Señora Delacroix

35. Mi prioridad

Vuelvo mi mirada incrédula a Antoine, quien no parece arrepentido.

―¡Es un...!― y antes de que pueda terminar la frase, escucho un leve llanto detrás de mí.―Eliot...― susurro, me giro hacia él y me acerco, quien estaba tapándose la cabeza, su pequeño cuerpo se estremecía por las lágrimas... y de pronto, lo único que me importaba, no era nada más que calmar la angustia y miedo que comenzaba a sentir mi hijo.

―¡¿Qué demonios hiciste?!―Lucian se levanta de su sitio y empuja a Antoine, haciendo que se siente.―¿Cómo, si quiera, te atreves a ponerle una jodida mano encima a mi esposa?― lo levanta, Dean se interpone y trata de separar a Lucian de Antoine.―¡Suéltame!―Le grita, toma su brazo y lo saca del camino.

Por mi parte, estaba más preocupada por Eliot, pues había tenido una semana muy mala y no sería nada bueno que le subiera la fiebre. Era algo arriesgado que no lo podía permitir.

―Cariño.―susurro mientras trato de que me mire, él se oculta más el rostro y mi corazón duele al notar el miedo que le aflige.

―Eliot.―el patriarca de la familia está arrodillado a mi lado, tratando de llamar la atención de mi hijo.―Lamento que tengas que presenciar algo como esto, mi hijo no sabe lo que hace.―acaricia su cabeza.

―¡Eres un maldito bastardo!― miro a Lucian y veo como golpea a Antoine, quien comienza a cubrirse el rostro para evitar que siguiera sangrando, pues Lucian le había roto la nariz. Sus hermanas están deteniendo a Eloise y Sandra comienza a chillar como un cerdo a punto de ser sacrificado.―¡Aunque seas mi padre, no volveré a permitir que golpees a mi esposa! ¡Un poco hombre que no sólo golpea, sino que también engaña para satisfacer sus malditas necesidades, no merece el respeto de nadie!

―¡Cállate, no permitiré que me hables así!― exclama Antoine enfadado.―¡Te dije que jamás aceptaría a alguien como ella en mi familia!

―¡¿Y a quién sí?!― gritó de vuelta.―¡Por supuesto! ¡A la única que aceptarías es a tu amante! ¡¿No?!― me tenso y giro mi rostro hacia Eliot quien estaba siendo abrazado por el abuelo, él asiente en mi dirección.

―Es mejor que vayas, yo estaré con Eliot.― habla seriamente.

Asiento y me levanto.―¡¿Qué has dicho?!― grita Antoine mucho más furioso que antes.―¡¿Cómo te atreves tú...?!

―¡Con un demonio, basta los dos!― exclamo, haciendo que todos giren sus sorprendidas miradas a mí.―¡Tú, cálmate!― le exijo a Lucian.―¿Y usted?― me giro hacia Antoine.―Le pediré que se vaya de mi casa...― exhalo e inhalo.―No tiene derecho en golpearme, no tiene derecho en venir a exigirnos nada y no tiene, malditamente, el derecho de venir a gritarnos cuando desee... dese cuenta, no puede exigirnos nada ni siquiera el respeto que se merece como padre...― lo miro de pie a cabeza.―Un padre jamás haría algo como eso... engañar a los que lo aman incondicionalmente y por sobretodo, abandonar a una pobre criatura que no tiene la culpa de nada...― levantó su mano para golpearme otra vez.―¡Vuelva a golpearme una maldita vez más y juro que se arrepentirá toda su maldita vida!― exclamó acercándome más a él.― Lo volveré a repetir, váyase de mi casa y antes de venir a juzgar a mi marido, vaya y resuelva toda su mierda, pero lejos de nosotros.― yo era una Ward, y no volvería a bajar la mirada ante nadie.―Y hágame un favor, llévese a su amante lejos de mi casa.― sus ojos se abrieron por la sorpresa y antes de que pueda replicar, me giro y vuelvo con mi hijo, quien estaba sentado en una silla, lejos de los problemas.―Gracias.― susurro al patriarca.

Asiente.―Iré a solucionar todo.―dice mirando la escena, Eloise pidiendo una y mil explicaciones.

―Es lo mejor.― camina hacia allá y yo miro a Eliot.―Vamos, cariño, vamos a la habitación.― tomo su mano para levantarlo de la silla y antes de que comencemos a caminar, me acuclillo para quedar a su altura.―Perdóname,¿sí?― le susurro mientras limpio su rostro húmedo.―No era mi intención exponerte a algo como esto.

Y es que mi hijo no ha visto mucho este tipo de cosas... si estuviera en mis manos, evitaría que viera las partes más feas de la vida...

―Te protegeré mejor la próxima vez.― le prometo, mientras tomo sus manos y las beso.

Él asiente y me abraza.―De acuerdo.― susurra con voz cansada.

Hago que me mire y frunzo el ceño, pues estaba aún más pálido que desde que llegué.―¿Te sientes bien?

Niega.―Me duele un poco el estómago.

Asiento, aún más preocupada.―Ven, vamos a la habitación, luego te daré un agua de hierbas para el malestar.― porque realmente esperaba que no fuera nada serio.

Tomé su mano y cuando íbamos llegando al pasillo que daba para las habitaciones, Eliot se desploma.

Y yo caí lo suficientemente rápido como para que él no golpeara su cabeza contra el piso y lo hiciera contra mis piernas...

―¡Eliot!― exclamo al tiempo que lo acomodaba mejor en mi regazo.―¡Cariño, despierta!― digo mientras tocó su cabeza para que reaccione y lo siguiente que noto es que estaba ardiendo en fiebre.

Y otra vez, por estar preocupada de otros, había ignorado algo como esto... me había preocupado de otros y no de mi hijo.

Muerdo mi mejilla interna con frustración, podría haber evitado este desmayo si yo lo hubiera descubierto antes.

―¡El niño!― siento un chillido a mis espaldas y pronto, los gritos y las discusiones se detienen para darle paso a un silencio cargado de preocupación y en menos de uno segundo, tenía a toda la familia Delacroix, rodeandome.

―Necesito espacio.―digo mientras escucho preguntas como: ¿Qué le pasó? ¿el efecto de las quimios? ¿habrá que llevarlo al hospital? ¿será grave?―Necesito que se alejen.― vuelvo a hablar más frustrada.

Tomo en mis brazos a Eliot y camino con él hasta la sala de estar, en donde lo recuesto y mojo sus labios con agua con azúcar, a los 2 minutos después Eliot comienza a reaccionar.

―¿Qué sucede pequeño?― pregunto despacio.




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