Señora Delacroix

0.5. Encuentros inesperados parte II

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Nueva York.

Llevaba una semana trabajando para Jake y no dejaba de irritarse al encontrarse con Ana merodeando por los alrededores, entorpeciendo su trabajo.

― ¿Te acuestas con Jake?― le preguntó luego de observar como Jake las observaba desde la barra.

Elizabeth casi tira la bandeja y miró horrorizada hacia la dirección de Jake.― ¿Qué te hace pensar eso?

Ana era de baja estatura, pero sabía, por su mera postura, que ella era sumamente peligrosa.― Te haces la mosquita muerta siempre que estás a su alrededor.― sonrió y botó, disimuladamente, algo de aquel líquido que utilizaba para limpiar el piso, estaba segura que aquello la ayudaría para que esa niñita se fuera de ahí.― Como sea, no te metas con Jake o te arrepentirás.

Elizabeth realmente no podía creer aquello, de hecho se preguntó sí aún estarían en secundaria como para andar amenazando y ¡por un chico! Eso, para ella, era demasiado denigrante.

Suspirando comienza a ordenar la bandeja, colocando los vasos cuidadosamente alineados sobre la mesa, para brindar una mayor presentación, se aleja lo suficiente como para pisar el líquido que había sido derramado minutos antes.

El corazón de Elizabeth subió hasta su garganta, de sólo pensar que algo pudiese sucederle en su embarazo, antes de que pueda caerse, con bandeja y todo, unos brazos rodean su cintura y la afirman firmemente contra él.

Observa los ojos azules de Jake quien la miraba con seriedad.
― ¿Estás bien?― preguntó notando que la joven aún no se recuperaba del todo.

―Yo, sí...― susurró mientras se enderezaba y notaba que toda la charola con su contenido, estaba derramada por el suelo.― ¡Oh, Dios! ¡Realmente no fue mi intención! Lo limpio ahora.― dijo mientras se agachaba para comenzar a recoger todos lo vidrios con las manos y dejaba sus restos en la charola.

―Te dije que era una incompetente, mira lo que hizo.― decía Ana mientras la miraba desde arriba.― Aquí hay otro.― dice señalando con la punta de su pie un vidrio que estaba a centímetros de ella.― Espero que limpies pronto, antes de lleguen los clientes.― Elizabeth, podía sentir sus ojos llenarse de lágrimas, pero las contuvo porque no era propio de ella echarse a llorar por algo como esto.― Jake, deberías echarla.

―Puedes callarte por un maldito segundo.― suelta Jake.―No, ¿sabes qué? Mejor espérame en mi despacho, tú y yo tenemos que hablar.― le lanza una mirada a Ana de advertencia, porque no era estúpido, vio a Ana derramar el contenido de la botella a propósito.

Ana bufó y caminó en dirección a su despacho, giró su mirada a la chica que seguía limpiando con sus manos aquel desastre.― Elizabeth...― habló, pero ella no se detenía.― ¡Elizabeth! ¡Detente!― Exclamó mientras se arrodillaba para quedar a su altura y con esto, quitarle los vidrios.― Te harás daño y no estoy para lidiar con accidentes laborales.

Elizabeth lo miró sorprendida, por otra parte, Jake sintió lástima por ella, porque podía imaginarse cómo se sentía.― De acuerdo.― Jake y Elizabeth se levantaron, él aún no le soltaba las manos.

― Por favor, ten más cuidado la próxima vez.― dijo al darse cuenta que aún no la soltaba.― Mandaré a alguien para que venga a limpiar esto, por lo pronto, ve y toma un descanso.

Elizabeth lo vio alejarse en dirección hacia su despacho y suspirando, caminó con cuidado hacia el armario de los útiles de limpieza. Lo siguiente que hizo fue secar el piso y luego quitar los restos de vidrios que estaban esparcidos por todo el lugar.

Jake entró a su despacho, ahí, sentada encima del escritorio de piernas cruzadas, dejando ver sus piernas producto a la minifalda que llevaba, estaba Ana, con una sonrisa inocente.

Jake la miró con seriedad.― ¿Qué te pasa?― preguntó ella, borrando su sonrisa de su rostro.

― ¿Qué me pasa?― Jake se acercó a ella amenazadoramente, Ana se enderezó, sintiéndose inquieta de repente.― Eso podría preguntártelo yo.― espetó.― ¡¿Qué demonios te pasa con Elizabeth?!― porque él lo sabía, había visto a Ana hacerle la vida imposible a la pobre chica y apenas y llevaba una semana trabajando para él.

―¡Lo sabía! ¡Te acuestas con ella!― gruñó ella en respuesta.― Es por eso que la defiendes tanto.― comenzó a caminar como una leona enjaulada, Jake, la observaba en silencio, tratando de no perder el control.― ¡Es una puta, una arrastrada, una...

― Cállate.― siseó él, ella se detuvo al ver su mirada, porque aquella mirada era pura advertencia.― ¡¿Quién demonios te crees para tratarla así?! ¡¿Y por qué mierda te interesa aquello?!

― Sabes que te amo.

Jake negó.― Pero yo no, te aprecio como una amiga, pero no te amo, entiéndelo de una puta vez.― odiaba que las mujeres quisieran hacer con él todo lo que ellas dispongan, por el simple hecho de acostarse con él.― Y no me he acostado con ella, al parecer, es la única con decencia como para sólo venir a trabajar.― Ana quiso protestar, pero su voz no salía.― Y te lo advierto, déjala en paz o me veré en la obligación de echarte de aquí.― Jake no soportaba aquello, tenía suficiente con los problemas de sus padres como para tener problemas aquí.― ¿Entendiste?― ella asintió.― No te escuché...

―Sí, lo entiendo.

― Una cosa más.― la detuvo Jake antes de que saliera del todo.― Ve a disculparte y luego te vas...

―¿Qué?― eso era mucho para ella, Ana no deseaba verla y mucho menos pedirle disculpas.

― Eso, lo merece y hoy te irás a casa y nos dejarás en paz.― Ana quiso protestar, pero Jake la detuvo con solo una mirada.― Te acompaño.

La guió hasta la salida de su oficina y bajaron, vio a Elizabeth limpiando la barra y se preguntó qué hacía ahí cuando él le había ordenado descansar.― Elizabeth.

Ella levantó la mirada hacia Jake.― Dime...




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