Señora Delacroix

Capítulo 0.2, Especial- Una historia jamás contada

Maratón 1/ ¿?

 

Era finales de abril y las vacaciones habían terminado, para muchos era catastrófico, pero para un joven risueño y soñador como John Ward, era un nuevo comienzo... un nuevo paso hacia sus sueños. Iba caminando por la entrada de la escuela, y a su lado, Eliot, su hermano, observaba tristemente el paisaje macabro de la escuela que tenía en frente de sí.

―¡Aaaah!―Suspira a su lado.―¿Por qué no salimos ya? Tenemos 17 años, ¡Un año más!―Exclamó exasperado, comenzaron a caminar hacia allí.―¿Por qué tenemos que esperar tanto tiempo?

John soltó una risotada y palmeo el hombro de su hermano.―Unos meses, solamente.―Recordó.

―Unos meses que son una tortura y además, tendremos que entrar a la universidad.

Volvió a reír ante los reclamos de sus hermano menor, para ser alguien que se había plateado un gran futuro, era bastante perezoso.

―Deja ya de lloriquear.―Palmeo su cabeza juguetonamente.―No te darás cuenta cuando todo esto haya pasado.―Habla.―En unos cuantos años, ambos estaremos triunfando y haciendo lo que nos gusta.―Comentó, perdido en sus sueños.

―Oye...―Eliot llamó su atención.―A ésa chica no la había visto nunca por acá.―Parecía pensativo.

John fijó la vista hacia donde miraba su hermano y ahí, sentada debajo de un árbol que estaba en el centro del patio de la escuela, había una chica con cabello negro, que leía con concentración. John no prestó mucha atención y asintió a favor de su hermano.―Tienes razón, debe de ser nueva.

―Pobre chica, no sabe a dónde se vino a meter.―Comentó su dramático hermano, horrorizado.

Y John, volvió a reír. Pues al lado de su hermano podía ser él mismo y no lo juzgaría... junto a él, no tenía que fingir.

Eliot se fue a su clase y John, caminó perezosamente por los pasillos casi vacíos del instituto, bostezando entró a su primera clase, Cálculo y geometría, y para su buena suerte, el profesor aún no llegaba. 

Se detuvo a la entrada de la puerta y miró a todos sus compañeros, nadie había cambiado, seguían siendo los mismos neandertales de siempre; lo único nuevo que había en ese salón de clases, era la chica nueva y, como la primera vez que la vio, tenía su cabeza metida en su libro. Caminó hacia el lugar vacío junto a ella y a su paso, escuchó cómo se reían de ella... era algo tan estúpido que John, sin ningún motivo, quería ir y defenderla; pero para su buena fortuna o mala suerte... la chica llevaba unos auriculares y no reparó en su llegada.

Y pronto, John comprendió instintivamente que ella sería importante para él...

El profesor entró al salón con su usual ceño fruncido, mirando a cada uno de los estudiantes de último año.

El regordete y calvo hombrecillo, dejó su maletín en el escritorio.―Buenos días.―Saludó de mala gana.―¡Tú! ¡La nueva! ¡Ven y presentate!―Habla cabreado a la chica nueva.

Ella suspiró cansada y se levantó, caminó lentamente hacia adelante, siempre con su cabeza en alto.―Soy Hope Powell, vengo de Nueva Orleans.―En el salón todos comenzaban a murmurar sobre su procedencia.

―¿Y por qué te viniste?―Gritaron desde al fondo de la sala.

―Porque debía hacerlo.―Se encoge de hombros.

Todos guardan silencio y ella decidió volver a su puesto.

Fue en ese instante en el que los ojos de John y Hope se encontraron y ambos quedaron casi sin aliento, pues pensaron que nunca habían visto unos ojos tan hermosos como aquellos.

John examinó más a fondo su rostro, parecía de porcelana, pálido y sus grandes ojos azules resaltaban de aquellas facciones tan delicadas, su cabello negro, hacía relucir más aún sus pálido ojos y sus labios eran rojizos naturales. John sintió que le faltaba el aliento y era cierto, pues había dejado de respirar... nunca en su vida había visto a una mujer tan hermosa como aquella.

Hope, bajó la mirada, casi avergonzada... sorprendida, estaba entre la delgada línea del miedo y la adrenalina y todo lo había causado aquel chico de unos intensos ojos verdes.

John miraba por la ventana del salón de clases, nervioso, cuando se dio cuenta de que alguien había gritado furiosamente su nombre... al cabo de unos segundos, se dio cuenta de que era el maestro quien parecía bastante molesto, suspirando, dijo.―¿Sucede algo?―Habló como si nada, con una naturalidad y relajación innata de los genes Ward.

El maestro enrojeció y pronto, todos pensaron que al pobre viejecillo le daría algún tipo de ataque.―¿Qué que sucede?―Preguntó con incredulidad.―¿En serio?―No sabía si aquel chico era estúpido o se hacía, realmente se estaba cabreando, pues ya no estaba en edad para aquellas escenas.―Te he hecho una pregunta.

John se acercó mas hacia la mesa, colocando su mentón en la mano, haciendo creer que lo estaba escuchando.―¿Qué me preguntaba?

Suspirando, el profesor respiró hondo y habló con una octava más bajo, haciendo que su voz sonara más áspera y profunda, tratando de controlar su mal genio.―Por si no lo sabe, hemos comenzado con porcentajes.―John no entendía como podía enseñar algo tan fácil como aquello, asintió.―La pregunta, por ser usted, Señor Ward, es...―John odiaba el suspenso.―De los 800 alumnos de un colegio, han ido de viaje 600. ¿Qué porcentaje de alumnos ha ido de viaje?―Él quería reír, ¿Era en serio? ¿Era aquella una pregunta difícil? A estas alturas, ya no le sorprendía absolutamente nada.―Responda.

El chico de ojos verdes negó. ― Pues, sinceramente, un gran porcentaje, de hecho, ¿Qué clase de escuela es ésa? Me gustaría cambiarme para tener un viaje como aquel...―Dice en tono de broma, el salón completo estalló a carcajadas y él sonrío con satisfacción. El profesor lo miró incrédulo y John giró su rostro a la dirección de Hope, ella lo observaba... e hizo lo impensable, le mostró una mirada de irritación y una mueca de desagrado, su sonrisa automáticamente se borró y carraspeó.―Lo lamento, sólo quería aliviar el ambiente.―Recordó las cifras dadas y su mente rápida comenzó a trabajar en la respuesta correcta.―El 75% de los estudiantes ha salido de viaje.―Dijo con incomodidad.




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