Maratón 4/¿?
Mi madre nos lanza una mirada de soslayo y nos ignora olímpicamente, mientras bebe de su té como si nada.
Y antes de que pueda decir o hacer algo, mi padre me adelanta.―¿Cómo puedes decir algo como eso?―Pregunta enojado y recuerdo algo que había olvidado... a mi padre llorando por mi tío Eliot.―Me puedes explicar, ¿Qué tienes en la cabeza?
Ella se encoge de hombros.―Que el niño tenga el mismo nombre de alguien como tu hermano, no es algo bueno.―Niega, muy convencida que sus estúpidas palabras tengan sentido.―El niño puede salir igual de enfermo que él.
―Cállate, no permitiré que hables así de Eliot, mi hermano era alguien mucho mejor que cualquiera que hayas conocido en tu maldita vida.―Sisea mi padre.―¿No te da vergüenza?―Pregunta luego de unos minutos de silencio.―Hablar así de un difunto, ¿No te da vergüenza?
―Tu hermano no tenía moral.―Responde ella a su vez.
―¿Y tú sí?―Pregunta mi padre.
Mi madre, quien no dejaba de mirarlo a los ojos, esquiva la mirada inquisidora de mi padre, con vergüenza.―Entonces, te lo diré una última vez...―Amenaza él.―No tienes, y escúchame bien, un maldito derecho de hablar así de mi hermano ni mucho menos de mi nieto.―Suspira pesadamente.―De verdad, me estoy cansando de ti y tu forma de ser.―Niega con decepción.
―Pero...
―Pero nada.―Y ahora,es mi turno de hablar.―No voy permitir que hables así ni de mi hijo ni de mi tío y te lo diré ahora, no tienes un maldito derecho en meterte en mi vida...― Amenazo.―Porque sí, me pariste, pero nada más... no te sientas privilegiada, porque apenas y eres la mujer que me dio la vida.―Y era cierto, podía tenerle un cariño a mi madre, pero no era el cariño que se le tiene a una madre... y ciertamente, nunca lo será.
Ella jadea y toma su pecho exageradamente.―Blasfemia.―Susurra.
Algunas cosas, nunca cambiaban.
―No hagas estupideces.―Habla mi padre, harto de mi madre.
Ella lo mira de reojo y de alguna manera, sabe que habla en serio.―Yo sólo quiero que vayas por el camino correcto, soy tu madre y siempre querré lo mejor para ti.―Comenta mi madre después de unos minutos.
―Mi hijo siempre será lo mejor para mí.―Digo mirándola a los ojos.
―¿Y tú esposo?―Pregunta ella.
―Trabajando.
Niega.―No hablo de eso.―Sonríe.―¿Es lo mejor para ti?
―Por supuesto que sí.―Aunque la verdad de las cosas, era algo que estaba descubriendo con el paso del tiempo.
―Tu hijo debe estar con su padre...
―Lo está.―La interrumpo.―Lucian es y siempre será su padre.―Y era cierto, de alguna forma, logró entrar en el corazón de Eliot y de ahí, nadie podría sacarlo.
―Hablo de Joe.―Dice entre dientes.
―Marion...―Advierte mi padre.
Por mi parte, suelto una carcajada.―Joe sólo me dio es espermatozoide para engendrar a Eliot, nada más.―Mamá jadea y papá sonríe.
―Ambos sabemos que padre es quien cría.―Susurra mi padre, pero logro oírlo.
―Hemos hablado de eso...―Contesta mi madre, tan blanca como una hoja de papel.
―Ella debe saberlo...
―Cállate, John.―Mi madre estaba realmente enojada.
―No, al menos debe saber esto.―Responde él.
―¿Qué debo saber?―Pregunto con curiosidad.
―Que tu...
Mi madre se adelanta.―Que tu hermano, Travis...―Parecía avergonzada.―No es hijo de tu padre.
Sorpresa. Es lo único que siento.
Y todo tenía sentido, él porque era el único que no tenía ninguna semejanza a mi padre, del porqué siempre fue el preferido de mamá...―¿Qué?
Mi padre mira con incredulidad a mi madre.―¿Cómo?―Pregunto.
―Tu padre se iba a casar con otra mujer...―Mamá parece avergonzada de lo que hizo.―Yo lo amaba y no podía permitirlo.―Me sentía asqueada por el simple hecho de tener una madre como ella.―En esos tiempos, un hombre no podía dejar embarazada a una mujer sin sufrir las consecuencias.―Explica ella.―E hice que lo casarán conmigo.―Mueve sus manos con nerviosismo.
―No puedo creerlo...―Susurro.―¿Cómo pudiste?
―Debes entenderme, cuando uno ama...
―No es excusa...―La interrumpo.―Era su felicidad, cuando uno ama de verdad siempre querrá lo mejor para el otro...―Estaba tan decepcionada.―¿Qué hay de ella?―Miro a mi padre quien parecía perdido en sus recuerdos, su mirada, llena de tristeza, se posa en la mía.
―Murió...―Mi corazón duele un poco al verlo así, tan solo y devastado.―Hace un par de años atrás.―Sonríe tristemente.―Nunca perdí el contacto con ella, de alguna manera, siempre sabía de ella.―Mira hacia un punto fijo detrás de mí.―Y siempre ha sido mi único y verdadero amor.―Declara, seca una lágrima que cae por su mejilla. Sin temor a nada ni siquiera le importaba que mi madre estuviera ahí, él, simplemente, declaraba su amor hacia aquella mujer.―Tú tío siempre nos quizo juntos...―Sonrío tristemente.―Luchaba por nosotros, más que nosotros mismos... era alguien muy peculiar.―Amor, era lo único que se sentía en su voz al hablar de su hermano, me hubiera gustado verlos reír y hablar como verdaderos amigos, no como enemigos... usualmente, siempre los veía discutir. Y ahora, puedo entender por qué, tío Eliot, siempre fue alguien que luchaba por la vida...―Nunca me perdonaré lo que les hice; a ella, a él y a ti... ―Su mirada reflejaba todo el dolor que sentía.―Les impedí ser felices... a ella, porque no fui lo suficientemente valiente como para luchar por nosotros, a Eliot, porque no lo apoyé cuando más me necesitaba y a ti, porque te defraudé en más de una ocasión, quise para ti, lo que ningún padre debería querer para un hijo.―Limpia su rostro húmedo por aquellas lágrimas que no dejaba de derramar.―Toda mi vida he sido un cobarde y doy gracias a Dios que mis hijas salieron valientes y han logrado vivir como merecen.―Sonríe entre lágrimas.―Al menos, son felices...