Señora Delacroix

44. Noticia (parte II)

Miro como Susan frunce el ceño y habla en susurros, murmullos casi inaudibles que a mi pesar, eran bastante desesperantes. 

―¿Susan?― la llamo, no responde, sino que se remueve en su puesto y sigue en lo suyo.― Susan.―repito con más fuerza, sin embargo, sigue hablando sola. Un pensamiento perturbador invade mi mente: posesión demoníaca.―¡Susan!― llamo con una voz autoritaria, no creía en ese tipo de cosas, pero siempre había que prevenir. Salta en su puesto y me mira con sus ojos bastante grandes, señal de sorpresa.― ¿Qué sucede?

― Yo,... mmm... yo, bueno, es que yo...― comienza a balbucear sin detenerse.― Es que... ¡Ay, no puedo decirlo! ―cubre su rostro y sigue hablando sola.

― Susan, mírame.― llamo nuevamente.― ¡Mujer! ¡Me asustas!

Ella vuelve su mirada hacia mí, esta vez más asustadiza que de costumbre, como si de alguna manera, temiera que yo pudiera hacerle algo.

Ella traga y niega, luego me observa y suspira. El suspenso siempre fue desesperante para mí.― ¿Recuerdas los informes sobre las finanzas y el presupuesto gastado en la exposición de Italia, en donde debía hacer la comparación con otros informes más antiguos?― pregunta de manera rápida, sin respirar.

Asentí.― ¿Qué hay con eso?

― Descubrí unas pequeñas transacciones que no deberían estar ahí.

Pienso un poco en aquello y asiento.― ¿Y?

― Bueno, realmente tengo este pequeño don con las computadoras... perfeccioné el arte de la computación.― me sonríe nerviosa.― Y, de hecho, es lo único bueno que sé hacer.

Habla perdida en sus pensamientos.― ¿Susan?― pregunto mientras toco su hombro suavemente.

― Disculpa.― niega.― Los análisis del informe de Italia sobre el dinero predispuestos están mal hechos, comparando a los que hiciste tú, hay bastantes ceros menos de los que deberían haber.

― ¿Así que nuestro estafador también nos robó en Italia?― digo casi en un susurro.

Asiente.―Sí.

― ¿Es probable que el jefe del departamento de finanzas lo sepa?― pregunto mientras me siento a su lado.

― No, de hecho lo hicieron a sus espaldas, creo.― pone muchos documentos en frente de mí.― Mira la cuenta en la que se hicieron depósitos.― observé los números de la cuenta.― Ahora mira la cuenta de esta empresa.― observé con detenimiento, no había nada fuera de lo común. Eran las mismas.

― No entiendo...

― Fíjate en ambas, existe una diferencia.― comienzo a comparar número por número, hasta llegar a un número diferente, por lo demás, era todo idéntico.― ¿Lo notaste?― asiento extrañada.― La cifra no cambia mucha a diferencia de un pequeño número.

― Pudo haber sido un error de tipeo.

Ella niega.― Lo pensé, pero mira estos otros documentos.― me fijo en los registros más antiguos y al noto la misma falla...― exacto, todo fue calculado para no ser atrapados y de exposiciones importantes.

― Lucian dijo que el fraude se estaba llevando a cabo hace dos años.

Ella asiente.― Nadie descubrió esto, porque es casi imperceptible. Cuando uno hace papeleos y archiva, jamás presta mucha atención a lo que realmente hace, ¿o me equivoco?― niego.― La persona que descubrió esto debe ser un poco raro.

La miro.― Como tú.― ella asiente.

― Así es.― me guiña.― Con esta cuenta se puede rastrear de dónde procede y lo más importante...

― Quién es.― termino por ella.

Susan asiente.― Lo haría si tuviera el servidor central, pero eso ya es un delito.― se encoge de hombros.

― ¿Es probable que encontremos la misma cuenta en archivos ya cerrados?

― Ya lo hice.― sonríe, la miro sorprendida.― Digamos que con algunos datos y por sobre todo, la cuenta, puedes encontrar archivos que procedan de ella, en un computador, obviamente, y como mencionaste que todos los documentos de la empresa estaban respaldados digitalmente y con tu computador central, pude acceder a todos ellos fácilmente.

― Eres impresionante.― murmuro sorprendida, porque su capacidad  analítica era impresionante.

― No es para tanto.― susurra avergonzada, algo me decía que Susan no estaba acostumbrada a los cumplidos.

― Pero lo eres.― señalo con una sonrisa en los labios, transmitiendo confianza a ella y sus capacidades.
 

***

 

Estoy en la oficina revisando unos documentos sobre la reunión pasada con Thomas cuando la puerta se abre y el revoltoso cabello de Susan se asoma y con una sonrisa me mira.― Te buscan.

―Sabes que existe un teléfono y un código para marcar a la oficina, ¿no?

Ella asiente ― Lo sé, pero su presencia me intimida y como la gran cobarde que soy, huí.― suelto una carcajada y me levanto.

― Soldado que huye, sirve para otra guerra.― digo en modo de acuerdo. Abro completamente la puerta y ahí estaba, con su intimidante mirada, observando cada uno de los movimientos de mi pequeña y ruidosa secretaria.― Hola, Axel.― saludo con cortesía.

― Elizabeth.― saluda y Susan lo observa con desafío.

― Pasa.― digo observando la guerra de miradas que tenía en frente de mí.

― ¿Desde cuándo trabaja para ti?― es lo primero que dice al entrar y oírme cerrar la puerta de la oficina.

Lo miro incrédula, niego.― Hace poco menos de una semana.

― ¿Cómo la conociste?

― ¿Es un interrogatorio?― pregunto de vuelta.

― No, sólo quiero saber.

― ¿La conoces?― ahora era yo la que quería saber.

― Sí.― suspira.― No es bueno que esté aquí, te lo digo en serio.

― ¿Por qué?― camino al escritorio y me siento en la silla, mientras lo observo por sobre mis manos que estaba cubriendo mi boca.

― Porque tiene problemas legales y  eso puede ser perjudicial para la empresa, es por eso que digo que no es bueno que esté aquí.― eso era algo que Jake no había mencionado en lo absoluto.

― Ella me ha ayudado más de lo que crees, no tienes derecho en juzgar su situación.― me había ocultado aquello y aún así la defendía y no tenía idea del porqué, simplemente me parecía correcto hacerlo.




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