Señora Delacroix

39. Una decisión y un encuentro

Maratón 5/5

 

Me sonríe abiertamente y yo trato de no golpear su estúpido rostro.―¿Qué haces aquí―Pregunto otra vez.

Suspira y se sienta sin ser invitado.―Hubo un tiempo que rogabas por mi atención...

―Hubo un tiempo que era demasiado estúpida.―Continúo por él.

―Era divertido tenerte a mi merced, eras tan orgullosa y conmigo tan dócil.―Miro hacia otro lado, porque no soporto escucharlo hablar así.―Muy buenos tiempos aquellos...

―¿Por qué viniste?―Pregunto más enfadada de lo normal.

―Vamos, Lizzy, podemos sentarnos como gente civilizada y hablar, ¿No?

―Con alguien como tú, imposible.

Suelta una carcajada y me observa por unos minutos.―Sigues siendo la misma niña de aquellos tiempos.

Odiaba que me tratara como niñita.―Insisto, ¿A qué has venido?

Niega.―Tu última llamada me ha dejado bastante preocupado.

―Un momento de debilidad.

―Me agrada saber que aún piensas en mí.

Mi estómago se revuelve y el asco me invade.―Olvidaba lo asqueroso que puedes llegar a ser.―Niego al verlo sonreír.―Si solo viniste para esto, es mejor que te levantes y te marches.―Me levanto para guiarlo hacia la puerta.

Él, deja de sonreír, porque acaba de darse cuenta de que no bromeaba.―Has cambiado.―Susurra algo impresionado.

―No me dieron opción.―Hablo severamente.

―Entiendo.―Asiente.―No creo que necesite explicarme mucho.―Me observa.―Sé que al principio no me comporté debidamente pero no tenía opción.―No pestañeo, no hago nada.―Tú no entiendes.―Habla luego de unos minutos de silencio, su tono era completamente acusatorio.―Jamás lo entenderías.

―¿Qué no entendería?―Pregunto con poca paciencia.―¿Qué no tuviste los pantalones para hacerte responsable? ¿Qué tomaste la mejor solución, pero para ti?―Me levanto.―¿Qué, por todos los cielos, no entiendo?

―¡Jamás entenderías lo que es tener una meta! ¡Siempre hiciste la mierda que querías sin importar qué!―Grita mientras se levanta de un salto.―¡Nunca te interesó una mierda! ¡Porque eras una mediocre que sólo pensaba en sí misma y en sus estúpidos sueños!―Exclama mientras se acerca a mí, no me alejo, simplemente, lo observo.―¿Y a dónde te llevaron? A ningún lado, porque alguien como tú nunca iba a llegar tan lejos, tu destino es quedarte a los pies de otros y depender de otros.―Y lo siguiente que hago fue estampar mi puño contra su rostro.―¡¿Qué te pasa?!―Se queja, alejándose de mí.

―Al menos, he sido lo suficientemente valiente como para afrontar mi destino, no como tú... que siempre huyes ¿Y sabes por qué?―Me acerco a él.―Porque eres un jodido cobarde que nunca conocerá la felicidad...―Lo miro de pies a cabeza.―¿De qué te sirvió tener tanto y luchar si al final, estás solo, como la basura que eres?―Río y niego.―Esa es la diferencia entre tú y yo, que tu siempre serás cobarde, pero yo... puedo ser mediocre, pero jamás cobarde...

―Volveré a decirlo...―Me interrumpe.―Eliot es mi hijo, mi hijo mayor y voy a tenerlo conmigo con o sin ti.

―Se puede saber, ¿Qué haces en mi casa?―La voz de Lucian llega desde mi espalda.

Joe levanta la mirada y lo mira.―Vengo por lo que es legítimamente mío, mi hijo, Eliot.

―¿Papá?―Mi corazón se detiene al oír la voz de mi hijo que estaba mirando a Lucian con intriga.

Joe sonríe abiertamente, como si lo que hizo fuera la cosa más buena del mundo.

―¿Dime?―Responden ambos al mismo tiempo.

Lucian mira a Joe enojado al notar el desconcierto de Eliot.―Dije papá.―Responde Eliot y Lucian se pone delante de él, protegiéndolo de su padre biológico.

―Cariño, ven conmigo.―Jaonne aparece y extiende una mano hacia Eliot, mi hijo, quien a estas alturas estaba bastante confundido, la toma y Joanne se lo lleva.

―¿Qué crees que estás haciendo?―Hablo.

Joe me mira.―Lo que siempre debió suceder.

Niego.―No.―Me acerco a él.―Crees que debe saber quién es su padre.―Sonrío tristemente, asiente.―Pero no tienes idea de cómo ser uno y, ¿Sabes por qué?―Simplemente me mira.―Porque no tienes idea de cómo criar a un niño y no tienes idea del daño que acabas de hacerle al pequeño.

―Soy su padre.―Vuelve hablar y ya estaba claro, él jamás sería un buen padre.

―Nunca cambiarás y nunca serás el padre que mi hijo necesita.―Estaba furiosa.―Así que, por favor, vete de mi casa y si quieres ser el padre de mi hijo.―Lo miro de pies a cabeza.―Te veré en el juicio.

―¿En serio...?

―Ya escuchaste a mi esposa.―Veo la mano de Lucian posarse en el hombro de Joe.―Lárgate de mi casa o te juro que te arrepentirás toda tu maldita vida.―Lo empuja lejos de mí y lo saca, como la gran basura que es.

Siento la puerta cerrarse con fuerza y lo siguiente que veo es a Lucian en el umbral de la sala.

―¿Qué hago?―Suelto sorprendida y con un gran nudo en la garganta, me desplomo en el sofá y cubro mi rostro.―¿Cómo se lo diré a Eliot? ¿Qué le digo?―Veo como se acerca, se sienta en frente de mi, en aquella mesa de centro, toma mis manos y me observa con aquellos ojos azules que quitan el aliento.―¿Cómo le explico que su padre biológico es una basura?

―Elizabeth.

―No sé qué hacer...

―Escúchame, Elizabeth.―Miro sus manos sostener las mías.―No estás sola y lo sabes.―Las besa.―Te ayudaré y haré todo lo que esté en mis manos para que se aleje de ustedes... de nosotros, no permitiré que le haga daño a Eliot.―Asiento no muy convencida de sus palabras.―Estaremos bien.―Acaricia mi rostro que hasta ahora, estaba repleta de lágrimas de desesperación y angustia.―Confía en mí, yo los protegeré.

Asiento.―¿Y qué le digo?

―Sólo dile la verdad.―Sonríe.―Eliot es un niño inteligente y sabrá cómo tomarlo.

―Eso espero, Eliot no puede pasar por emociones fuertes... se debe cuidar también de eso.―Otro nudo en la garganta aparece.―No puedo protegerlo, ¿Verdad? No puedo cuidarlo de todo.―Sollozo.




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