Señora Delacroix

26. Preparaciones

Abro los ojos, porque estoy siendo besada por todo el rostro.

Escucho la risa de Eliot y a Lucian haciéndolo callar.

― Entonces, ¿Esto es aprovecharse de mami?―pregunta inocentemente mi hijo.

― Por supuesto que sí.―abro los ojos y los veo sonreírse.

― Se supone que no deberías enseñarle esta clase de cosas.― digo mientras atraigo a Eliot hacia mí y lo abrazo contra mi pecho.

Lucian ríe y Eliot se queja de que no puede respirar.

― Mentiroso.―lo acuso mientras lo dejo ir.― ¿Cómo te sientes, pequeño mío?―me siento más recta y miro detenidamente a mi hijo.

― Mejor.―me sonríe mientras me abraza y se apega a mi pecho.

― ¿Seguro?―pregunto mientras comienzo a hacerle cosquillas.

― ¡Sí!―comienza a retorcerse bajo mis brazos.― Muy seguro.― ríe y trata de alejarse.― Papá.― estira la mano pidiendo ayuda.― Ayúdame.― Lucian lo observa y sonríe, toma su mano y lo saca de entre mis brazos.

― Esto es injusto.―menciono cuando lo veo acercarse peligrosamente hacia mí.― Es entre Eliot y yo.― trato de arrancar y me afirma de la cintura, llevándome hacia la cama nuevamente y comienza a hacerme cosquillas.― ¡Basta!―chillo entre risas.― ¡Para, que mojaré la cama!

― Sólo si prometes no volver hacerle cosquillas a Eliot.―sonríe.

― ¡Jamás!―me trato de zafar mientras vuelve con sus cosquillas.

― Entonces, no me pidas que tenga piedad contigo, porque tú no la tienes con mi hijo.― afirma mientras comienza de nuevo con su ataque de cosquillas.

― Para, por favor.― ruego tratando de huir.

― ¿Harás lo que te dije?

― ¡No!―chillé.− ¡Esto es injusto!― comencé a retorcerme para lograr escapar.

― Para, que te harás daño.― me advierte Lucian riendo. Niego y sigo con mi lucha, entre risas e intentos de huir.

De repente, siento mi trasero impactar contra el suelo y una exclamación por parte de Lucian y un jadeo por parte de Eliot.

― ¿Estás bien?―preguntan los dos al mismo tiempo mientras asoman sus cabezas por encima de la cama, para mirarme.

Me levanto y comienzo a reír.― Oh, Dios, me dolió demasiado.― digo entre risas.― Ay, Señor... ay, Señor...― jadeo tratando de respirar.− Iré al baño.

― Papá.

― ¿Mmm?

― Mamá está loca, ¿verdad?

― Me temo que sí.―habla en un susurro y eso fue lo último que escuché porque me encerré en el baño.

 

Una semana para Navidad.

 

 

― Los informes sobre los gastos restantes en Italia están listo, Jefe.―hablé en cuanto entré a su oficina, dejé las carpetas en su escritorio.― ¿Necesita algo más?―niega y antes de volver a mi trabajo, me llama.

― ¿Elizabeth?

― ¿Dígame?―respondí girándome hacia él.

Lo vi levantarse y caminar hacia mí.

― ¿Qué necesita?―fruncí el ceño al ver que no se detenía.

― Esto...― comenta para luego atraerme hacia él y besarme, pongo mis manos alrededor de su nuca y me lleva con él, para quedar apoyado en su escritorio y yo abrazada a él. Sus labios descendieron hasta la cima de mi blusa, comienza a desabotonarla, para dejar pequeños besos por aquella zona descubierta. Sabía a dónde quería llegar en el momento en el que me sentó en su escritorio.

¿Cómo le explico que no quiero tener sexo en una oficina en donde ya muchas han abierto sus piernas para él?

― Lucian...― susurro cuando comienza a dejar besos por mi cuello y acariciar mis piernas.― Detente.― trato de alejarme y él me aprieta más contra él, arrinconandome entre el escritorio y su cuerpo.― No es el lugar.―comento mientras trato de empujarlo.― Debemos ser más profesionales.―digo, intentando que esta explicación sea más que suficiente para que entre en razón.

Se aleja a regañadientes.― ¿Por qué, si estamos solos y nos deseamos tanto?― me atrae hacia él nuevamente.

― Lucian, estamos en horarios de trabajo.― intento de nuevo.

Me mira mientras frunce el ceño.― Ni siquiera te giras a mirarme.― alzo las cejas al sentir su tono de reproche.― Y me hablas como si no fueras mi prometida.

Sonrío.― Son horas laborales, recuerda eso y yo, estoy aquí por el trabajo...

― No necesitas trabajar.―me atrapa de nuevo y me guía hacia él.― Después de todo, serás mi esposa.― sonríe de lado.― Y podemos hacer esto en cualquier lado, incluso en este escritorio.― vuelve a centrar toda su atención a mi cuello.

Me tenso con sus palabras y ya un poco más cabreada lo alejo.― ¿Puedes comportarte como un hombre de negocios y el jefe de esta empresa?―me alejo completamente y comienzo a ordenar mis ropas.

― ¿Por qué? Y dame una buena razón para detenerme, porque te juro que si no la tienes no me voy a controlar.― rueda los ojos y se cruza de brazos.

Odiaba esto, porque por mucho que lo deseara, no quería comportarme como todas las que han pasado por esta oficina... porque yo no era como ellas y no deseaba ser igual.

Suspiro y sin pensarlo mucho, hablo.― No quiero tener sexo en tu oficina, porque no soy esa clase de mujeres.― me cruzo de brazos y lo miro directamente a los ojos.― Además, ¿A cuántas te haz tirado en esta oficina, sin contar a Rachel?― aprieta su mandíbula y mira hacia otro lado.― No soy como ellas y no quiero ser tratada como ellas... seré tu esposa, recuérdalo bien.―me giré y muy dignamente salí de su oficina.

Me senté en mi escritorio y suspiré, yo sabía a lo que me refería y estaba segura de que él también, pues ambos sabemos que él no fue leal en su relación y compromiso con Rachel, había sido testigo de eso... Y yo, no quería eso.

Lucian no ha salido de su oficina desde que lo dejé ahí.

La hora del almuerzo ya había pasado y él no ha salido de su oficina.

El ascensor se abre y de él sale Eloise, mi suegra.

― ¡Cariño!― dice mientras llega a abrazarme.― ¿Cómo estas?― besa mis mejillas.― Siempre tan hermosa.―me sonríe.




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