Este terrible demonio japonés hermana de los Yokai, se plantó en una de las casas abandonadas dejadas por los Poseedores y tendió su tela de araña por doquier rincón que encontró, la preciosa y joven Jorogumo esperó a que el Leviatán se presentase por sí solo, mientras tocaba su biwa con su hermosa melodía para atraerlo mientras se deleitaba con jóvenes hermosos y tiernos venidos de la luna. Armaba su colección de muñecos y su preferido era Charly del cual se había vuelto dueña y señora.
Las Señoras Oscuro y Sombra estaban complacidas con la labor de la Jorogumo, pero no podían sentir envidia de su belleza y habilidad seductora. El Leviatán no tardó en llegar a la morada de la demonio Jorogumo donde había anidado más arañas con ayuda de su chulo Charly, un ser espléndido y apetecible. Cuando vio llegar al Leviatán, la Jorogumo no tardó en sonreír convencida.
-¡Bienvenido a su casa Leviatán! Es un gusto recibir a un cliente como usted. Esta noche invito yo. ¿Cuál de mis chicas le apetece?
-A mí me apetece usted. Responde Leviatán. La Jorogumo no tardó en poner un burdel, una casa de citas, era ambiciosa y emprendedora.
-A eso venimos Leviatán, a divertirnos, ¿oh, no? Dice firmemente Jorogumo
-Se escucha usted muy segura de sí misma.
-Y lo sigo estando, Leviatán.
Los dos compartieron la cama, mientras Charly fue invitado a hcer un trío, era un joven tan bello y de piel tan comestible que no tardaron en disfrutarlo. Mientras la demonio extendía sus telas de araña envolviendo a Leviatán de tal manera que no pudo escapar. La Jorogumo le escupió su ácido que sirve para quemar los huesos de sus víctimas y los lugares donde se esconde; esta habilidad le sirve para cubrir su rastro si es que se llega a sentirse amenazada o sabe que corre el riesgo de ser descubierta. El Leviatán estaba a punto de morir, esclavizado por las demonios seductoras. Y así el Leviatán murió a manos de la demonio mujer araña. Complacida ante su éxito y en honor a su líder Athatriel, una leal demonio.