Señora Delacroix

Capítulo 0.4 - Especial. Encuentros inesperados

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Suspirando observó la gran mansión desde arriba, tan solitaria y fría, odiaba sentirse de esa manera, odiaba pensar en aquella sensación de soledad cada vez que observaba con detenimiento aquel lugar, que a menudo lo era todo, excepto un hogar para ella.

Muchas veces, cuando se sentía de aquella manera, se preguntaba sobre qué sería de su vida si sus padres no la hubiesen elegido... tal vez, estaría sintiendo lo mismo o tal vez no, porque en aquella lejana y pequeña ciudad, todavía tenía a su única amiga real...

― ¿Qué hubiese sido de mí?― se preguntó así misma con cansancio, decidió que era hora de bajar a la primera planta y ver al hombre que le traía respuestas. Aquellas respuestas que necesitaba saber.

― Señorita Tracy, el señor Dave la espera en el despacho de su padre.― habló el mayordomo mientras se inclinaba levemente en su presencia.

― De acuerdo, déjamelo a mí.― caminó por los pasillos abarrotados de pinturas, retratos de todos los antepasados de la noble casta de los Luxembrugo, como le había enseñado su padre y su maestro de historia.

Al fondo, con grandes puertas de color negro, se alzaba el despacho de su padre, un hombre que nunca estaba en casa.

Las empujó y se abrieron con un ruido estruendoso, el sonido alertó al regordete hombre de su presencia, el señor Dave, se encontraba mirando la estantería de la colección privada de su padre, libros encuadernados en una tapa gruesa y dura, que trataban sobre la historia de Escocia y todo lo del viejo continente.― Señor Dave.― saludó al hombre que secaba con un pañuelo blanco, su transpiración de su pegajosa y arrugada frente.― Un gusto volver a verle, sobretodo sabiendo que puede traerme noticias.

Hace un tiempo atrás, Tracy jamás hubiese imaginado que aquel hombre excesivamente nervioso, es uno de los mejores detectives de toda Australia. De hecho, estaba completamente segura de que se hubiese reído a más no poder.― Señorita Luxembrugo, como siempre es un placer verla.― saludó mientras estrechaban sus manos.― Debo decir, sin parecer ególatra de mi parte, que como siempre, he hecho un trabajo satisfactorio.

Tracy sonrío, pero aquella sonrisa no era una que demostraba su felicidad, no, más bien era una de amenaza pura, sus ojos azules reflejaban sus intenciones si aquel regordete hombrecillo le mentía.― Eso espero.

Dave, de su maletín desgastado y viejo, sacó una carpeta, que a diferencia de todo lo que el detective mostraba, aquel objeto estaba pulcramente ordenado.― Necesito que vea esto y luego le hablaré sobre mi investigación.

Tracy asintió y se dispuso a ver, las primeras hojas eran la fachada de una casona antigua en un estado desaliñado y mal cuidado, luego observó otra fachada de una mansión gigante en excelente estado otras tantas fotos eran de personas y vehículos que salían y entraban de aquel lugar. 
La irritación de Tracy iba en aumento, pero se mantuvo en silencio hasta llegar a la última fotografía, era la de una mujer, una que se parecía totalmente a ella, pero lo único que la diferenciaba de ella era sin duda, su cabello, un cabello largo de color negro... a Tracy se le hizo un nudo en el centro del estómago que subió hasta su bilis, aquella mujer, sin duda, era su madre.

― La primera casa era de la familia de su madre, fue abandonada después de la muerte prematura de los padres de la Señora Hope.― la chica alza sus perfectas cejas, esperando una mejor explicación.― Su madre.

Asiente satisfecha con la explicación.― ¿Qué más?

― Luego del fallecimiento de ellos, la tutela de su madre pasó a su abuela, quien vivía en Greenville.

― ¿Y la otra casa?― pregunta un tanto para ella, porque a decir verdad, aún no comprendía el porqué había hecho todo esto y eso la cabreaba más que cualquier cosa.

― Es un centro médico, algo así como un asilo para aquellas personas que tienen alguna enfermedad incurable.― el hombrecillo temió decirle aquello, sentía lástima por aquella chica que lo había tenido todo y nada a la vez.

― ¿Ella tiene una enfermedad incurable?― repitió para ella, entrando en pánico.

― Me temo que sí, pero no sé qué es, puesto que es información confidencial, sólo los familiares directos pueden preguntar e incluso visitar porque como me explicaron, es algo como un retiro espiritual que ayuda a las personas aceptar su muerte.― aquello sonaba triste y una melancolía invadió el corazón de Tracy.

― ¿Hay algo más?― preguntó, porque la verdad era que, quería estar sola...

― Aquí está la dirección, esto queda en Nuevo Orleans, en donde se ubicaba principalmente toda su familia.― recibió un papel en donde tenía todo minuciosamente escrito, con una caligrafía impecable.― Han vivido ahí desde 1896, con los primeros Powell asentando la zona, fueron una familia influyente en esos años, aunque claro, no todo es color de rosa, por ejemplo: La primera nieta de la familia a la edad de 16 años fue vendida como esclava para una familia francesa, al cabo de diez años, apareció casada con un francés y con tres hijos, los cuales uno  de ellos es el tatarabuelo de usted...― Tracy sonrío al saber la historia familiar de su familia materna, el señor Dave, siguió relatando todos los hechos importantes de su familia a lo largo de la historia.― Luego, su bisabuelo falleció, siendo asesinado en un asalto y su bisabuela, presa de la tristeza, se alejó de Nueva Orleans, para no volver jamás, aunque volvió un tiempo después, al enterarse que su hijo y su nuera fallecieron en un accidente automovilístico, dejando a la última de los Powell, o sea, su madre. Es en este punto donde ellas viajan a Greenville, dejando toda la dinastía Powell sumida en un silencio absoluto.― relató el fin de la historia con un suspiro.― En la casona antigua, que fue donado para el beneficio cultural de la zona, está abierta para los visitantes, es por eso que no ha sido restaurada, pues es un patrimonio nacional.― explicó el detective.




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