Señora Delacroix

25. Sentimientos

Narra Elizabeth

Mientras miraba como todos estaban en su zona de confort, desde una esquina no muy alejada del centro, una mano se posó en mi hombro.

Me giré y vi a Joanne que me sonreía gentilmente.

― ¿Estás feliz?―me pregunta mientras observa alrededor.

― No lo sé.―niego confundida.― Jamás pensé en algo como esto.― Joanne pone su mano en la mía.

― Supongo que nada es lo que pensabas.― la aprieta.― Eloise es muy... ostentosa.― ríe alegre.

Miro como su rostro se arruga un poco al hacerlo y sonrío, si ella hubiera sido mi madre todo habría sido diferente...― Joanne.―susurro llamando su atención.

― ¿Qué sucede, cariño?―me mira.

― Me voy a casar...― ¿Cómo habría sido si mis padres hubieran sido diferentes, ellos estarían aquí en lugar de Joanne, a mi lado? ¿Ellos me sonreirán de la misma manera en la que ella siempre lo hace? ¿Habrían jugado con Eliot en los momentos en los que yo trabajaba? ¿Habrían sido el más grande de los soportes en mis momentos más difíciles? Realmente lo habría querido, lo he querido desde el mismo momento en el que me enteré de mi embarazo... pero no todo es como uno quiere ¿No?

Tenía a Joanne... y ése ha sido mi más grande bendición, el haberla conocido.

― Lo sé, cariño.―ríe levemente cubriendo sus labios.― No me lo tienes que repetir.

― Me voy a casar...―volví a repetir al cabo de unos minutos, porque estaba consciente de lo sola que estaría, mi familia no estaría para verme de blanco... y por muy a mi pesar, jamás han estado para mí.― Y mi madre no me verá caminar al altar...― Joanne me miró sorprendida y su mirada se ensombreció al comprender lo que aquello significaba.― ¿Joanne?

― ¿Dime, cariño?―habla en un susurro, mientras una de sus manos apretaba fuertemente la mía... sus manos, sus sonrisas, sus abrazos e incluso sus lágrimas han significado más para mí de lo que se podría llegar a imaginar, sin saberlo, ella simplemente, me enseñó lo que era una verdadera familia.

Una lágrima bajó por mi mejilla y en mi pecho se hizo un nudo que desgarraba el alma.― ¿Me harías el honor de entregarme en el altar?

Ella cubre sus labios color rosa pálido, sus ojos se cristalizaron.― ¡Oh, mi niña!― susurró en un gemido torturador.― Por supuesto que sí― dice mientras sus delgados pero fuertes brazos me rodean en un abrazo que lograba reparar almas y curar las más profundas heridas.

― Gracias.― vuelvo a abrazarla.― No sabes cuánto significa esto para mí.―trago las lágrimas para no estropear mi maquillaje.― Muchas gracias.

― No llores, cariño mío, no llores arruinarás tu maquillaje.―río y asiento, sin apartarme de sus brazos.― Me has hecho feliz, realmente feliz.― me aprieta contra ella y la siento reír.―Sería un gran honor para mí hacerlo.

Un carraspeo nos quita de nuestras burbujas y ahí, con sus brazos en jarra y mirándonos con un muy leve ceño fruncido, estaban las personas que más quería en la vida...

― Vaya, un abrazo familiar y ni nos invitaron.―Tracy finge su enojo.

― Deshonor.― acaba Eliot mientras se trepaba en los brazos de mi amiga.―Deshonrada tú.― me apunta.

― Jamás lo imaginé de ustedes.― Joanne suelta una carcajada al escuchar su dramatización.

― Ustedes cada vez me sorprenden.― dice ella mientras me toma del brazo, sonriendo feliz.

Sonreí y los observé discutir y reprocharnos, vi a Eliot burlarse de Tracy y observé como ella lo golpeaba en su cabeza a modo de broma... vi cómo Joanne lo defendía porque mi hijo había ido a acusarla con ella.

Jamás había pedido tanto... tener una familia, ser amada por ellos... ser protegida... siempre creí que para mí no había tal privilegio, pero me equivoqué. Porque había recibido a la mejor familia del mundo.

Otra lágrima se me escapa y río alegremente.― No saben lo feliz que me hace tenerlos.―hablé, los tres me observaron y se fueron acercando lentamente hacia mí.

― Mamá, no llores.― Eliot se arroja a mí para abrazarme.

― Ya te dije que arruinarás tu maquillaje.― Joanne posa sus brazos por mis hombros y los de Eliot.

― Siempre tan sensible.―susurra Tracy mientras pasa sus brazos por los míos, posando una mano en la cabeza de Eliot y la otra en Joanne, en un hermoso abrazo grupal.― Nuestra familia.

― Amo los abrazos grupales.― dice mi hijo contra mi vestido.

― Mis pequeños...― susurra Joanne.― Tan grandes.― nos besa a cada uno en la frente.― Ustedes dos son mis preciadas hijas.― su sonrisa era la de una madre orgullosa de sus hijas.― Y tú, mi vida, mi precioso nieto.

― Lita...― Eliot parecía serio de repente.― Los hombres no son preciosos ni tiernos.― asiente de forma pensativa.

Nos miramos y comenzamos a reír.― Perdón, perdón, Eliot, cariño, no fue mi intención ofenderte.

― Pues lo hiciste.― se cruza de brazos.

― Mocoso engreído.― sigue riendo Tracy.― Mira qué hombre.― exclama mientras comienza a levantar sus brazos y tocando sus músculos inexistentes.

― ¡Déjame! ¡Me humillas!― exclama mi hijo mientras golpea con su pie izquierdo el suelo.― ¡Ya no soy un bebé! ¡Cumpliré 5!― se detiene a pensar un poco.― Mamá...― susurra acercándose a mí.

― Dime.― lo imito, mientras me hinco para estar a su altura.

― ¿Cuándo es mi cumpleaños?― susurra mientras observa a Tracy quien no dejaba de reír junto a Joanne.

― El 28 de Diciembre.― susurro en su oreja.

Eliot se gira y ambas lo miran atentamente.―¡Estoy de cumpleaños el 28 de diciembre!― exclama, provocando la risa en ambas.― ¡Y faltan...!― se detiene a contar con sus dedos, rasca su cabeza y se gira confundido hacia mí.― ¿Cuánto falta para eso?― susurra en mi oído.

― 2 semanas.―susurro contra su oreja, se despega de mí, se gira hacia ellas y vuelve a mirarme confundido.― 14 días.― explico, esta vez asiente mucho más convencido.




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