estar más tiempo en el hotel sin pensar en la Exposición de hoy.
― ¿Cómo está Elizabeth?
Lo miro con el entrecejo fruncido.― ¿Por qué lo preguntas?
Se encoge de hombros.― Soy un hombre mayor, con más experiencia en los hombros que tú, muchacho, no puedes pensar que no me he dado cuenta de que algo te traes con Lizzy.
― Sigo sin comprender...
Suspira:― Elizabeth no es de las mujeres que se dejan manipular fácilmente.― su mirada se suaviza al hablar de ella.― Si juegas con ella, terminarás perdiendo... las mujeres como ellas son del tipo que enamoran fácilmente a cualquiera.― su mano se posa sobre mi hombro izquierdo y lo aprieta levemente.― En fin, iré a ver la zona este del museo, nos vemos luego.― dice antes de que pueda comentar todo lo que me ha dicho.
Miro mi alrededor y mi mirada se posa en la pintura de una mujer desnuda y un pequeño niño entre sus brazos, la madre miraba a su hijo con tanta paz y amor, que por un momento me imaginé al pequeño siendo amado y mimado por ella, creí en aquel amor ciego y sincero, que tanto caracterizaba a las madres... y por un momento, me imaginé a mí mismo amando de ésa intensa manera y siendo correspondido por completo.
L'amore di una madre.
Ése era el nombre de aquel cuadro que te hacía sentir tantas emociones juntas.
Narra Elizabeth.
― Vamos, cariño, despierta.― había pasado 1 hora desde la quimio y Eliot ya había comenzado con los efectos secundarios, se había desmayado justo en el umbral de la puerta.
― No reacciona.― Tracy se mueve inquieta con el celular en mano.
― Sólo han pasado 5 minutos desde que sucedió.― comento para tranquilizarla.― Eliot, despierta.― seguí susurrando.― Ve a buscar agua con azúcar, debe estar deshidratado.― Tracy asiente y va hacia la cocina.
Eliot despierta en el momento que Tracy me entrega el vaso con agua.
― Mami.― se queja mientras se sienta lentamente.
― ¿Qué sucede, cariño?― pregunto al tiempo que apoyo mis manos sobre el pequeño y frágil cuerpo de Eliot.
― Tengo mucha calor.― dice mientras respira con dificultad.
― Tranquilo, pequeño, déjame sacarte un poco de ropa.― empecé sacándole la sudadera, para poder dejarlo sólo con su camiseta.
Lo siguiente que hace es recostarse, para dormir.
Mi mirada se posa en la preocupada de Tracy, sus ojos reflejaban los mismo sentimientos que los míos...
Eliot se veía pálido y mis entrañas se encogieron, apenas empezábamos y aún así se veía más débil de lo normal.
― Estará bien.― susurra mi amiga, tratando de reconfortarme, aunque sonaba como si se lo estuviera diciendo a ella misma.
De igual forma, asiento, porque es lo único que puedo hacer en estos momentos.
***