Señora Delacroix

17. No lo haré

Camino por los pasillos de la empresa y me dirijo al ascensor, hoy era martes y sabía con tan sólo ver lo agitados que estaban todos, para decir que Lucian había llegado.

Suspirando, entro al ascensor.

Salgo y dejo mis cosas en el escritorio.

Me siento y comienzo a preparar la agenda de hoy para mi jefe, cuando la tengo lista, me encamino hacia su oficina, golpeo y entro cuando escucho "Adelante"

― Tengo lista la agenda de hoy.― dije en cuanto entré a la oficina.

― Siéntate.― su tono de voz me da a entender que no está de buen humor.

― Necesito que llames a mi abogado y cancela todas las reuniones de hoy, no me apetece ver a nadie con cara de idiota y con sonrisa hipócrita.― habla mientras se gira para mirar hacia el gran ventanal.

Frunzo en ceño, de verdad está de mal humor...

― ¿Está seguro?

― Sí.― dice bruscamente.― Y recuerda que tenemos una plática pendiente.

― No lo he olvidado.

― Bien, ahora, en tu escritorio dejé los documentos para que los revises y necesito que busques las fallas de Italia.― Abre su laptop y posa su mirada en mí.― Puedes retirarte.

Asiento y me levanto para salir de ahí.

 

***

 

Ya dan las 10 de la mañana, veo llegar a Axel Sanders, el abogado de mi jefe.
Se detiene y se gira para saludarme: ― Elizabeth, ¿Cómo has estado?

Sonrío: ― Muy bien, gracias, ¿Y tú?

Se encoge de hombros:― Bien, como siempre.

― ¿Terminaron ahí o esperan que me siente a ver como conversan tranquilamente?― miro por detrás de Axel y veo a mi jefe en el umbral de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho y con una mirada ligeramente oscura y fría.

― También es bueno verte.― Axel lo encara y se encamina hacia él.

― No estoy de humor...

― Nunca estás de humor.― Axel pasa por su lado y entra por completo hacia su oficina.

Lucian me mira y se da media vuelta para cerrar la puerta de un portazo.

A veces, parecía un  pequeño y caprichoso niño.

Ruedo los ojos y sigo con mi trabajo, que parecía aumentar cada vez que le quitaba el de encima... era agotador.

 

***

 

A la hora de almuerzo, sale un Axel muy serio, entra al ascensor y desaparece sin decir ninguna palabra, me quedo mirando las puertas cerradas del elevador, preguntándome qué fue lo que habrán conversado para dejarlo en aquel estado.

Mi jefe puede sacar de quicio hasta a un Santo...

Un carraspeo me hace girar el rostro en dirección a la oficina de mi jefe, estaba de brazos cruzados y me miraba con el ceño fruncido.

― ¿Dejaste de soñar despierta?― habla él.

― ¿Por qué?

― ¿Tienes que responder con otra pregunta?― parecía cabreado.

― ¿Qué te sucedió para que estés de mal humor?― estaba jugando con fuego, lo sabía, es sólo que jamás fui de las personas que le tuvieran miedo al fuego.

―¿Te importa?

― En realidad, no.― Respondo sincera mientras me encojo de hombros.

― Como sea...― mira su reloj.― ¿Ya comiste?

― No.

― Vamos a almorzar.― camina hacia el elevador.

― ¿No crees que es poco profesional?― hablo sin esperar más, estaba harta de tener que pensar y pensar sobre todo esto.

Se gira al escuchar mi pregunta.― ¿El qué?

― El hecho de que vayamos a comer juntos cada vez que se te pegue la gana, el hecho de que duermas en mi casa.― y en mi cama.― Que te preocupes y te acerques más de lo debido a Eliot, que rompas todos los esquemas de la relación Jefe y Secretaria...― el ascensor llega y Lucian lo ignora, se acerca hacia mí.― El hecho de que quieras casarte conmigo y hayas hecho un contrato con todas ésas cláusulas y requisitos.― listo, lo dije... llegó el momento de hablar sobre todo esto.

Se detiene a unos pasos de mi escritorio.

― ¿De eso se trata?― suspira bruscamente.― ¿Leíste el contrato?

― Por supuesto que lo hice.

― Y debo suponer que llegó el momento de hablar sobre ello, ¿Verdad?―habla con repentina calma.

― No hay otro momento.

Me mira fijamente.― Es mejor que vayamos a comer primero.―se gira para ir al ascensor.

―No.―me levanto.― No quiero ir a comer, no quiero que ignoremos esto más, Lucian.―se gira.― Es ahora o nunca.

― ¿Ahora o nunca?

― Así es.

Nos miramos fijamente por unos minutos, Lucian tensa su mandíbula y asiente.― Supongo que no tengo otra opción.― niego y suspira.― Vamos a mi oficina.

Asiento y saco la carpeta del dichoso contrato, Lucian la mira por unos instantes y vamos hacia su despacho.

Entro primero y me giro al notar que se queda ahí, apoyado en la puerta con sus brazos firmemente apoyados sobre su pecho.

― No estoy de acuerdo con prácticamente nada del contrato y hay una o dos cosas que no logré comprender del todo.― me detengo y pienso un poco en lo que voy a decir a continuación.― Y quiero aclarar algo, el hecho de que haya leído el contrato no signifique que esté de acuerdo con el matrimonio, ¿Queda claro? Ni mi hijo y ni yo somos herramientas para utilizarnos a tu beneficio propio.― asiente levemente.

― Dime tus puntos.―es todo lo que dice, como si nada fuera más importante que el contrato.

― ¿No te sentarás?

― ¿Para qué? Quiero terminar esto rápido, para que vayamos a comer.

― ¿Es un juego para ti?

― No.

― ¿Entonces? ¿Me puedes dar otra explicación de tu comportamiento? ¿Crees que puedes hacer todo lo que se te dé la gana? ¿Qué puedes lograr todo? 

― Elizabeth...

― Elizabeth nada, con un demonio, es algo importante, no es un maldito juego ni un negocio.― Me estaba exasperando, su calma me desesperaba.

― ¿Puedes relajarte?

― ¡No! ¡No puedo! Porque actúas como si esto no te importara en absoluto.― ¿Qué demonios le había pasado?




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