Señora Delacroix

36. Buscando soluciones

Entro y veo como Tracy y Eliot duermen plácidamente, abrazados.

Sonrío y me acerco a ella.―Tracy...―susurro. Nada.―Tracy.― esta vez, la muevo suavemente.

Ella restriega sus ojos y los abre lentamente, hago señales para que no diga nada y así me deje hablar.―¿Puedes quedarte a cuidar a Eliot?―pregunto, ella me mira raro y asiente.

―Eso no se pregunta.― se vuelve a recostar.―Pero... ¿Qué harás?

―Iré a solucionar todo.― me sonríe y ella asiente.―Eddith está preparando el almuerzo, vigilalo bien, ¿Sí?

―Claro, cariño.

―Gracias, nos vemos.― le lanzo un beso y ella me susurra un: "Éxito."

Salgo y camino hacia el auto, me subo y pronto, estoy conduciendo por las calles de la ciudad. En busca de respuestas y por sobretodo, soluciones.

 

 

***

 

Bajo del auto y camino hacia la entrada, golpeo la puerta y pronto; una señora de mediana edad la abre.

―¿Señora Delacroix?― habla sorprendida por mi presencia.

―Buenas tardes.― saludo de manera formal.

―Buenas tardes, pase, por favor.― abre más la puerta y me deja pasar.―Llamaré a la Señora Eloise.

Niego.―No se preocupe, he venido a ver al Señor Lucian.

Asiente.―Espérame, por favor.― desaparece por un pasillo y al cabo de unos minutos aparece.―El señor la espera en su oficina, acompáñame, por aquí.― me guía por un pasillo.―Sígame, por favor.―Dice mientras me acompaña hacia la oficina del patriarca de la familia.

Entro a la oficina y el señor estaba mirando por el gran ventanal que estaba al frente de la puerta, daba hacia el patio trasero... se cierra la puerta y antes de que pueda hablar, se gira y sus glaciares y expertos ojos me miran con intensidad que hace que me quede estática en mi lugar, pues aquella mirada era aterradoramente profunda.

―Elizabeth.― habla.―No te esperaba.― camina hacia uno de los sofás de cuero marrón, que estaba junto a un estante lleno de libros.―Toma asiento, por favor.― me señala el sofá que se en encuentra al frente suyo.―¿A qué debemos el honor de tu visita?― se sirve una copa de vino.―¿Deseas algo de beber?

―No, gracias.― niego cortésmente.―He venido a hablar algo que me ha estado inquietando.― me detengo al ver su expresión, no revelaba nada.

Era hora de ponerme los pantalones y demostrar de qué estaba hecha.

Asiente.―Continúa.

―Es sobre Eliot.

―¿Qué le sucede? ¿Está bien?― ahora sólo mostraba preocupación y antes de que pueda detenerlo, continúa.―Sabía que debía ir a verlo hoy...

―No, no se preocupe, él está bien.― sonrío para tranquilizarlo a él y de paso, a mí.―De hecho, le dieron el alta.

―Que alegría, iré a verlo pronto.

―Lo estaremos esperando.― sonrío.

Me mira y alza las cejas.―Pero, entonces, ¿De qué necesitas hablar? ¿Qué tiene Eliot?

―Me preocupa... como su madre me preocupa el entorno en el que pueda o no desenvolverse y, por sobretodo, en dónde y cómo crece.

Se apoya contra el respaldo del sofá y asiente.―¿Y qué tengo que ver con eso?― bebe de su copa un sorbo y sigue.―No me malinterpretes, también me preocupa todo aquello... Pero, ¿Qué es lo que sucede en realidad?― suspira y deja la copa vacía en la mesa de centro.― necesito que vayas al grano.

Asiento y carraspeo.―Con Lucian hemos estado discutiendo mucho últimamente, Eliot ha visto discusiones por parte de toda la familia suya.― une sus brazos en su regazo.―Se ha asustado... ha llorado por ello y se ha desilusionado...― me acerco más hacia adelante.―Y todo esto ha comenzado desde la aparición de Sandra.

―Ahora lo entiendo todo...

Hago una señal para que se calle y me deje terminar.―Aún no he terminado.― una leve sonrisa se forma en sus labios.―Sandra estuvo a punto de envenenar a mi hijo... estuvo grave por aquel garrafal error y, lo peor de todo es que cuando llegamos del hospital, ella seguía ahí.― lo miro seriamente y con toda la intensidad que pueda, porque necesitaba que supiera que hablaba, completamente, en serio.―No estoy dispuesta a que sucede algo como aquello otra vez.― niego.―No correré riesgos y antes de que me diga algo... lo sé, Lucian me contó por qué lo hacen, ése niño no tiene la culpa de los errores de sus padres.― me detengo y me doy unos segundos para volver a respirar. Había hablado muy rápido.―Y sé que necesita de ustedes.― vuelvo a sentarme recta.―Pero también está mi hijo y por sobretodo, Eliot siempre será mi única y mayor prioridad.

―¿Y qué necesitas?

―Le diré lo mismo que le dije a Lucian.― suspiro y vuelvo a mirarlo, directamente a los ojos.―Sí Sandra no se va de la casa y desaparece por completo de nuestras vidas, lo haré yo... me llevaré a Eliot, pues no permitiré que esté en un ambiente tosco que lo único que hace es ponerlo más débil... en su condición, mi hijo necesita paz y tranquilidad, amor y esperanzas de una nueva y sana vida; no algo como esto...― me cruzo de brazos.―Usted tiene dinero, Lucian tiene dinero; ¿Por qué no contratar a un personal para que la mantenga vigilada en alguna casa suya... en alguna de sus tantas propiedades? ¿Por qué debe vivir en MI casa, con la presión de mi marido en sus hombros?― pregunté.―¿Por qué se tienen que meter tanto en nuestras vidas?

Suspira audiblemente y mira algún punto fijo detrás de mí.― A veces, Elizabeth, la vida nos pone pruebas difíciles y esas pruebas, nos llevan al comienzo de nuestro propio final... de nuestra vida idealizada.― vuelve a llenar su copa.―Y Lucian no es la excepción.― bebe de ella y me mira en cuanto deja la copa en la mesa enfrente de nosotros.―Eliot necesita aprender que la vida no siempre es un cuento con algún final feliz...― se levanta y camina hacia el ventanal.―Tú deberías aprender que no siempre podrás defender a tu hijo, que todo lo que suceda, ya sea bueno o malo, te deja alguna enseñanza... no puedes pretender querer ser el escudo que defienda al niño de las cosas feas de la vida, porque no lo eres y no lo serás... él debe aprender por sí sólo...




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