5 años después
Hoy se cumplían seis años desde que ella nos dejó solitarios, su partida, nos dejó un vacío en nuestros corazones, porque Tracy siempre fue luz iluminando cada rincón oscuro de nuestras almas y ahora, aquella luz, ya no estaba o tal vez sí, lo que sucedía era que aún no la encontraba, al menos, eso pensaba a veces, cuando estaba sola en casa o cuando estaba en mi estudio de arte, pintando... pintándola, pero al ver las sonrisas de las niñas, cómo jugaban o cómo se ocultaban de Eliot quien hacía el papel de Jafar.
Porque sólo en esos momentos, veía aquellos rayos de luz que creía desaparecidos.
―Nima, sálvame.― la pequeña Hope, corre a mis brazos y se lanza sobre mí, ocultando su rostro, me observa con sus largas pestañas rubias, sus ojos azules igual a los de su madre, me sonríen y vuelve a ocultar su rostro en mi regazo.
Mi corazón se aprieta y se acelera, porque en aquellos ojos, en aquellas facciones, veía a Tracy, mi hermana.
―No es justo, mamá.― reclama Aria, con sus trenzas desordenadas y sus mejillas enrojecidas.
―No vale que se esconda.― ríe Tracy.
Mis hijas, llevaban el nombre de la mujer más valiente de todas, porque ellas se parecían tanto y deseaba que fueran como ella: luchadora, valiente y hermosa.
Hope, se giró y les sacó la lengua.― No podrán atraparme en el refugio de mi nima.― se burló y ella, ella sí que se parecía a Tracy, cada gesto eran los de su madre y cada vez que la veía a ella, miraba a mi querida hermana.
―Saben, se supone que yo soy el villano.― Eliot saltó de alguna parte y las tres se abrazaron a mí, mientras que Eliot reía con una maldad fingida.
―Nima.―Nima. Había nacida de la palabra Nina y la palabra Mamá, una abreviación que ella misma creó de ambas palabras unidas. Una palabra que define el orgullo que siento por ella, porque es una palabra única, como la conexión que tenemos ambas.
― ¡Mamá!― exclaman las tres al mismo tiempo.
Miro hacia mis niñas y las abrazo contra mi pecho.
Eliot saltó hacia nosotras y las niñas rieron.― ¿Dónde están mis doncellas?― preguntó mientras rió de forma maligna y aquel turbante improvisado le daba una divertida forma de villano, traté de no reír.
― ¡Aquí no estamos!― Chillan las tres al unísono.
― ¿Qué? ¿Cómo que no están aquí? ¡Yo las vi venir hacia acá!― grita con fingida desesperación.― ¡¿Como ha sucedido?!
Las niñas sueltan risitas mientras se cubrían la boca.― Ahora iré por Emma,― la gatita de ellas.― La mascota de las princesas, sólo así saldrán.― dice riéndose y desapareciendo del lugar.
Las niñas gritan.― ¡No!― y salen tras él.
Reí mientras los escuchaba chillar y gritar, con toda la energía del mundo. Suspiro y me levanto para ir con ellos y con todos los invitados, porque hoy celebramos el cumpleaños de Hope.
3 meses después
― Muy bien, quédense quietos para pintar la base.― les hablo mientras comienzo a mirar la escena: Eliot estaba detrás, las niñas estaban sentadas en el piso con Emma en el regazo de Tracy, Trev, Mone y Dimitri llegaron corriendo y se pusieron al lado de Eliot, riéndose y entonces, comencé a pintarlos a todos, mientras iba memorizando sus rasgos y sus gestos.
― ¿A Dimitri le dieron permiso?― le pregunté a Sara cuando la sentí a mi lado.
― Sí, su tía parecía realmente agradecida de que nos lo trajéramos.― se sentó a mi lado.
Eliot, Mone y Trev volvieron a ver al pequeño Dimitri en la escuela a la que asistían, Eliot era compañero de Dimitri y gracias a eso, nos enteramos de que él vivía ahora con su padre y su madrastra, a la que llamaba tía, de su madre no habla mucho, pero siempre que la menciona, su mirada se ilumina con esperanza, como si supiera cosas que nadie más sabe.
― Pueden moverse, ya estoy lista para trabajar sin modelos.― en cuanto digo esto, los niños corren fuera de nuestras vistas, hacia el patio.
― La pobre mujer parecía tener muchos problemas con el padre de Dimitri.― Sara se oía preocupada.
― ¿No se sabe nada de su madre?
― No lo sé, ya sabes como es Dimitri.― suspira.― Tan callado y taciturno, pero con los niños, parece otro.
―¿Qué esperabas? Son sus amigos.― seguí pintando con concentración.
― Iré a verlos.
Seguí pintando hasta que comprendí que solo faltaban detalles, me levanto y salgo al patio, en donde todos los niños estaban jugando con los perros.
Siento un perfume cítrico detrás de mí, rodeando mi cintura y deteniendo mis movimientos y mis sentidos lo reconocen.― Hola, mon précieux.― su acento francés me enamoraba cada día más, río y me giro.
― ¡Volviste!― le exclamo mientras me lanzo a sus brazos, Lucian ríe y me levanta mientras me besa.― ¡Pensé que llegarías la semana que viene!― porque andaba de viaje en Moscú, en una exposición del Séptimo Arte con su madre.
― También te extrañé.― susurra contra mis labios.― ¿Y cómo está mi secretaria sexy y hermosa?― reí al escuchar su tono lleno de coqueteo puro. Y sí, yo aún seguía siendo su secretaria, aunque queríamos que Karina siguiera trabajando con nosotros, porque lo hizo por dos años y fue demasiado competente, una de las mejores. Dejó de trabajar con nosotros porque se graduó y Callum le ofreció trabajo como editora en jefe en su editorial y ahora, está triunfando en el mundo de la literatura y editoriales, casada y con un bebé. Todo había salido bien para ella y su nueva familia.
― Bien, aunque debo decir que te extrañé demasiado.― susurro mientras oculto mi sonrisa contra su pecho.
Un falso carraspeo nos saca de nuestra pequeña burbuja, me alejo de él y sonrío a Eloisa.― Hola, cariño.― me acerqué a besar su mejilla.― ¿Cómo estás?
― Muy bien, gracias, ¿y usted?
― Bien, agotada por el viaje, pero bien.― se alejó un poco y nos contempló con una sonrisa.― Aunque lo soportaré, sólo por tu cumpleaños.